La soledad de Jorge Carpizo
columna: «la calle»
Con felicitaciones a Emilio García Riera, quien recibió el Ariel de Oro en reparación del daño que causa ver tanto cine mexicano
Admiro en Jorge Carpizo lo mismo que otros detestan: su respuesta inmediata y documentada a lo que considera falsedades, sin pararse a meditar en las inconveniencias de atraer el fuego cruzado de varios bandos. Su feroz defensa de los datos escuetos que son públicos en el caso del asesinato del cardenal Posadas Ocampo, hace nueve años, ha convertido tales hechos en algo así como "la versión de Carpizo". El silencio de quienes lo sucedieron en la PGR y llegaron a las mismas conclusiones y rechazaron las mismas hipótesis complotistas por no encontrarles fundamento, ha contribuido fuertemente a la creación de esa imagen pública que opone Carpizo vs Sandoval, y no Sandoval vs 6 Procuradores 6.
El mismo Jorge Carpizo dio, en los debates que sostuvo con el diputado jalisciense Fernando Guzmán, los nombres de los otros cinco procuradores que llegaron a las mismas conclusiones. Dos de entre ellos son notorios: uno por tratarse de un brillante abogado panista, Lozano Gracia, y el otro, Jorge Madrazo, porque convocó a participar de la investigación a la propia Iglesia católica y al gobierno de Jalisco. Con la activa presencia de dos obispos juristas en representación del episcopado mexicano, y con la del gobierno jalisciense, las conclusiones —revisados los datos, las declaraciones y las pruebas por enésima vez— fueron iguales a las del procurador Carpizo: Seis procuradores afirman
- Que el cardenal Posadas Ocampo no murió en un fuego cruzado entre dos bandas, sino por fuego directo.
- Que el cardenal no fue confundido con el "Chapo" Guzmán, como se insiste en tergiversar por el lado de los complotistas.
- Que el cardenal murió porque llegó en un auto Grand Marquis blanco igual a uno de los autos del "Chapo Guzmán". Vieron llegar el auto y dijeron: "Ya llegó". Llegó el "Chapo".
El diputado Guzmán repitió, en el programa Círculo Rojo, su viejo chistorete: que sería como confundir a la madre Teresa con Madonna. De nuevo: nadie dice que los matones confundieron al "Chapo" con el cardenal mientras éste caminaba lanzando bendiciones pastoralmente, sino que confundieron el auto. Pero en toda discusión nada hay mejor que poner en boca del contrario argumentos endebles. También me repito: la madre Teresa y Madonna sí podrían haber sido confundidas si la humilde monja hubiera usado los mismos autos que Madonna, por ejemplo un Cadillac color de rosa. Si las fans de Madonna esperaran un auto así, se irían sobre el primero que llegara. Las fans habrían podido reparar su error, los pistoleros no pudieron.
Édgar Mariscal Rábago, alias el "Negro", asesino material del cardenal, confeso y encarcelado, así lo asegura: que se equivocó y no supo a quién había matado sino después. La declaración del "Negro" Mariscal elimina toda posible duda, salvo en quien tenga otros intereses.
Y el diputado Fernando Guzmán sí los tiene y fueron señalados por el propio Carpizo: era un personaje desconocido y menor, pero la campaña de medios de que se ha colgado lo puede hacer candidato a la alcaldía de Guadalajara o eso piensa él. Sin la campaña le sería más difícil resultar elegido por los panistas porque pertenece a la ultraderecha del PAN, a la cual este partido le debe buena parte de sus tropiezos y descalabros. El PAN desea mostrar una imagen de centro, ser el partido que detecta las deshonestidades del PRI y nos libera de líderes corruptos, no el refugio de una intolerancia aún mayor. Por eso el diputado Guzmán debía hacer un trabajo de distracción y lo está haciendo.
Conspiraciones
Mientras vemos a Carpizo romper lanzas para defender la verosimilitud de sus conclusiones, los procuradores que lo sucedieron silban distraídamente en la barrera. Todos revisaron el caso, todos llegaron al mismo resultado: la confusión del auto porque eran iguales. Pero sólo Carpizo resumió la gigantesca investigación en un libro accesible, sólo él pide confrontarse con el propio cardenal tapatío, promotor de la tesis del complot político (al que le sigue faltando el móvil).
Únicamente Carpizo, el procurador que menos tiempo tuvo el caso Posadas en sus manos, acusa a la ultraderecha de buscar posiciones políticas abusando de la credulidad de la gente y del gusto popular por las conjuras, conspiraciones e intrigas como explicación de cuanto ocurre en el mundo.
El enorme gusto por las conjuras lleva a muchas personas a sostener el disparate de que la NASA oculta evidencias de vida extraterrestre, cuando encontrarla sería el mayor triunfo de esa institución y su acceso a un presupuesto sin límites. Y aún será mejor si el complotista es ya de antemano antipático. Así pues, nada resultará satisfactorio para el gusto popular por la tenebra, como no sea la constatación de que Carlos Salinas de Gortari mató a Colosio, a Posadas y a Ruiz Massieu, aunque nadie sepa explicar bien a bien sus muy sórdidos motivos. Pero, ¿no está pelón y orejón? ¿No nos dio un sexenio en el que estábamos pasando al primer mundo y luego el sueño se vino abajo? ¿No es, además, chaparro? ¿Qué mejores pruebas puede haber?
¿El cambio?
Nuestros políticos, de todos los colores y sabores, parecen empeñados en darle razón al lugar común que afirma que "todos los políticos son iguales y la política es una porquería". El alcalde panista de Guadalajara se lleva a su mujer en viaje pagado con nuestros impuestos, y, ante la pregunta, responde con un majadero: "Fue un olvido y ya". Es el estilito del gobierno panista. A los priistas cuando menos les daba por abrumar con incoherencias. Pero el panismo exhibe una pedantería nunca vista, la prepotencia del nuevo rico. Que no se ven los números de las placas: "Pues pónganse lentes", respondió el mismo gobernador panista que decidió prohibir las "francachelas". El PAN, que ganó Jalisco de panzazo, lo perderá en la próxima. Mientras el diputado Guzmán le busca tres pies a una investigación seria y al alcalde le pagamos sus viajes y el gobernador combate fiestas, los criminales microbuseros siguen asesinando gente en las calles de Guadalajara, impune y triunfalmente, no hay una sola línea nueva de tren ligero o Metro, no se autorizan los miles de taxis que faltan para una ciudad gigante ni los existentes entran al orden, el centro está inmundo, los narcos sí arman impunes francachelas, las industrias cierran, las maquiladoras se van. ¿Éste era el cambio?
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