El comité Frankenstein
columna: «la calle»
Vivos se los llevaron, vivos los queremos, es la demanda que se escucha acerca de los guerrilleros a quienes el Ejército no aplicó la ley. Faltando a las más elementales normas jurídicas, les puso un balazo y los enterró en fosas cuya ubicación desconocemos hasta la fecha. La frase suena muy bien en los mítines, pero implica, en quienes la elevan como demanda, que el Ejército mexicano conserva mazmorras secretas que han resistido la llegada de cinco presidentes de la República priistas y uno panista, sin que ninguno ordene abrir esos calabozos subterráneos, propios de algún castillo tétrico en medio del océano, para sacar a los desventurados, hoy cincuentones con las barbas hasta las rodillas. O sea, el conde de Montecristo multiplicado por decenas y sin tesoro.
No hay nada mejor para demostrar la maldad del Estado, el complot entre partidos diversos, la negrura del hoy y la perversidad de todos los políticos —que sólo hace excepción en quienes hacen política desde las ONG, u organizaciones no gubernamentales— que pedir imposibles. Como no cumplirá nadie, se apuesta a lo seguro: nada, como no sea regresarme vivo a mi hijo, a mi hermano, a mi sobrina, será prueba de cambio en el gobierno. Llevar a juicio al comandante a cuyo cargo estuvieron los detenidos, no les regresará la vida, dicen; obtener una reparación por el daño causado a la familia es una ofensa, es poner precio a la vida de un padre, de un hijo. Así parece pensarse en ciertos medios.
Por lo tanto, ni juicio ni reparación del daño: "Vivos se los llevaron, vivos nos los regresan". Urge pues una fiscalía Frankenstein que localice los entierros clandestinos y dé vida a los muertos, pues vivos no están. La frase del 68 parisino, que nos parecía tan hermosa: "Seamos realistas, pidamos lo imposible" es, dicha ahora, una idiotez que sólo repiten amantes de frases elogiables por la prensa.
El procurador general de la República creó una Fiscalía Especial encargada de investigar los delitos cometidos por servidores públicos contra personas vinculadas a movimientos sociales del pasado: en pocas palabras y sin los eufemismos en boga: delitos cometidos contra guerrilleros.
Acepté formar parte de un pequeño comité de apoyo a la fiscalía porque creo tener algunos datos qué aportar. Quiero estar cerca para ver que se interrogue a los miembros del Batallón Olimpia cuyos nombres repito de memoria con frecuencia, uno de ellos luego convertido por Cuauhtémoc Cárdenas en nada menos que subsecretario de Seguridad Pública: Héctor Careaga Entrambasaguas. ¿Ya declaró?
La amnistía
Creo firmemente que todo crimen debe ser tratado con el mismo rasero, y si queremos enjuiciado al militar que mató personas armadas sin someterlas a proceso, también debemos procesar a quien declaró la guerra al Ejército, mató soldados, mató empleados bancarios, mató "burgueses" secuestrados para obtener fondos; y a quien no mató, pero participó en asaltos y en otros hechos delictivos. Ha habido numerosas amnistías en diversas épocas. En una el entonces presidente Luis Echeverría nos "amnistió" a quienes, sin cometer delito alguno, habíamos sufrido procesos de bochornosa sumisión ante el Ejecutivo, y fuimos liberados con procedimiento igualmente hechos al capricho presidencial.
Los últimos amnistiados fueron los militantes del EZLN, a cambio de que depusieran las armas, lo cual no han hecho, y por lo mismo la amnistía no puede cumplirse.
Quienes se levantaron en armas contra el Ejército y buscaron el derrocamiento del Estado para instaurar la Dictadura del Proletariado puede ser que estén amparados por una amnistía, puede que no. No corresponde a la Fiscalía Especial hacer la distinción, pero sí al Poder Judicial.
Amnistía para unos, castigo para otros: no encuentro nada más injusto e inmoral que el trato diferenciado ante iguales crímenes, con la única distinción de que algunos "son nuestros cuates". Las amnistías a las guerrillas no pueden ser canceladas, tampoco es justo pedir amnistía para los servidores públicos que resulten responsables de matar a detenidos y enterrarlos clandestinamente. Pero no se me ocurre ninguna razón moralmente válida para que, quienes ayer mataron y hoy piden procesar a otros que también mataron fuera de la ley, queden a salvo de toda investigación y de su penalidad correspondiente.
En breve: no creo en criminales buenos y criminales malos, en el derecho de algunos a las armas y la gloria, porque son calificados como guerrilleros, y la falta del mismo derecho en quienes se defienden de ellos y son militares, policías o civiles que también se defienden, y son por eso calificados como paramilitares sin derecho a gloria alguna.
El complot púrpura II
Muy gráfico el adjetivo que encontró Carlos Marín para el complot por el que, según la derecha tapatía, fue asesinado el cardenal Posadas: "púrpura" por el color de las ropas cardenalicias; complot sin más pruebas que la "certeza moral" del sucesor de Posadas en el arzobispado de Guadalajara. El más sólido argumento es el expuesto por el diputado Fernando Guzmán: confundir al cardenal con el Chapo Guzmán sería como confundir a la madre Teresa con Madonna. Y no es imposible: si la madre Teresa hubiera poseído autos como los de Madonna.
Con las mismas bases del complot, esto es, con mucha imaginación, se pueden proponer los elementos de otro complot púrpura mucho más truculento: cuando fue obispo de Cuernavaca, Posadas Ocampo se encargó de desmontar los grupos de base católicos organizados por el "obispo rojo", Sergio Méndez Arceo, y así atrajo grandes enemigos entre la izquierda católica a la que pertenece Samuel Ruiz, el obispo cercano al EZLN; luego, ya obispo de Tijuana, hizo un seminario de inusual lujo que, se dijo entonces, era producto de narcolimosnas; al ver a Posadas progresar como candidato a suceder al arzobispo primado, Ernesto Corripio Ahumada, una fracción de la jerarquía eclesiástica sintió urgencia de pararlo y, puesto que los Arellano Félix no habían visto satisfechas las promesas, fueron la mano armada de algunos obispos... y del EZLN.
Digo, datos hay, nomás es cuestión de armarlos al gusto de cada quien. Para los creyentes en el complot aquí tiene uno más: el Complot Púrpura II, que hasta haría un buen guión cinematográfico.
0 animados a opinar:
Publicar un comentario