Cabezas de yunque

publicado el 17 de agosto de 2009 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Una receta infalible para argumentar con pase automático a la verdad es 1. Degradar al oponente. En Chiapas un grupo de indios mató a otro en Acteal en diciembre de 1997. La receta indica evitar los nombres "indio" y más aún "indígena" para los agresores y acuñar un término adecuado: ninguno mejor que "paramilitares". 2. Purificar a la víctima. Los asesinados estaban rezando cuando los paramilitares llegaron a matarlos. ¿Motivos? ¿Un padre a quien los piadosos rezanderos habían asesinado a su hijo? ¿Conflictos por tierras y minas? ¿Diferencias religiosas? ¿Diferencias políticas? Nada de eso: los malos mataron a los buenos porque es tradición de los malos matar a los buenos. 3. Eliminar los matices. Todos son buenos en un lado y malos en el otro. 4. Construir una versión de los hechos, tenga o no relación con los hechos. 5. Amenazar a quien ponga en tela de juicio la versión propalada por los buenos y santificada por el agua bendita de curas católicos que cuidan de los embates protestantes a su clientela.

Es notable que la furia con que se ataca los datos presentados por Héctor Aguilar Camín al respecto de Acteal —datos levantados en el lugar de los hechos, a la vista de las actas periciales y con las versiones de testigos—, no rebata ni una sola de las pruebas que ofrece para demostrar la fabricación de culpables y su entrega a los leones del circo. La descalificación es ideológica y contra la persona. Uno de los datos más estremecedores es el caso del indígena que, sin hablar español ni saber leer ni escribir, presentó un listado, por escrito, de ciento sesenta nombres de agresores reconocidos por él, con apellidos, ocupaciones y etnia de origen. Interrogado por la defensa respondió que el listado lo habían hecho los judiciales. Y, escandalosamente, no se desechó como prueba.

Otro dato de los que se graban a fuego, es el reporte forense por el que sabemos que los cuerpos de las víctimas fueron amontonados y, ya muertos, se les reventó el cráneo con machetes y piedras. Un forense puede precisar si una herida es posterior al fallecimiento, si hubo intención de alterar el aspecto de las víctimas. Si el forense está equivocado es un asunto técnico que se resuelve entre expertos. Por lo pronto, nadie ha desmentido al forense.

Son apenas un par de datos duros, comprobables para quien de buena fe quiera revisarlos. Toda su investigación le llevó a Aguilar Camín tres números de Nexos. Pero el coro de viudas gemebundas se limita a señalar la opinión que le merece Aguilar Camín como persona, no su investigación como historiador. Acusan al mensajero en vez de refutar el mensaje. Si el historiador se equivocó se le debe señalar dónde y cómo, cuáles fueron sus errores técnicos. No lo hacen por dos razones: 1. Porque es de hueva ir a buscar archivos, actas, documentos, informes forenses y ponerse a leer millares de papeles. 2. Porque, para los fines que persiguen, les basta con descalificar a la persona.

Y en eso no se distinguen la derecha ni la "izquierda". Exactamente lo mismo que los curas del Centro Miguel Agustín Pro et al., de bandera roja, hace el cardenal tapatío Juan Sandoval y la ultraderecha yunquista con el asesinato del cardenal Posadas: los yunques están hechos para resistir el marrazo de una verdad que no les gusta.

Y otro tanto ocurre con el asesinato de Colosio: cuatro procuradores pueden coincidir, cuatro investigaciones pueden rendir los mismos resultados. A quien no le gusta la conclusión, se ríe y da la espalda.

El PAN y la no información

Al PAN nomás no se le da eso de informar sus logros. Desde el Seguro Popular, uno de los pocos éxitos de los seis años perdidos con Fox, hasta el Macrobús de Guadalajara. En parte movidos por los microbuseros que, es natural, se oponen a la regulación del transporte, pero también por falta de información, los usuarios naturales del transporte colectivo, los beneficiarios de una línea de macrobús, se oponen porque el PAN no ha sabido explicar que no pagarán los transbordos.

El metro de Guadalajara quedó convertido en versión tren ligero y con todo es la parte más eficiente del sistema de transporte. Se hizo con métodos arcaicos, a pico y pala, abriendo calles y obstruyendo así con la obra el tránsito por años. Pero hace tiempo que existen excavadoras de túneles que realizan la obra bajo tierra mientras arriba la actividad continúa. Parece que los folletos informativos no han llegado a las autoridades.

 


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