Eclipse lunar ayuda a buscar a E.T.
columna: «se descubrió que...»
La búsqueda de vida extraterrestre es una muy vieja obsesión humana. Desde que Galileo dirigió su telescopio hacia la Luna en 1609, hace 400 años, y descubrió que no era una esfera perfecta como bola de billar, sino una herética confabulación de montañas que proyectaban sombras diversas a diversas horas, "mares" oscuros (que aún conservan esos nombres en latín) y cráteres de impacto o volcánicos... la imaginación humana hizo el resto y pobló nuestro satélite de extrañas criaturas.
Luego el astrónomo Giovanni Schiaparelli, de quien recordaremos el año próximo el primer centenario de su muerte, ocurrida el 4 de julio de 1910, dirigió un telescopio muy superior al de Galileo hacia Marte y, zas, que observa una líneas finas como red a partir de los polos con casquetes helados: canales de irrigación que demostraban la presencia de vida inteligente y hasta más avanzada que la humana, pues aquí no hemos podido irrigar los desiertos con agua llevada de los polos por canales "con un ancho de 100, 200 kilómetros o más." La tesis fue retomada con entusiasmo por el gran astrónomo estadunidense Percival Lowell.
En 1877 ocurrió una oposición de Marte y la Tierra, esto es, la Tierra se encontraba entre el Sol y Marte en línea recta. Si, además, un planeta se encuentra en su punto más cercano al Sol (perihelio), su diámetro aparente durante la oposición es el mayor posible y, por ende, ofrece condiciones de observación inigualables. (Ah, y ya volvió a la Internet esa tontería boba de que Marte se verá tan grande como una luna llena: tire esos correos al cesto de basura y no los reenvíe). Fue durante esa gran oposición cuando Schiaparelli observó los canales que suscitarían el entusiasmo del mundo. Los canales dieron origen a, cuando menos, un gran y maravilloso libro, quizá el mejor regalo que un joven puede encontrarse: Las crónicas marcianas, de Ray Bradbury.
Los canales resultaron ser efecto de los telescopios (como ciertas luces nos aparecen con rayos en fotografías). Las primeras sondas que sobrevolaron Marte y enviaron fotografías, como la Mariner 4 en 1965, no encontraron rastro de canales. Ray Bradbury fue buscado por la prensa. Dio una muy emotiva conferencia y nos hizo llorar a muchos de sus lectores. Satélites puestos en órbita de Marte en años recientes para hacer levantamientos topográficos precisos, tampoco han descubierto las maravillas de ingeniería hidráulica marciana.
Pero no perdemos la esperanza y un equipo conducido por Enric Pallé, del Instituto de Astrofísica de Canarias, ha propuesto un método para analizar los más de cien planetas extrasolares conocidos. En el equipo participa la Universidad de Florida Central, Estados Unidos. Empleó uno de los más grandes telescopios ópticos e infrarrojos del mundo, el instalado en el observatorio de Roque de los Muchachos en La Palma, Gran Canaria. La nota acaba de publicarse en Nature.
Un eclipse lunar, cuando nuestro satélite cruza la sombra proyectada al espacio por la Tierra, permitió a un equipo internacional observar la luz reflejada desde la Luna. Fue el ocurrido el 16 de agosto del año pasado. "El eclipse proveyó al equipo la oportunidad única de reproducir lo que podría observar si estuviera viendo pasar la Tierra frente al Sol desde un observatorio extraterrestre. Cuando un planeta pasa enfrente de su estrella (como se han detectado varios porque la luz de la estrella disminuye), parte de la luz cruza la atmósfera del planeta y esa luz informa de la composición química del planeta." Así es como podemos conocer la composición química de atmósferas en planetas que orbitan otras estrellas.
Conociendo la composición de un remoto planeta extrasolar es sencillo suponer si podría existir allí vida semejante a la terrestre. Y aquí en la Tierra la vida no es la excepción sino la regla: se ha encontrado vida en cavernas de eterna oscuridad, bajo los hielos del antártico y en fondos oceánicos que aplastarían un submarino con su enorme presión. Pero, además, puede haber otras formas de vida muy diversas a las terráqueas.
Lo que ese análisis de atmósferas extraterrestres nos diría, en todo caso, es si ese planeta particular podría ser habitado por humanos porque tiene los elementos necesarios y en la proporción correcta. En tal caso, un planeta así estará de inmediato entre los objetivos de investigaciones futuras.
Si hay tal avidez por buscar vida extraterrestre al costo de miles de millones de dólares, es imposible entender las tesis complotistas, a saber que la NASA y los gobiernos del mundo están conjurados para que no sepamos de las visitas que nos hacen a diario los "aliens". ¿No es idiota?
Contacto: Zenaida Gonzalez Kotala. University of Central Florida.
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