Contra el agandaye
# 376, febrero de 2009
Los ciudadanos estamos representados en el Congreso por el diputado de nuestro distrito para que nuestra opinión sea tomada en cuenta, por eso es necesario que votemos y pensemos bien al votar, lo dice la Constitución y nuestro código electoral... (ya puede usted soltar la carcajada: ¡juar, juar, juar!!! O como se estila por internet: lol: laughing out loud=carcajadas).
En los hechos, los partidos han conseguido blindarse contra cualquier forma de control ciudadano:
1. Se dieron la llave única de entrada al Congreso y al Ejecutivo. Los partidos y sólo los partidos pueden lanzar candidatos a puestos de elección popular, cualquier puesto en cualquier elección, local o federal. Están en perfecta complicidad todos, sin excepción. Es un acuerdo entre secuaces para repartirse el pastel del presupuesto sin dar cuentas a otro poder ni al ciudadano, porque nada le deben ni tiene éste cómo oponerse.
2. Nos habíamos dado un Instituto Federal Electoral integrado por consejeros inamovibles para que ese árbitro tuviera completa independencia. Dieron golpe contra el IFE, en abierto desacato de la ley. Se pelearon por colocar cada uno su alfil y no cumplieron ni los plazos que ellos mismos se habían ordenado. Los ciudadanos sólo pudieron, la mayoría, tragarse su rabia; quienes escribimos, despotricar inútilmente. Nos repetirán el numerito cuantas veces se les pegue la gana porque no hay otro poder, ni la Suprema Corte, que pueda objetar sus golpes y someter por la ley a los golpistas. Van solos y no se quitan.
3. Atentaron contra la libertad ciudadana a informarse sobre las pillerías, malos manejos o francos delitos que un candidato pueda tener en su haber porque está prohibido "denigrarlos" y "deslustrarlos". Es ya contra la ley señalar que la candidata a gobernadora por el PRD, Irma Serrano, declaró su admiración por Hitler, salvo, matizó, porque "dejó demasiados judíos vivos". Es contra la ley ventilar los acuerdos de Mario Marín, hoy gobernador de Puebla, mañana candidato al duodeno distrito, con un pederasta. Es contra la ley mencionar el halconazo del 10 de junio al participante comprobado y fotografiado, pero candidato.
¿Queremos derogar esas aviesas limitaciones a la libertad de expresión y de información? Debemos pedirlo... a quienes las elaboraron con el fin de que no los pudiéramos tocar con el pétalo de una crítica.
4. De 500 diputados, 200 se deben única y exclusivamente a la dirección de su partido que les regaló la diputación a cambio de disciplina. Los otros 300 deben salir a pelear por su curul, pero una vez elegidos en votación universal no tienen obligación, ni incentivo alguno, para buscar la opinión de sus electores por la sencilla razón de que, hagan como hagan, sean faltistas o tesoneros, ignorantes o promotores de magníficas leyes, todos están castigados de antemano con la no reelección. Así que trabajan, de nuevo, para las oligarquías de cada partido en afán de congraciarse con ellas y, en tres años, saltar de una Cámara a otra y evadir la no reelección.
5. Desde hace cuatro legislaciones los vemos empecinados en la manera de meter zancadilla al contrario, al costo que sea para el país. Esperan iniciativas de ley frotándose las manos para no dejarlas pasar. Los "acuerdos" que nos venden como súmmum de ingeniería legislativa y condescendencia mutua son basura. Nada con respecto a reformas en fisco, energía, petróleo, trabajo, seguridad pública.
6. Han impuesto a las campañas electorales la trivialización de quien vende refrescos, moda o hamburguesas y nadie puede evitar ese daño a la vida republicana porque no hay el instrumento ciudadano para hacerlo ni el poder que equilibre esas desmesuras.
7. Hicieron gratuitos sus spots en radio y TV, pero no se rebajaron de manera proporcional los miles de millones que antes pagaban a medios electrónicos. Se asignaron tres mil 600 millones de pesos y debemos agradecer que no fueran 10 o 100 veces más, porque no habríamos tenido cómo impedirlo. A fines de febrero, los consejeros del IFE avisaron, en plena crisis que tiene en la calle a centenas de miles de desempleados, que se subirían el sueldo, de 175 mil a 333 mil... al mes. Se retractaron, pero el daño por la intentona desvergonzada ya es irreparable.
Por esto, porque nos han maniatado, los ciudadanos debemos anular nuestro voto, pedir el recuento de los insultos puestos en las boletas o, simplemente, no votar. En 1976, no tener otro candidato frente a López Portillo, hizo pensar al PRI que debería permitir una mayor expresión ciudadana, y así dieron inicio las reformas electorales culminadas en 20 años y que hoy vemos en peligro. Quizá los partidos recapaciten ante urnas vacías. Quizá no, y debamos recurrir a instancias internacionales.
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