Hay ganancias para los terroristas suicidas
columna: «se descubrió que...»
Están simplemente locos quienes mueren matando? ¿O las bombas humanas hacen elecciones estratégicas racionales, diseñadas para alcanzar ciertas metas? Ninguna de las interpretaciones convencionales es correcta en el caso de la segunda intifada, según reciente y provocadora investigación de la Universidad de Toronto conducida por el profesor de sociología Robert Brym. En oposición con la mayoría de las investigaciones académicas, sostiene Brym que "venganza y desquite parecen ser el principal ánimo conductor de la campaña con bombas de suicidas. Vemos esto cuando examinamos cuándo ocurren los ataques, qué dice la gente acerca de por qué tienen lugar y cuando miramos la relación costo-beneficio obtenida".
Brym y su equipo de investigadores crearon una base de datos con los hechos de violencia colectiva ocurridos durante la segunda intifada, expresión empleada generalmente para describir el levantamiento contra Israel que comenzó en el otoño de 2000. El equipo recabó datos acerca de 138 ataques buscando en bases de datos ya existentes, diarios en hebreo y en árabe, así como en el New York Times. Luego seccionaron la base de datos con 128 variables que examinaban motivos individuales, razones de cada organización y hechos que condujeron a cada ataque.
"Estamos perforando hasta un nivel que no había sido examinado en este conflicto", dice Brym. "Se lleva tiempo, pero entrar en los casos individuales es la única forma de poder hacer generalizaciones sensatas". Brym y el coautor Bader Araj publicaron sus hallazgos en el número de junio de Social Forces.
Examinando las declaraciones hechas por los suicidas, sus familias o representantes de las organizaciones para las que dicen trabajar, los autores encontraron que los ataque generalmente no fueron conducidos por una lógica estratégica, como se cree con frecuencia que ocurre, sino fueron motivados por el deseo de venganza. Examinando hechos que precedieron cada ataque específico, encontraron que acciones israelíes particulares, tales como asesinatos, incitaron la mayoría de los ataques. "En su mayoría, los suicidas dieron sus vidas para vengar asesinatos de parientes cercanos, como retribución por ataques específicos contra el pueblo palestino, o como revire por lo que percibieron como ataques contra el Islam".
Hasta en el nivel organizativo, cuando los ataques fueron organizados por grupos como Hamas, donde se supone que sean más comunes las preocupaciones estratégicas, seis de cada 10 razonamientos se enfocaron en vengar acciones israelíes específicas.
Brym sitúa su investigación en lo que llama una "tercera ola" de estudios sobre las bombas suicidas. La primera atribuía los ataques a patología, individual o de la cultura. Este paradigma fue sacudido en 2005 con la publicación de Dying to Win: The Strategic Logic of Suicide Terrorism, de Robert Pape, quien sostiene que el ataque suicida representaba una aproximación racional y estratégica a la política.
El terrorismo suicida reditúa porque las fuerzas de Israel saben que si salen a matar, tendrán más terroristas suicidas... lo cual a la vez se transforma en más muertes. Hay una macabra danza de la muerte.
"En fin, lo que tratamos de decir es que hay cierta irracionalidad en ambos bandos", dice Brym. "Desde un punto de vista utilitario, el conflicto es irracional. No conduce a resultados a ninguna de las partes. La idea de culpar a uno de los bandos no nos lleva muy lejos, analíticamente hablando. A menos de que sea entendido como una interacción, el conflicto no se puede comprender por completo... ni resolver".
Robert Brym, Department of Sociology.
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