Las nueces de López Obrador

publicado el 25 de agosto de 2003 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

La táctica de López Obrador es cada día más clara: hacer mucho ruido con respecto a una trivialidad, pero de esas que impresionan mucho al taxista. Pudo ser el precio de las galletitas consumidas con el café en la Suprema Corte, el filete que pidió algún diputado (no perredista) o las casas de los periodistas que no simpatizan con él. Ahora la ha emprendido con el sueldo del Presidente que, completo, no pagaría ni un anuncio de López en TV. La semana pasada fueron las jubilaciones de los ex. Los altos salarios son una vergüenza en un país con la mitad de su población sumida en la pobreza. Y los panistas se han visto particularmente insensibles al respecto. Pero gracias al Instituto Federal de Acceso a la Información, entre otras instituciones, ahora los ciudadanos tenemos información que antes era secreta, aunque falta la del renuente gobierno del DF para que sea completa. ¿Pruebas? Aquí van: Abra www.presidencia. gob.mx, señale "Ley de Transparencia", luego "Información pública gubernamental", luego "tabulador". En el primer renglón está la "Percepción ordinaria bruta" del Presidente: $232,431.20, menos impuestos le quedan $158,027.66. Cualquier escritor famoso y traducido gana más que eso. Ahora busque el Distrito Federal. No existe sitio oficial que informe. Pero de la Asamblea Legislativa sí. Abra www.asambleadf.gob.mx. Según el Presupuesto de Egresos, AMLO dispone, sólo para su oficina, sin secretarías ni delegaciones ni obras ni nada, para él solito y su imagen, de 151,995,858. O sean, 152 millones legales: casi medio millón... ¡diario! Más lo que se ahorra no limpiando coladeras para tener buenas inundaciones, más ampliaciones de presupuesto, más lo que carga a deuda. Nada mal para un pobre.

En la trampa de López y sus facilonas denuncias cae el profesor de CCH que gana ocho mil pesos, el empleado con cheque quincenal de tres mil y muchos otros "borderliners" que el INEGI considera entre los segmentos de clase media y lo cierto es que se asoman al abismo de la pobreza. En cambio, López Obrador no se toca el bolsillo para gastarse muchos millones de pesos (no hay manera de conocer el dato exacto, porque lo oculta, aunque se ha publicado que entre 40 y 50 millones), en una tontería, una frivolidad y un coqueteo: preguntarle al usuario del Metro si el precio debe subir o mantenerse. De una buena vez pudo preguntar si lo querían gratis y habría ganado, no sólo en el DF, sino en Nueva York, París, Barcelona o donde sea que se consulte al usuario si desea el servicio gratis.

Ahora que, vistas dos veces, las aparentes liviandades de López Obrador son parte de su campaña para darse a conocer en el país entero. Llegó al gobierno del DF como un completo desconocido en el resto del país. Una campaña como aquellas de Rosario Robles, "Para una gran ciudad, grandes acciones", ya había causado problemas, porque, aun sin poner las facturas en internet, es fácil calcular lo que cuestan conociendo horario, duración y canal. Además, la campaña se le había revertido a Rosario. El televidente nacional ya se había preguntado por qué veía en Guamúchil a la gobernadora del DF cortando un listón en la colonia Estrella. Muchos malosos ya habían hecho los cálculos de lo que ese anuncio de Rosario, luciendo su obra en el DF, costaba al causante de Guamúchil. A otros causantes en los estados nos indignaba pagar publicidad nacional de la jefa de gobierno de un municipio ajeno, aunque sea la capital de la República.

Así pues, la fórmula había sido poco exitosa y además se había agotado.

Crear la noticia

López Obrador encontró la manera promoverse en todo el país: crear noticias frecuentes. Pero no cualquier tipo de noticia. Si hubiera eliminado el Ángel habría sido noticia, pero negativa para su carrera política. Buscó y dio en el clavo: ponerse excesivamente populista en cuestiones irrelevantes, gastarse millones, como Rosario, pero en "consultar al pueblo" con lenguaje de mitin en CCH. Consultas telefónicas, fáciles de mejorar con un pequeño equipo dedicado a teclear el mismo número y de las que nunca se dio el porcentaje respecto de la población. Diez mil personas llamaron y 9,990 suplicaron al jefe de gobierno continuar en su cargo. Éxito rotundo. Las televisoras hacen lo mismo todas las noches durante sus noticieros, pero tienen la decencia de explicar, de vez en cuando, que no se trata de encuestas de opinión válidas.

El primer efecto lo obtiene AMLO cuando el aviso causa revuelo: las empresas encuestadoras serias opinan que no tendrá validez por faltar una muestra representativa, las páginas de opinión se llenan de enojados por la suma tontería del asunto, los más acuciosos calculan el posible costo (que López Obrador oculta), y contra viento y marea, como segundo piso del Periférico, López hace lo que le viene en gana y obtiene, día tras día, primera plana en los diarios y lugar destacado en la televisión y la radio.

El resultado de la táctica AMLO no podría ser mejor: ya todo México sabe quién es. Por el Instituto Federal de Acceso a la Información podemos enterarnos de cuánto costó una comida para gobernadores; pero no hay forma de saber cómo se decide la asignación de obras en el DF, cuánto cuestan y qué requisitos debieron cumplir. El gobierno encabezado por López Obrador es el único en la República que pide cheque de credibilidad en blanco a la ciudadanía. Ah, y López, que no rinde cuentas, resulta el más feroz demandante de cuentas ajenas: a ver, ex presidentes ricachones tales por cuales, ¿cuánto nos gastamos los pobres en mantenerlos? Consulta telefónica para retirarles el sueldo. Si en eso se gasta más que el sueldo ahorrado, no importa: el golpe ya lo dio.

Esa es la penúltima ocurrencia de López para mover la prensa y asombrar a los tontos: "Vaya, hasta que hubo alguien con calzones para dejarle de pagar a Echeverría", dicen los lectores desprevenidos. El sueldo de todos los ex presidentes juntos no sirve para pagar ni uno solo de los antojos irrelevantes de López, sus encuestas y sus nuevos puentes para más autos. Pero no son antojos ni ocurrencias al azar del desvelón cotidiano, son lo que los publicistas llaman "posicionamiento de la imagen", paso indispensable en la campaña presidencial de López Obrador.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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