La Virgen no evita los secuestros
columna: «se descubrió que...»
El último número de la revista Replicante viene dedicado a la ciencia y es magnífico. El editorial comienza: "Una de las razones que nos joden como país es la ausencia de formación científica...", e ilustra con una formidable anécdota. Una niña de nueve años ve en las noticias a una señora bañada en lágrimas que se tira al suelo para agradecer a la Virgen de Guadalupe que los investigadores acaban de aprehender a los plagiarios de su hijo. A lo que la niña pregunta: "Oye, ¿y dónde estaba la Virgen cuando secuestraron al niño?".
La nota sobre el exocerebro, de Roger Bartra, plantea una fascinante hipótesis sobre el fenómeno de la conciencia, revisado sin acudir a entidades inmateriales, como la mente: hace unos 250 mil años, en África, un subgrupo de homínidos se enfrentó a cambios en sus sistemas sensoriales que les dificultaron su adaptación al medio. En efecto, es notorio que los humanos tenemos sentidos menos desarrollados que otros animales; sólo comparemos nuestro olfato con el de un perro, nuestra vista con la de un águila, nuestro pobre oído.
Este homínido, para sobrevivir, se ve obligado a descubrir potencialidades dormidas en su cerebro. Así comienza a marcar los objetos, los espacios, los instrumentos. "Estas marcas o señales son voces, colores o figuras, verdaderos suplementos artificiales o prótesis semánticas que le permiten completar las tareas mentales que tanto se le dificultan". Así crea un sistema simbólico externo que sustituye las capacidades sensoriales, atrofiadas o ausentes en ese nuevo cerebro proporcionado por un salto evolutivo. De las nuevas funciones cognitivas, que derivan en "prótesis culturales", surge el exocerebro, el cerebro externo, al que ahora sumamos nuestra computadora portátil y la información localizable en internet.
Antonio Lazcano Araujo nos cuenta algo que se sabe muy bien y de memoria: la aparición de la vida. Luego Alfonso Islas ofrece un panorama de su área de investigación, el sistema inmunitario y los antibióticos naturales, algunos de los cuales él mismo obtiene de la piel de ranas. Contra la charlatanería "cuántica" escribe el físico por la Facultad de Ciencias de la UNAM, Shahen Hacyan. Martín Bonfil Olvera, con su buena prosa de siempre nos ilustra sobre un aspecto curioso del gran novelista colombiano Fernando Vallejo (La virgen de los sicarios): su rechazo de Darwin, Newton, Einstein y otros grandes de la ciencia contemporánea. Bonfil le ofrece el beneficio de la duda a Vallejo al considerar que su objetivo pudo ser gastar a sus lectores una broma.
Algo siniestra, pues señala Bonfil "el daño que sus dos libritos puedan causar".
Tomoo Terada reflexiona sobre el lenguaje de la ciencia y el de la literatura, el difícil diálogo entre el científico y el escritor. "El escritor sabe que lo que dice el científico es importante, aunque no lo entienda". Y "el científico conceptúa al escritor como un individuo impráctico y que realiza una labor menos importante que la suya, pero que le gana en reconocimiento social y público". Alfonso Colorado explora un tema similar: la relación entre científicos y artistas en "Los elíxires del diablo". Compara la tediosa y difícil lectura de algunos estructuralistas franceses, con la forma clara y sencilla en que se exponen la relatividad, la física cuántica o la genética. "Una lección capital fue constatar que a un lenguaje abstruso no corresponde necesariamente una complejidad real".
Héctor Villarreal sigue algunas figuras mexicanas de las ciencias sociales y descubre que están más ocupadas en promover sus carreras políticas que en diseñar estudios e investigaciones. "Ésa puede ser una de las explicaciones de por qué no hay ninguna aportación importante a las ciencias sociales que haya surgido en México. No hay una sola teoría identificada con algún autor mexicano (...) Los científicos sociales en México se dedican a reaccionar contra las obras que se escriben en otros países, principalmente en Estados Unidos, para despotricar contra sus autores con insultos o para efectuar juicios de valor sobre sus ideas".
Como siempre, está espléndidamente ilustrada e impresa. La foto de Pablo Gómez a sus 20 años es de colección. Quién lo viera hoy, gritando como energúmeno y exigiendo a sus opositores callar.
Un gran número de Replicante subtitulado "Sólo ciencia".
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