Entre corruptos, panzones o ineptos
columna: «la calle»
En México, 7 de cada 10 policías no pueden perseguir a un delincuente por más de 100 metros (una cuadra), señala el apartado sobre seguridad pública del informe de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Cuenta Pública 2007 (Reforma, 21.III.09). De ahí que muchos disparen aunque se trate de quien, desarmado, huye por un delito ínfimo, como haber sido sorprendido en riña o robando cervezas. Los peores casos de policías gordos, con alto colesterol y diabetes se concentran en los estados del centro y sur de la república, desde Jalisco, tierra del pozole, a Quintana Roo.
No es un dato marginal ni un señalamiento frívolo acerca de la ausencia de belleza: es el indicador de que vivimos sin policía. Pero también sin gobierno. ¿Qué obtenemos los ciudadanos a cambio de nuestros impuestos? En cada vez más zonas habitacionales pagamos a una junta de vecinos por el agua (extraída de un pozo), recolección de basura y vigilancia. Cuando viajamos en auto, las carreteras son de cuota y a pesar de eso con frecuencia malas; la electricidad es de voltaje tan irregular que sin protección nos funde valiosos aparatos, y muy cara: por cinco focos de 60 encendidos del anochecer a las 3am, refrigerador y otros electrodomésticos de uso esporádico, pago $2,500.00 pesos al bimestre. Y el servicio es de la CFE, no de esa cueva de ladrones sindicalizados que es la del Centro ("en liquidación"... rezan los recibos hace decenios).
Pagamos la educación pública, es verdad. Pero desde la inexplicable fortuna de La Maestra por antonomasia, hasta la venta, renta y herencia de las plazas sindicales de profesor, la escuela oficial es un pantano de corrupción, aborta jóvenes que no entienden lo que leen y se atragantan con una historia que comienza con una derrota, sigue con un Grito de Independencia que nadie dio jamás, una Revolución traicionada a los 20 días por el héroe Zapata, y una Expropiación Petrolera que el presidente Cárdenas abrió a capitales privados en áreas hoy restringidas por el PRD y el PRI bajo pena de traición a la patria (y se aguantan la risa).
Con nuestros impuestos no pagamos un cuerpo de policía que nos libre de temor al caminar de noche por la calle, pero sostenemos partidos contra los que estamos y pagaríamos el doble por ver desaparecidos, como el emporio familiar de los González verdes, el marrullero PRD y las boyantes franquicias de los minipartidos; pagamos diputados para que impidan la instalación de refinerías en territorio mexicano, refinerías que darían trabajo a mexicanos y pagarían impuestos a México; mantenemos a cuerpo de cardenales un Senado incapaz de darnos un sistema fiscal sencillo, recaudador y distribuidor de la riqueza.
Cuando la Filarmónica de Jalisco logra llenar tres viernes seguidos el principal teatro de Guadalajara, semejante éxito resulta intolerable para las autoridades y se apresuran a permitir, tres viernes seguidos, un concierto de rock sobre la plaza a veinte pasos y con megadecibeles que estremecen el interior del teatro e impiden escuchar, a los que sí pagamos, para que afuera se diviertan los que no pagan... pero votarán en julio próximo. El populismo panista en toda su estupidez. No quedan ganas de volver si va uno a empeñarse en descifrar durante horas qué notas pertenecen al concierto de Rachmaninoff y cuáles al de Yuri.
El populismo panista llama, desde la Presidencia misma, a debatir la ubicación de una refinería para la que apenas contamos con una octava parte de los costos, millones que se irán al barril sin fondo de las pérdidas de Pemex-refinación en vez de irse a exploración de yacimientos: una refinería que será inaugurada, si acaso, cuando ya no tengamos petróleo.
Un pueblo de inseguros, abrumado por un inocultable complejo de inferioridad, como los mexicanos que pagaban a una compañía vivales para hacer ganar la bandera nacional como la más linda del mundo (lo cual no buscaron para la suya alemanes, gringos ni ingleses: seguros de quiénes son y cuánto valen), ahora podría votar, también por un número 900 de hasta mil pesos el voto: los que estén a favor de instalar la refinería en Baja California Sur... los que estén por Chihuahua... Quizá el PRD, experto en vilezas de gran calado, logre su instalación en la terremotienta sierra de Guerrero, donde, si no la destroza Madre Natura, al menos quede a la mano para dinamitarla en cuanto lo ordene Yasabenquién.
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