Balde de agua sobre la guerra
columna: «la calle»
No me refiero a las pocas ganas del secretario de defensa Colin Powell por seguir a su jefe ni a las declaraciones de la CIA según las cuáles no hay pruebas de que Irak dé cobijo a Al Qaeda, sino a un experimento llevado a cabo por científicos estadunidenses de apellidos llegados del Oriente Medio, que podría desalentar los tambores de guerra tan entusiastamente batidos por el presidente Bush, parte del Congreso y, sobre todo, por la industria de guerra que ve con avidez los futuros pedidos de material bélico para derrocar a un indudable dictador... creado por Estados Unidos para enfrentarlo al Irán de los ayatolás. El final del petróleo como factor estratégico, su inutilidad como productor de gasolinas para motores de todo tipo, podría estar a unos pocos años de distancia. Sería sustituido por agua.
Bien, no exactamente por agua, sino por el más explosivo de los dos gases que la componen, el hidrógeno que integra con oxígeno la molécula de agua, el líquido más abundante sobre el planeta. Un equipo de la Universidad Duquesne, en Pitsburgh, Pensilvania, ha conseguido producir con luz solar la separación de los gases. El principio es muy viejo y lo aplican hasta los estudiantes de secundaria cuando su escuela tiene laboratorio y algún maestro ocurrente. Se llama catálisis, término griego que significa disolución o destrucción. Es una transformación química producida por un agente, llamado catalizador, que no participa en los productos obtenidos.
Empleando una corriente eléctrica que llegue a dos placas sumergidas en agua acidulada es fácil obtener hidrógeno y oxígeno. Se llama entonces electrólisis. En la placa positiva, o ánodo, se acumula oxígeno, en la negativa, cátodo, tenemos hidrógeno. Muchos jóvenes han visto estallar una probeta por descuido del maestro.
El proceso no sirve como fuente de energía porque, como quedó dicho, es necesario hacer pasar una corriente eléctrica y ésta hay que producirla por algún medio. Como dicen los gringos "there is no free lunch", no hay almuerzo gratis. Para producir energía hay que invertir: quemar gasolina, captar la fuerza de un río, la del aire, la del sol. Luego esa electricidad puede emplearse para separar hidrógeno, pero el gas resultante es caro. Además resultaría de una inmensa peligrosidad si cada auto llevara un tanque, pues un simple choque produciría una explosión tan amplia que haría estallar otros autos, y éstos a otros más. El hidrógeno es tan peligroso que se dejó de emplear en la navegación aérea con globos.
Pero sería distinto si pudiera irse obteniendo hidrógeno conforme lo pide un motor de combustión interna, semejante a los de nuestros autos, termoeléctricas y trenes.
Los ensayos hace 30 años
Desde los años 70 del siglo pasado se comenzó a experimentar con dióxido de titanio, que absorbe fotones (unidades de luz), para así provocar corrientes eléctricas y con ellas una reacción catalítica. Estas cargas eléctricas luego parten las moléculas de agua por electrólisis y se produce hidrógeno. El dióxido de titanio es común y barato, es el compuesto que se emplea en buena parte de los bloqueadores solares porque refleja la mayor parte de la radiación, aunque absorbe la luz ultravioleta.
El químico Shahed Khan atribuyó esta pobre absorción de la luz a las altas temperaturas del proceso por el cual se convierte el titanio en dióxido de titanio, dice la nota de la versión en línea de Science. En el titanio se crean otros compuestos que no absorben la luz. Así que, junto con sus estudiantes graduados Mofareh Al-Shahry y William Ingler, Khan diseñó otro procedimiento que le dio un dióxido de titanio, enriquecido con carbono, ocho veces más efectivo que el empleado en los experimentos iniciales, pues convertía el 8.5 por ciento de la energía solar en hidrógeno. Además de absorber luz ultravioleta, el dióxido de titanio así producido absorbe luz con mayor longitud de onda, en las regiones violeta, azul y verde del espectro en que se descompone la luz blanca.
"Es un resultado excelente", dice Nejat Verizoglu, cuyo apellido debe ser turco y se especializa en la energía del hidrógeno.
¿Y por qué no se emplea ya y Bush olvida el petróleo iraquí, la sustitución inexplicada de Bin Laden por Husein y la "defensa de la democracia", cuando que, con la sola excepción de Fidel Castro, no ha habido dictador latinoamericano que los Estados Unidos no hayan creado o, al menos, apoyado? Porque falta poco todavía para que el método sea comercial.
La eficiencia del procedimiento mejorado por Khan y sus colaboradores todavía cae un 10 por ciento abajo del umbral en que la catálisis es comercialmente viable para el Departamento de Energía de Estados Unidos, dice otro experto; pero predice que el equipo de Khan va en la buena dirección y tiene oportunidades reales de superar ese obstáculo: un 10 por ciento más de efectividad y la electrólisis, generada por luz solar gratuita, nos dará hidrógeno para todos los motores de combustión interna. Los desechos de la combustión serán oxígeno y una poca de agua. Así que, además de energía, obtendremos oxígeno como único gas arrojado por los mofles. Mejor, imposible.
La mala noticia
Para México, gran productor de petróleo y vecino del primer consumidor mundial, no es buena noticia si pensamos únicamente en gasolinas. Pero el petróleo tiene en la actualidad usos mucho más sofisticados que la combustión. La petroquímica, un sector abandonado en nuestro país porque a Pemex, al fin industria paraestatal, nunca se le permite capitalizarse y reinvertir en su propia modernización, será más que nunca un campo generador de nuevas riquezas. Siempre y cuando uno sepa producirlas. Para eso necesitamos mayor inversión en educación y mejorar los índices de calidad en la ya existente, ahora deplorables por la combinación de sindicalismo corrupto en los trabajadores, clientelismo sin freno en los políticos y abulia estudiantil.
PD. Título y argumentación expresan tan sólo buenos deseos. No creo que un experimento pare una guerra.
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