La mariguana protege contra el VIH
columna: «se descubrió que...»
Hay nueva evidencia de que la ingestión continua de tetrahidrocannabinol (THC), el principio activo de la mariguana, protege el tejido inmunitario crítico en el intestino contra los daños ocasionados por la infección del virus que causa el sida en monos, el VIS, reporta AIDS Research and Human Retroviruses, un journal revisado por pares, en su número de este 18 de febrero.
Patricia Molina y coautores de la Louisiana State University, en Nueva Orleans, reportan una mayor sobrevivencia de linfocitos T, el objetivo primario del VIH y eslabón esencial en la cadena de la inmunidad. El estudio se hizo en una de las especies más cercanas a nosotros, los monos rhesus.
“Para mejor tratar la infección por VIH, necesitamos entender mejor cómo produce la enfermedad llamada sida. También necesitamos tratamientos alternativos”, dice Thomas Hope, editor en jefe del citado journal y profesor de biología celular y molecular en la Weinberg School of Medicine de la Northwestern University, en Chicago. Se observó una reducción de muerte celular en el intestino y de la inflamación relacionada con la infección. El equipo infectó monos rhesus macho con VIS, virus de la inmunodeficiencia simia, y logró atenuar el avance de la infección con el principio activo de la mariguana, THC.
“Este estudio es importante porque comienza a explicar cómo el THC puede influir en el progreso de la enfermedad en macacos infectados con VIS. Y también revela una nueva forma de retardar el avance de la enfermedad”.
No estamos ante una curación, pero si añadimos el coctel triple de antirretrovirales que ataca diversas líneas en la replicación del VIH y, además, retrasamos su tasa de replicación, tenemos con muy poco dinero extra un colaborador formidable para evitar la aparición del sida.
Las buenas noticias han tenido una desafortunada interpretación que ha sido la de bajar la guardia en las medidas preventivas, reforzadas en las últimas décadas del siglo pasado. El resultado ha sido, en el peor de los casos, muertes que habrían sido perfectamente evitables, y en el menor, un incremento de otras enfermedades de transmisión sexual, como la gonorrea y la sífilis, que habían casi desaparecido con los antibióticos perfeccionados contra esas infecciones.
Será una mala idea incluir el estudio de Molina y coautores como argumento para despenalizar la producción, distribución y uso de la mariguana porque, como siempre ocurre en estudios médicos, podría haber otros que no replicaran los buenos resultados de la Louisiana State University, o los contradijeran, y entraríamos en una discusión sin fin y sin fruto. El principal argumento para exigir la despenalización de la mariguana sigue siendo que no le concedemos derecho a ningún gobierno de prohibir el uso de una hierba o de los dañinos caramelos que arruinan la dentadura.
La única prohibición aceptable es la de perjudicar a terceros: no la ebriedad, sino la conducción de vehículos cuando superamos un límite de alcohol en la sangre es lo que la autoridad debe vigilar.
De ahí que el uso de drogas, mientras sólo dañen a quien las usa (y en este caso hasta lo beneficien) no es asunto de gobiernos, sino una decisión de adultos.
También es un paso en falso plantear la despenalización como supuesta reducción del consumo. Nadie ha dicho semejante tontería, pero son muchas las voces que se levantan contra ese hombre de paja y tiran lanzazos contra ese molino de viento: “No abate el consumo”. ¡Claro que no! Tampoco lo aumenta. La despenalización abate únicamente la injusta detención de consumidores, vacía las cárceles en Holanda y ahorra nuestros impuestos destinados a juicios y cárceles. Lo que sí abate es el precio en el mercado negro y las guerras por territorios de distribución.
Aunque el estudio de Molina et alii no se ha replicado en humanos, es seguro que tendrá los mismos resultados que en monos rhesus: una mejoría en la inflamación de intestinos producida por el VIH, que ya es un magnífico logro aunque no produjera más, y un retraso en el avance de la infección.
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