No soy historiador, teólogo ni economista / II

publicado el 16 de abril de 2012 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

El sentido común dice que si gasto más de lo que gano acabaré embargado, de ahí que proponer cinco refinerías, autopistas de seis carriles y trenes de alta velocidad que cubran este enorme país y, añado: un canal en Tehuantepec, ideas que me fascinan, resulten alardes de campaña mientras no nos digan con qué. Y no es con el ahorro al reducir sueldos a gobernantes: esa idea es para retrasados mentales, ofensiva, humillante.

Nadie necesita un título de Yale para ver que comprar gasolina a, digamos, 10 pesos y venderla a 8, es buen negocio sólo para los que tenemos auto. Y esos dos pesos deben salir del gasto público, son subsidio. Me consta, pues los padecí: los regímenes que derrumbaron el crecimiento continuado de México fueron los de Echeverría y López Portillo, ambos adictos a la droga… a la deuda, al gasto sin respaldo: votar AMLO es votar aquel PRI.

No soy economista, pero las cuentas del futuro secretario de Economía en el gobierno de eso que aún llaman izquierda, el graduado de Harvard Fernando Turner, van así: “Despierta México tiene un gran avance en la mentalidad del empresario mediano y pequeño, entendiendo que no son las 300 empresas más grandes de México, ahí tenemos una penetración menor, pero va a cambiar, pero nos estamos moviendo en el otro sector que es mayor, 6 millones de empresarios” (Reforma, 9 de abril. Érika Hernández).

Habla mal, pero suma peor: éstos tienen 6 millones de cónyuges, (12), unos 5 empleados (30) y 3 hijos (18)= 60 millones dependientes directos de empresas, sume proveedores. Luego comercios atendidos por una familia, empleados de los 300 grandes empresarios; millones de burócratas, cónyuges, hijos, caseros, productores de bienes y servicios que los atienden; 2 millones de maestros de Elba Esther con 2 millones de cónyuges (4) con 3 hijos (6)= 10 millones. Sume empleados del IMSS, ISSSTE, cónyuges, hijos y prestadores de bienes y servicios (de campesinos a caseros), y profesionistas independientes, desde el dentista hasta el fontanero. Entonces ¿cómo carajos puede haber 50 millones de pobres en uno de 110? Turner no pasó Aritmética I.

Callan estos críticos de mis revisiones elementales de historia cuando digo que resulta ridículo creer que el Hacedor del tiempo y del espacio, de las estrellas y galaxias (si lo hubiera habido), en su encarnación para salvarnos no sé de qué, cuide que a su madre no se la haya cogido nadie, algo que ya a los muchachos de hoy no les importa en sus novias, y que el himen sea lo bastante elástico para que la criatura pase sin romperlo. Los dioses nacidos de vírgenes abundan en todas las religiones.

Que cómo puedo estar contra exigencias de estudiantes si fui dirigente estudiantil. Estoy en contra cuando debo porque los estudiantes defienden usos que han arruinado la educación. Estuve en total acuerdo con las reformas a la UNAM planteadas por el rector Jorge Carpizo. Preguntaba a mis alumnos: Díganme por qué no quieren exámenes departamentales si, ahora mismo, puedo hacer uno para que no lo pase nadie; por qué no pueden pagar la cuota de 200 pesos que pagábamos hasta la hiperinflación creada por la política de Echeverría y López Portillo, la misma que ahora nos promete LoLo, que es gastar más de lo que se tiene. Denme razones para no admitir alumnos con promedio de 9 o 10, venidos de Sonora, porque ya las plazas las cubrieron los alumnos con promedio de 6.5 del DF.

Estuve desde su inicio contra el levantamiento armado del EZLN, como lo estuvo mi periódico, La Jornada, en su furioso (y correcto) editorial del 2 de enero de 1994. Luego vieron el negocio y dieron maroma en el aire, sin explicación alguna a casi 20 años después.

Fue en el País Vasco francés donde recibí el mejor elogio a mis posiciones contra la versión empalagosa, heroica, y lacrimógena del 68. Dijo uno de los muchos especialistas franceses en América Latina (siempre abundan) después de mi exposición, que molestó a los mexicanos presentes: “Hum… bueno, al menos podemos decir que el espíritu del 68 sigue vivo…”. Perdón por la cita… pero nunca lo olvidaré ni lo agradeceré suficiente. Mi conferencia la recogí en el capítulo II de Las mentiras de mis maestros. Libro que, anuncia el diario que no publica cartas incómodas, será escrupulosamente denunciado en su falta de rigor y abundancia de mentiras, unas a medias y otras completas.

 



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