1) Las leyes las hace el Poder Legislativo, que de ahí toma su nombre; 2) el Poder Judicial verifica que los legisladores se hayan apegado a las normas relativas al modo en que se cambia o adiciona la Constitución, y 3) el Poder Ejecutivo hace ejecutar las leyes. Cuando los legisladores no observan las normas que la propia Constitución prevé para automodificarse, y sólo en ese caso, la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalida esos cambios y no llegan al Ejecutivo para su promulgación.

Así pues, aun si la ley indígena contra la que se enderezaron más de 300 controversias hubiera sido injusta y racista, que no lo es, el Poder Judicial sólo habría podido revisar el método, y así el órgano más alto de ese poder, la Suprema Corte, habría estado limitada a preguntarse: ¿Hubo la mayoría necesaria al aprobar la ley? ¿Hubo la posterior aprobación por la mayoría de los congresos estatales? Si los requisitos fueron cumplidos, la ley puede ser tan mala como se quiera, pero es intocable por otro poder. Derogar o modificar una ley corresponde, otra vez, exclusivamente al Poder Legislativo, al Congreso de la Unión. ¿Y cómo puede entonces el Congreso derogar una ley que él mismo proclamó? Sencillo: por mandato ciudadano.

La última instancia es siempre el poder ciudadano que se manifiesta ante el diputado de cada distrito. Así es, al menos, en donde el gobierno es un asunto que no sólo compete a los políticos profesionales. En países con tradición democrática, esto es, donde la ciudadanía participa, los congresistas reciben aludes de opiniones en los más diversos sentidos. Para analizar el sentir de sus electores es para lo que tienen oficina y personal administrativo. Son estos electores los que ordenan aprobar, modificar o rechazar un proyecto de ley, supuestamente tras de escuchar las diversas posturas al respecto.

La tirada

Los diputados son nuestros representantes, dice la Constitución; son las personas que llevarán la voz de un distrito electoral al Congreso. Para poder mandatar a esos representantes cada ciudadano debe tener toda la información posible al respecto del punto a debatir.

Pero lo cierto es que ni los diputados nos representan, pues no llevan más voz al Congreso que las órdenes de su partido, ni los ciudadanos estamos siempre informados. Así lo demuestra el sainete en torno a la ley indígena, aprobada por unanimidad en el Senado, esto es, con la inclusión de los senadores perredistas, entre ellos nada menos que Lázaro Cárdenas Batel. La ley deja amplios márgenes a los estados y municipios para legislar más de acuerdo a cada caso particular; no lo han hecho, cuando por ese medio legal pueden ajustarse a las diversas demandas de sus diversos grupos indígenas.

¿Qué ocurrió? Algo muy simple: al EZLN no le pareció que el Congreso no incluyera la posibilidad de gobiernos autónomos elegidos por "usos y costumbres"; entre tales, el no desdeñable de que las mujeres indias no tengan voto en sus comunidades y puedan ser vendidas al mejor postor. Si la sharia o ley musulmana condena a ser apedreada hasta la muerte a la mujer que tiene relaciones sexuales fuera del matrimonio, la sharia india exige que los no católicos abandonen sus casas, tierras y posesiones; que los sospechosos de algún delito sean linchados; que las elecciones sean a mano alzada frente al cacique y un largo etcétera que, para quien no lo sufre, debe formar parte de la autonomía con la que libremente se rige un pueblo. Bajo los mismos argumentos nadie podría protestar porque una mujer sea condenada a morir apedreada o un ladrón a perder bajo el hacha la mano con que robó: son los muy propios usos y costumbres de su nación.

Lo que el EZLN desea es un territorio propio, con el cual pueda ser reconocido por otros gobiernos como "fuerza beligerante": al igual que una facción en una guerra civil que se disputa una nación. Pero el EZ está muy lejos de tener esa fuerza militar, así que confía en que las buenas conciencias nacionales y extranjeras pongan el grito en el cielo. Que se sepa, la señora Mitterrand no está pidiendo autonomía para los bretones, corsos y vascos franceses ni ha firmado manifiesto alguno por la libertad del Languedoc o la fundación de la república de Aquitania en el sur de Francia. "O sea, ¿ves?, que se haga la autonomía en las tierras de mi vecino, ¿okey?"

El juego del EZ es burdo y claro, pero la ingenuidad del presidente Fox y la torpeza de sus colaboradores surgidos de la izquierda bien pueden brindarnos un portento peor que el zapatour, que costó la vida de uno de los policías encargados de abrir paso a los rebeldes, sin que nadie se haya tocado el corazón por él.

Aviones

Desde hace algunos años, cuando uno sube a un avión escucha el anuncio que prohibe el uso de equipo electrónico "porque puede interferir con los sistemas de navegación". Un reporte aparecido en línea el 11 de septiembre informa que radios, grabadoras, tocacompactos y lap tops" pueden fácil —e invisiblemente— ser adaptados para causar interferencia potencialmente catastrófica en los sistemas de control de una aeronave.

El experto en tecnología Chet Uber, del Security Posture en Omaha, Nebraska, dijo en la conferencia InfoWar, celebrada en Washington, que se debe considerar seriamente la posibilidad de que un terrorista interfiera intencionalmente los instrumentos del avión. Si alguien lo hace, los pilotos no tienen manera de monitorear el sistema para saber si es una falla interna o un trastorno provocado por un pasajero. "Uber dice que un terrorista con conocimientos básicos de electrónica podría modificar los circuitos en muchos aparatos para crear un arma electromagnética". En el equipaje de mano se vería como un inocente y común aparato electrónico.

Como se ve, la guerra contra el terrorismo está de antemano perdida. La única solución es mitigar el disgusto social que lo causa. Y no es muy difícil: se lograrían resultados duraderos con la décima parte de lo gastado en combatirlo por las armas. Pero así no es buen negocio.

la talacha fue realizada por: eltemibledani