El origen de la música está en el cerebro

publicado el 25 de octubre de 2009 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Uno de los grandes misterios de la cultura humana es la música. Hay signos de cultura en primates no humanos: todos sabemos de los monos japoneses que comenzaron a lavar los camotes que son su alimento principal a partir de que vieron a una hembra hacerlo, y así no sólo les quitan la tierra, sino que, como los lavan en el mar, les añaden sal y sabor; los chimpancés fabrican instrumentos primitivos, como una ramita que limpian de hojas para introducirla en agujeros, esperar a que insectos se suban a la rama y luego chuparlos como quien come una brocheta; nuestros primos también buscan piedras apropiadas para romper nueces y comerlas.

Un nuevo estudio puesto en línea este 22 de octubre por Current Biology, muestra que poblaciones vecinas de chimpancés en Uganda, África, usan herramientas diversas para resolver problemas nuevos, como el de extraer miel del interior de un tronco: los de la selva Kibale emplean varas para sacar la miel, pero los de la selva Budongo fabrican algo mucho más sofisticado: mastican hojas que luego emplean como esponjas para absorber la miel. Es una diferencia claramente cultural en el empleo de medios para resolver un mismo problema. "La cultura les ayudó a resolver un problema nuevo", dice Klaus Zuberbühler, de la Universidad Saint Andrews, en Escocia. Y explica que por cultura entiende un conjunto específico de conductas adquirido por aprendizaje social, como la imitación.

Luego de 15 años de observaciones de campo en grupos de chimpancés silvestres, queda claro que los de Kibale emplean varas, mientras lo de Budongo nunca lo hacen. Pero ambos grupos fabrican esponjas masticando hojas para obtener agua de hoyos en los árboles.

Lo que no tenemos es una expresión musical, así sea la más primitiva, como es el ritmo obtenido al golpear con manos o pies, y todavía mejor, un objeto con otro.

Al respecto es notable una observación que debo a uno de mis hermanos: todo el arte tiene grandes exponentes en las principales culturas humanas: en arquitectura tenemos el Taj Mahal, los templos de Birmania, el Partenón y Teotihuacán; en pintura y escultura hay ejemplos equivalentes; en orfebrería también. Pero no hay paralelos no occidentales en música. Pregunten a Román Revueltas, director de orquesta.

Bach, Mozart, Scarlatti o Prokófiev alcanzan una complejidad en armonía, ritmo, color, que no aparece fuera de Occidente sino con la occidentalización del mundo desde el siglo XVIII. Los instrumentos musicales son una buena prueba: la flauta más primitiva, la de pico, es incomparablemente superior en precisión tonal a los carrizos con hoyos de la música andina. Todavía hasta la Edad Media la música es similar en Italia, Japón y el mundo árabe. Pero a partir del Renacimiento los instrumentos musicales y la polifonía, como, por cierto, la ciencia, son aportación de Europa occidental. Con El clave bien temperado, Bach resuelve las dudas al afinar un instrumento de forma tal que los doce tonos mayores y los doce menores se puedan interpretar con una misma afinación. Y frente a una sinfónica moderna tocando la Quinta Sinfonía de Mahler... no hay nada.

El Centro Médico de la Universidad de Georgetown acaba de publicar un estudio en el que sus investigadores reportan haber encontrado neuronas sintonizadas a frecuencias fundamentales y mecanismos cerebrales de procesamiento armónico en las cercanías de las áreas auditivas. Realizaron sus estudios por medio de electrodos implantados en la corteza auditiva de monos despiertos.

Muchas vocalizaciones de animales no humanos poseen componentes del tipo llamado tonos complejos, que consisten de una frecuencia fundamental y sus armónicas. Los perros de mis vecinos logran un coral a cinco voces formidable, con bajo continuo y todo.

"La comprensión de los mecanismos neurales implicados en primates no humanos facilitará una mejor comprensión de la percepción musical en el sistema nervioso humano", explica Yuki Kikuchi, del departamento de fisiología y biofísica. Así podremos entender por qué son efectivas las intervenciones musicales terapéuticas, añade.

La música se emplea, sin comprender bien las bases neurales, como intervención no invasiva en pacientes con desórdenes neurológicos, para mejorarles la memoria de largo plazo, las interacciones sociales y la comunicación. Pero "a ojo de buen cubero", sin explicaciones plausivas para sus efectividad. Por qué y cómo la música afecta las respuestas físicas y psicosociales, exige más estudios detallados de las bases neurales.

Bien, ahora entiende usted por qué su perro se echa junto a las bocinas cuando suenan con una sonata del padre Soler, un concierto para mandolinas de Vivaldi o uno para clarinete de Weber, pero sale corriendo con Anton Webern.

Contactos para cultura en chimpancés: Cathleen Genova. Para orígenes de la música: Karen Mallet.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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