Infantilismo del PRI.
columna: «la calle»
"No habrá reforma electoral", amenaza el PRI, si no le entregan las cabezas de los consejeros del IFE. Al poner condiciones, y muy pesadas, parece como si no fuera del propio interés de los partidos el realizar esa urgente reforma que ya se ha llamado "de tercera generación". La reforma de 1996 puso en manos de la ciudadanía la organización de las elecciones y el recuento de los votos. Con esas normas fuimos a votar en 1997, 2000 y 2003 en perfecta calma y reconocimiento de los resultados. Pero nos bastó la inconformidad del perdedor en 2006 para que busquemos hacer culpable al árbitro y no al mal jugador.
También es cierto que, con tres elecciones, hemos visto las limitaciones de nuestras normas electorales. Las principales, y en las que hay acuerdo general, son 1. El excesivo subsidio a los partidos; 2. Que más de 50 por ciento de esa enorme suma se va a los bolsillos de los medios de comunicación; 3. La insoportable extensión de las campañas; 4. La carencia de reglamentación para las precampañas; 5. La intervención de actores sociales en la campaña: cómo pueden manifestarse y qué les está prohibido por ley; 6. Las campañas negativas; y 7. Las facultades del IFE para marcar y castigar las faltas.
1. Que el subsidio a los partidos resulta ya ofensivo es un clamor nacional. Este año, sin elecciones federales, se embolsarán casi 3 mil millones de pesos.
2. Más de la mitad de esa enorme fortuna se va a engrosar las utilidades de las dos grandes televisoras en primer término. Y así acaba siendo el ciudadano quien fortalece con sus impuestos una estructura de comunicación oligárquica. Peor aún: los breves spots del bombardeo televisivo no pueden sino trivializar las propuestas, banalizar la campaña al transformarla en frases contundentes, pero tan hueca una como la otra.
3. El recorte en la extensión de las campañas es bien visto hasta por los mismos partidos, aunque no desearían ver rebajados en proporción sus apetitosos ingresos.
4. También hay acuerdo general en reglamentar las precampañas, tanto los gastos como los tiempos. ¿Cuándo comienza una precampaña? ¿Qué gastos de un gobernante son, claramente, parte de su precampaña a un futuro cargo? Un ejemplo lo tuvimos en la publicidad del anterior jefe de gobierno del DF: ¿por qué la inauguración de un túnel o de un puente debía transmitirse al país entero? Que lo tomara un noticiero era una cosa. Que lo pagara la ciudad como anuncio, otra muy distinta. Era parte de su precampaña: darse a conocer de Tijuana a Mérida. Y lo consiguió... con dinero público empleado disimuladamente. ¿Puede el gobernador de Jalisco pagarse tiempos para dar a conocer su obra en Sonora y Campeche? ¿No es claramente una precampaña?
5. ¿Puede un sindicato, una organización empresarial o campesina apoyar con sus propios recursos a un candidato o atacar a otro? La respuesta podría ser negativa porque esos recursos, ajenos a los entregados a cada partido, y fiscalizados por el IFE, suprimen el equilibrio económico que la ley busca dar a los contendientes; pero positiva si se limitan las agrupaciones, como las personas, a manifestar su opinión; la ley no puede prohibir que exprese su opinión un sindicato, pero sí que compre espacio para expresarla... la diferencia puede volverse sutil en ocasiones.
6. Los candidatos no únicamente proponen sus ideas, también combaten las del adversario. Eso es perfectamente válido. Y cuando la trayectoria política de un candidato muestra debilidades, en el mundo entero se denuncian para restarle credibilidad y votos. ¿Se pueden establecer límites objetivos, claros, a las campañas negativas?
7. ¿Cuánto poder estamos dispuestos a darle al IFE para castigar las faltas a la legislación electoral? ¿Respetaría la decisión un candidato eliminado por cometer faules?
Allí están las fisuras que la nueva ley debe resanar. El edificio no está mal, pero los sismos mostraron algunas debilidades en la estructura. Es del interés de los partidos, en primerísimo término, que se hagan los resanes. ¿Cómo pueden poner condiciones? Quien se queja por las reglas con las que un banco le niega un crédito, ¿no sería el primero en asistir a la reunión donde el banco hará reformas? ¿Le pondría condiciones para asistir quien es el primer interesado y puede ser el principal beneficiado? Es ridículo, infantil, berrinchudo. Propio del PRD, pero no del PRI. Y es justamente en lo que ha caído.
0 animados a opinar:
Publicar un comentario