El crack y los tulipanes
Cuando millones de personas están perdiendo sus empleos en el mundo entero y otras viven en la angustia de perder el suyo, oímos decir, y suena sensata cualquier explicación, que los mercados necesitan regulación para ser estables, que hemos tenido treinta años de desregulación financiera y, claro está, lo que vemos es el resultado de ese descuido. "Éste es el argumento clave del profesor Nick Bingham, matemático del Imperial College London, en un artículo publicado por Significance, la revista de la Real Sociedad de Estadística".
El problema está en la capacidad para contratar seguros cuando el riesgo es tal que debilita la cadena de los seguros. En su búsqueda de nuevos mercados y nuevas utilidades, las instituciones de crédito ofrecieron con facilidad hipotecas a largo plazo a mucha más gente de la que podría pagarlas. Para protegerse del riesgo de clientes morosos, compraron seguros a financieras mayores y éstas a otras para asegurarse contra el riesgo de sus clientes banqueros. Los créditos se subsidiaron con créditos de instituciones de capital más líquido. En fin, algo similar a lo que vimos hace años en México cuando aquellas "pirámides" que ofrecían fortunas... tomadas de nuevos engañados y así sucesivamente. Hasta que dejaron de encontrar nuevos abonados a la pirámide y no hubo dinero fresco para pagar a la cuarta o quinta generación de entusiastas que fundaban su entusiasmo en datos reales, en inversionistas de primera y segunda generación enriquecidos de un día para otro.
"Una vez que la escala del problema quedó clara sin error por la quiebra de grandes nombres del mundo financiero, los bancos dejaron de prestarse uno al otro", dice Bingham. "No pudieron cuantificar su propia exposición a la deuda tóxica, mucha de ella por fuera de sus hojas de balance, así que no confiaron en que otros bancos sí pudieran cuantificar su propia deuda. Esto condujo al colapso de la confianza y aplastón del crédito, lo cual transformó un problema en el mundo especializado de las finanzas en una crisis del mundo real. Una vez que el problema se volvió sistémico, el gobierno debió invertir enormes cantidades de dinero público".
Bingham encuentra semejanzas entre esta crisis y la de la manía por los tulipanes en Holanda, cuando en 1636 se llegaron a pagar enormes precios por cosechas de tulipanes que luego quedaron tan sin valor como hoy las hipotecas subprime.
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