No es sólo culpa de AMLO...
columna: «la calle»
Sino de quienes lo hicieron compadre. La destrucción del PRD no es sólo culpa de López Obrador: muchos participan en esa ruina que hoy hace candidatos a una mujer que mintió desde su nombre y origen mismo... a Antonio Echevarría, el hombre más rico de Nayarit y viejo cuadro priista... a otro priista de ayer para Nayarit, que perdió el domingo antepasado contra un priista de hoy y aun así el PRD habla de "triunfo". Muchos otros perredistas han preferido a sus peores enemigos cuando imaginan que podrán ganar una elección, como al senador por el PRI José Guadarrama, acusado de asesinar perredistas en Hidalgo, y luego candidato súbito, por el PRD, a la gubernatura... Optaron por Leonel Cota, el ex priista que gobernó Baja California Sur, para "dirigir" el PRD, que no se conoce, luego de ser alabado por el ex priista López Obrador, como el mejor gobernador perredista.
La escandalosa lista de oportunismos impúdicos no es sólo culpa de López Obrador, aunque es la inspiración, sino de todos los aventureros que dentro del PRD ven el poder como un fin en sí mismo y van tras él a cualquier costo.
Lo que todavía no conocemos los mexicanos, ni siquiera los devotos más fervientes de López Obrador, es el proyecto que ofrece este personaje. Dice los resultados que promete alcanzar, y son maravillosos (como hizo Fox, como hacen todos); son los que todos deseamos: acabar con la pobreza, un rayo de esperanza, la alegría está por llegar... campanitas, tilín, talán. De acuerdo, ¿quién podría negarse a la alegría? El asunto es cómo. Y ese cómo es aterrador. No porque lo supongamos, sino porque ya lo vivimos: lo ensayó el presidente Echeverría y el ensayo todavía lo estamos pagando. Está fundado en una ingenuidad que se cree el pueblo, no el gobernante: el dinero "del gobierno" bastaría para darnos alegría... si no se lo robaran los malos gobernantes. Así de simplón.
Es una ingenuidad explicable en la gente: todos queremos casa, escuela, comodidades, vacaciones, vejez protegida. Votaremos por quien, una vez más, nos prometa felicidad sin decirnos cómo lo hará. ¿Reparto de una pensión para todos los ancianos del país? Maravilloso. Ahora pidamos números a los candidatos: ¿cuánto dinero será y de dónde va a salir? ¿De los sueldos que dejará de pagar a los ex presidentes y sus viudas? Eso afirma, con infantilismo aterrador, el jefe de Gobierno que ha podido hacer su obra sólo con base en deuda cargada a los estados. La cantidad es ridícula y él se la gasta en unos cuantos de sus anuncios; pero la frase pega en el pueblo más bobo.
Parafraseando la cita de Anatole France empleada aquí por Jorge Fernández Menéndez, deberíamos preferir un gobierno de malos que uno de estúpidos; los malos descansan de vez en cuando, los estúpidos nunca. ¿Ejemplos? El vocero presidencial: apenas mete una pata ya tiene las otras tres adentro: para sólo mencionar dos de la semana pasada, hizo el ridículo al dar por detenido un narco que resultó ser otra persona, y que tiene ahora todo el derecho a demandar por daños a la Presidencia, y al día siguiente, sin descanso, entró en conflicto con Hacienda respecto de qué secretaría puede hacer señalamientos al BID. Y nadie le pide la renuncia. ¿Otro ejemplo? Cualquier plan de López Obrador.
En la vergonzosa puesta en libertad de René Bejarano, a quien todos vimos por TV embolsarse fajos de dólares, es notoria la complicidad de AMLO. Pero, de nuevo, no está solo: "No nos ha querido decir qué hizo con ellos" ni a cuenta de qué los recibió de Carlos Ahumada, murmura el pobre hombre que es procurador de AMLO; los jueces del DF temen al jefe de Gobierno, tiene diputados locales que le están blindando su salida destruyendo el Consejo de Transparencia, que, aunque integrado a su gusto, tenía la presencia de una latosa consejera que pedía cuentas y señalaba mentiras, María Elena Pérez Jaén. Ya no está.
Ya no hay órgano de transparencia para cuando López pueda, y deba, ser investigado.
¿Y dónde están las voces que señalen este complot restaurador del viejo priismo, encabezado por López Obrador y Manuel Bartlett? ¿Dónde están los militantes del PRD que exijan rendición de cuentas, transparencia y vigilancia? Callados, porque no quieren resultar sin parte del gran hueso. Con excepciones. Una es Cuauhtémoc Cárdenas, quien dice al PRD y a la opinión pública:
- "Desde febrero del año pasado, un grupo compuesto en su mayor parte por miembros del partido hemos estado convocando al debate de ideas y propuestas sobre el proyecto a realizar en el país y el rumbo que deba darse a éste para resolver sus ya acuciantes problemas de creciente deterioro social, insuficiente crecimiento económico y parálisis política, encauzándolo en un proceso de progreso económico, bienestar social y edificación democrática que se sostenga en un largo plazo."
Nunca se abrieron los espacios para esa discusión porque nadie ha escuchado alguna vez un argumento en boca de López Obrador. Dice chistes, sugiere medidas que expresan sus fobias, repite lugares comunes del priismo viejo y por eso su fuente inagotable de "ideas" es el presidente López Portillo. Pero, ¿hablar del abismo que se avecina para las pensiones? ¿De la recaudación fiscal que no tenemos? ¿Del petróleo que vendemos crudo porque no permitimos capital que lo transforme y agregue valor? ¿De la Compañía de Luz que debe ser subsidiada y aún así entrega electricidad cara y de pésima calidad? ¿De los capitales que perdemos porque no se permite su inversión? ¿De los mexicanos que se llevan su industria a Estados Unidos porque, a pesar de los altos salarios, les resulta más barato allá el proceso? ¿De los millones que se van porque aquí se obstaculiza la creación de empleos? ¿De los que son jardineros en California porque no les permitió el PRD ser jardineros en Morelos?
Esos son los temas. No dónde piensa vivir. Ni dónde pondrá los diez metros cuadrados de pavimento que pagará al dejar sin pensión a la viuda del general Cárdenas. De eso no habla porque no sabe y porque sus asesores le han señalado que son temas impopulares. De los costos de su autopromoción, mucho menos.
María Elena Pérez Jaén:
"Desde que fui elegida Consejera Ciudadana, hace dos años, he constatado que el ocultamiento, la negativa o la entrega incompleta de información, son recursos y tácticas que han utilizado las autoridades de la Ciudad [DF] para solapar actos de corrupción y negligencia. Por eso continúan ocultos los gastos de las obras públicas, las adquisiciones, los permisos, las concesiones, las licitaciones, los fideicomisos, los datos en seguridad pública y otros rubros."
Por eso ya no es consejera. Y ya no hay ni Consejo Ciudadano. ¿Culpa de AMLO? Mm: fueron sus órdenes, pero tuvo quienes las acataron servilmente.
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