Irak e Israel
columna: «la calle»
Magnífico que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas exija a un país reticente el cumplimiento de las resoluciones que le atañen, estupendo que los quince miembros hayan encontrado una redacción que satisficiera tanto a Francia y Rusia como a Estados Unidos; formidable que México no haya tenido que escoger entre doblegarse ante el poderoso vecino, porque es poderoso y porque es vecino, ni enemistarse con él cuando la mayor parte de los huevos de nuestro comercio están en esa canasta. Por esta ocasión se impuso la ley internacional que Bush pretendía saltarse. Aunque, está más que claro, lo hará cuando lo desee y esté dispuesto a pagar el costo político en desprestigio.
¿Importa eso? Sí, y mucho. En estos cien años el mundo se ha civilizado y con el mundo, la guerra. Las democracias ya no consiguen arrastrar a sus pueblos a guerras simplemente comerciales o ideológicas. No es sólo que no deban, sino que ya no pueden. El ejemplo es Vietnam: Estados Unidos perdió esa guerra primero ante la rebeldía de sus jóvenes. Hace tiempo que dejaron de ser verdad las palabras del manifiesto comunista, según las cuales "el gobierno es apenas la junta que administra los negocios de la clase burguesa", y la burguesía ha ahogado "el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta". Falso: el ejemplo es Israel, país cuyo sostenimiento cuesta una fortuna a Estados Unidos, le costó las Torres Gemelas y sigue espoleando la rabia árabe.
¿Hay cálculo egoísta en sostener a Israel? Quizá. Pero hay también mucho más: hay culpa por dos milenios de persecuciones, por no haber querido ver el Holocausto; hay también veneración por la tierra de Jesús, y hay, claro está, Wall Street y los enormes capitales judíos. Pero por las simples "aguas heladas del cálculo egoísta" Israel habría sido tragado por sus vecinos ante un Occidente impávido. "Es una cabeza de playa", es la respuesta desde la izquierda marxista. No lo es porque nadie podría decir que sea una base para extenderse en el Oriente Medio. Israel ha demostrado una y otra vez que hace lo que se le pega la gana y no lo que su socio principal le pide. Es un aliado caro, incierto y una irritación constante para las naciones petroleras, que tendrían mejor amistad con Estados Unidos si no existiera Israel. A Israel no lo explica la economía marxista, sino el humanismo.
Confianza
Sadam Husein, un dictador peligroso, no tiene permiso de la ONU para poseer armas de destrucción masiva. ¿Y los demás que las tienen?
Dos países con armas atómicas, India y Pakistán, sólo se están amenazando entre sí... por el momento, sin que eso sirve de mucho consuelo, pues una guerra nuclear, así sea en la Cochinchina, afectaría a todo ser vivo sobre el planeta. Respecto de otros países con armamento atómico suficiente para hacer volar el planeta entero, como Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Rusia y China confiamos, al menos, en que no están locos. Pero sabemos ahora que durante la crisis de los misiles, en 1962, cuando barcos rusos llevaban armas nucleares a Cuba y el presidente de los Estados Unidos, Kennedy por entonces, ordenó interceptarlos, estuvo el mundo en manos de cinco capitanes de submarinos soviéticos, enloquecidos por el calor infernal de 60 grados durante días y días, falta de oxígeno, humo de máquinas, falta de sueño, tensión máxima e incomunicación total con Moscú. Esos cinco hombres, que volvieron pesando 35 kilos sólo para ser tratados como ineptos por su alto mando por haberse dejado descubrir, tenían cohetes con cabezas atómicas y conocían las claves para dispararlos, no necesitaban recibirlas de Moscú. En la noche eterna del fondo del mar dudaron, una y otra vez, en apretar el botón que pudo arrasar a la civilización humana. No lo hicieron, como dicen las tías, porque Dios fue grande.
El secretario Robert McNamara, entonces al frente de la Defensa de Estados Unidos, concluye ante las cámaras de The History Channel, ya un anciano: "Eso comprueba una sola cosa: que son armas que no debemos tener". Nadie debería tenerlas porque, simplemente, no se pueden usar.
Israel
No sabemos, los mortales comunes, qué tan avanzado está en su programa atómico otro país del Oriente Medio, Israel; pero sí sabemos que sin falta hace con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU lo mismo que Husein.
Aquí va un aburridísimo listado de resoluciones en las que las Naciones Unidas piden "encarecidamente a Israel, la potencia ocupante, que cumpla sus obligaciones en virtud del Convenio de Ginebra de 1949", le ruegan, suplican e imploran que se retire de los territorios invadidos a países vecinos. Los territorios ocupados por Israel pertenecen a Siria, Líbano y a la región palestina delimitada por la ONU en 1947. La presentada a continuación, no es una lista completa, sino un muestrario de apenas quince años porque, la verdad, me cansé de seguir buscando y encontrando: 1975, 30 de noviembre, resolución 381; 1976, la 398; 1977, 30 de noviembre, la 420; 1978, 30 de noviembre, la 441; 1979, 19 de diciembre, la 459; 1980, la 481; 1981, 18 de diciembre, la 498; 1983, 20 de diciembre, la 543; 1984, 12 de octubre, la 555; 28 de noviembre, la 557; 1985, la 576; 1986, 8 de diciembre, la 592; 1987, 25 de noviembre, la 603; 22 de diciembre, la 605; 1988, 5 de enero, la 607; 14 de enero, la 608; 29 de enero, la 609; 1989, 29 de noviembre, la 645; 1990, 20 de diciembre, la 681; 1991, 29 de noviembre, la 722; 1992, 18 de diciembre, la 799.
Y así, de año en año, cada otoño, como el de 2001, cuando el 26 de octubre el Consejo de Seguridad de la ONU pidió la retirada inmediata de Israel de los territorios bajo administración palestina, sin que hasta ahora nadie saque la conclusión inescapable: que la ONU debe imponer por la fuerza sus resoluciones a Irak y a Israel y a quien sea. Cada resolución debe ir acompañada de cascos azules o la ONU quedará condenada a extinguirse por ineficaz. Y los cascos azules debemos ponerlos todos, sin excepción. O estaremos entregando la vigilancia mundial a las veleidades del más fuerte, Estados Unidos, que antes de actuar contra el delito pregunta si el delincuente es amigo.
Tolerancia cero
El caso del Jorge Javier Romero, profesor universitario y analista político secuestrado y golpeado por policías de la Secretaría de "Seguridad" Pública del Distrito Federal, presenta la punta de la hebra por donde debe comenzar la tolerancia cero: por la delincuencia policiaca.
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