Echeverría o fascismo: intelectuales de 1970

publicado el 26 de junio de 2006 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Felicitaciones al presidente Fox por el nombramiento de Cuauhtémoc Cárdenas, y a éste por aceptar. Sí hay otro México.

 

También en 1970 había que parar a la ultraderecha. "Echeverría o el fascismo", clamó una buena parte de la intelectualidad de "izquierda". Y lograron su objetivo: triunfó Echeverría..., no gracias a ese apoyo, sino al aparato del PRI, a la tradicional elección de Estado, de las "de a de veras". La notoria excepción, Octavio Paz, fue refundido al rincón de la derecha. No fue invitado a la fiesta ni al gran reparto multimillonario de recursos para la cultura y el arte, entrega a raudales, nunca vista antes ni después.

Echeverría recorrió todos los pueblos de México, tooodos, en camiones y en lo que se pudiera, se llenó de polvo y estrechó miles de manos humildes. Su esposa se vestía de "adelita", con cananas cruzadas y bailaba zapateados en recepciones oficiales. Sólo faltaban Diego Rivera y Frida Kahlo porque ya habían muerto. Los pobres tuvieron esperanza. Los humildes sonrieron porque la justicia social había llegado: bastaba con oír los discursos del candidato. Los riquillos, señalados y advertidos, temblaron y comenzaron a tomar las de villadiego, la fuga de capitales comenzó lenta, se volvió tumulto. Terminó en rumores de golpe de Estado (fui invitado a uno).

Cuando Echeverría llegó a la Presidencia, fiel a sus promesas impuso el agua de jamaica en los banquetes oficiales (no es broma), la guayabera tropical en vez del traje y la corbata. Echeverría madrugaba y hacía madrugar a gabinete y reporteros (¿le suena?).

Su dinamismo era asombroso. Sus discursos competían por los titulares con los de Fidel Castro en defensa de los pobres del mundo. Impulsó una política internacional "tercermundista": ni comunismo ni capitalismo, México tiene su propia receta: gasto público como impulsor del desarrollo. Y cumplió su promesa, la cumplió con creces: nunca hubo tanto dinero para intelectuales, artistas y sindicatos: el cine hizo películas como nunca antes; las universidades vieron triplicados, cuadruplicados sus presupuestos; los sindicatos pedían y les daban el doble; una Navidad, oh plegarias atendidas, las enfermeras del IMSS que ganaban 7 mil pesos vieron un aumento... a 30 mil que, sumados a tres meses de aguinaldo hacían 120 mil pesos: el precio por entonces de un coche nuevo sin lujos.

Un joven priista, en plena formación, contemplaba al presidente con arrobo: Manuel Andrés López Obrador. Por eso dice que "México perdió el rumbo en 1982": cuando terminó su mandato el amigo y continuador de Echeverría, López Portillo. Pero como dice santa Teresa: "Más lágrimas se han derramado por las plegarias atendidas".

En 1976, Echeverría entregó el gobierno... con la primera de nuestras grandes devaluaciones de moneda y crisis económicas. Luego serían sexenales, hasta que en 2000 ya no las tuvimos. Las felices enfermeras vieron que sus 30 mil pesos mensuales se volvían polvo: para 1982, mil pesos eran la unidad mínima de moneda: mil pesos se daban al que limpiaba parabrisas, 30 mil se dejaban de propina en un restorán, una casa modesta rentaba al mes 5 millones.

¿Receta? Ninguna reforma fiscal, tampoco laboral, Pemex y CFE en manos del gobierno y, más importante aún: el gobierno como principal inversionista y motor del desarrollo. Relata Imre Kertész lo que parece una anécdota mexicana de estos días: "Llueve. Antiguos dirigentes del partido aparecen en la televisión. 'Creían' en el partido. 'Creían' que se cometieron 'errores', 'fallos', pero 'creían', por ejemplo, que 'Stalin no sabía nada' de todo ello". Ponga usted PRD donde dice partido, cambie Stalin por Peje y (toda proporción guardada... por ahora) el párrafo, de "Yo, otro", se nos aplica. Refiriéndose a los políticos de la dictadura comunista de 40 años, o a la nuestra de 70 de priismo transmutado en perredismo, dice: "No es cuestión de que olviden una época como si fuera una pesadilla: pues la pesadilla eran ellos..."

Y allí siguen ellos: los mismos nombres, las mismas caras que fueron nuestra pesadilla son ahora los mismos que asoman desde el PRD: los Cota, Guadarramas, Camachos, y su pandilla lumpen de Bejaranos, Padiernas, Batres. Quizá, parafraseando de nuevo a Kertész, los mexicanos somos hijos incorregibles de la dictadura, estamos marcados por 70 años de prácticas clientelares priistas huidas al PRD.

Votar izquierda

Recuerda, votar izquierda es votar Patricia. No hay nadie más en la izquierda. Nadie: los "ex" priistas no existen.

 

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