Priistas de otro color
columna: «la calle»
Hemos hecho clasificaciones pervertidas de las partes de un conflicto: una parte que mata a otra son luchadores sociales; la contraria, que se arma para defenderse, en cuanto los medios la etiquetan como "paramilitares" pasa a poblar el bando de los malvados cuyo asesinato nadie lamentará. A partir de esa categorización, la nota periodística está viciada de origen y sin remedio.
Por ejemplo, en ciertos medios intelectuales, el PAN no gana nunca y el PRD no pierde jamás. Si un alcalde panista prohibe los table dance, demuestra que es mojigato, santurrón y gazmoño. A la inversa, cuando el PRD combate la vida nocturna de la ciudad de México y se resiste a modernizar horarios restrictivos (que nadie cumple) y a autorizar los table, está viendo por la salud de los trabajadores y cuidando al pueblo. Si un diputado, también panista, propone legislar esos giros y ampliar horarios nocturnos, es un malviviente que propaga el vicio, se le trata con desdén en todos los medios y cuanto haga es usado en su contra.
Si el presidente Fox se entrevista con los perseguidos políticos cubanos, a las más disímiles personalidades les aparece un súbito amor que nunca habían manifestado por el dictador Fidel Castro, que lleva 43 años sin permitir en Cuba los más comunes de los derechos ciudadanos.
Si el Canciller sostiene que las puertas de México están abiertas para todo cubano (como lo están para cualquier persona que cubra los requisitos de ingreso al país), le hacen pagar un raro incidente que huele a barbas con puro desde varias leguas: un grupo de delincuentes estrella un autobús para penetrar en la embajada mexicana. Caricaturistas, analistas y simples cabeceadores de notas hacen responsable del "grave incidente" a la Cancillería del gobierno panista. No a Castro.
Aplauso para los caciques
Un torpe edil panista, hace años, intentó regular el largo de la falda de sus secretarias y todavía nadie lo olvida. Pero, la "comandanta" Ester dice, sin sonrojarse y ante el Congreso, que las mujeres indias no necesitan ir a asambleas, prohibidas para mujeres por "usos y costumbres", porque sus votos los llevan sus maridos... y el México-pensante se pone de pie en atronador aplauso. Luego, durante meses, algunos comentaristas siguen refiriéndose al "magnífico discurso de la comandanta Ester", sin mencionar que las asambleas no sólo están vedadas a las mujeres, en lo cual Ester no ve problema alguno, sino concluyen con votaciones a mano levantada de todos los hombres... frente al cacique. ¿Aplaudirían el mismo sistema si lo aplicara el PRI en sus elecciones internas? ¿Si ocurriera dentro de un sindicato? O es que lo bueno para los indios no es bueno para los demás.
El abad (el cargo es vitalicio) de la basílica de Guadalupe, monseñor Schulenburg, sostiene que la existencia de Juan Diego no está históricamente comprobada, como es obvio para cualquiera, y más aún en la izquierda atea, y eso bastó para que la prensa "de izquierda" lo atacara por la marca de sus autos y la fachada de su casa, poco notable, por cierto, sin presentarnos los equivalentes del cardenal Norberto Rivera, que tampoco anda en vocho ni vive en multifamiliar. No pudiendo reprobar al abad por razones guadalupanas, lo hacen por "burgués". El caso es que también la izquierda lo ataca y con ello muestra que lleva arrinconado un catolicismo primitivo y de beata superado hace rato por los teólogos.
Cuando se cree tener la razón histórica, puede uno matar, si es guerrillero; clausurar negocios sin razón, cuando se tiene poder municipal; imponer la propia voluntad aduciendo "sondeos" telefónicos que hasta las mismas televisoras, promotoras de la idea, señalan como carentes de validez y de confiabilidad. La prensa será benévola. Pero no habrá misericordia para los demás. Ni aun cuando lleguen a comprobar que los asiste razón. Sus palabras serán motivo de caricaturas.
Solamente los neozapatistas se refieren a "nuestra palabra" en singular y con unción eucarística y ya hay quienes así lo escriben cuando hablan de Ellos, con mayúscula.
La objetividad por supuesto es inaccesible, pero ¿no podríamos hacer un intento de acercarnos a ella y no ser hoy lo que fueron los jilgueros priistas que tanto fustigábamos? Tenemos los mismos moneros y pensadores gobiernistas de 1964... adulando a otro partido en el gobierno. Ya son lo que combatieron.
Lo peor
Lo peor no fue que el presidente Fox negara, urbi et orbi, haber presionado a Fidel Castro. Tampoco que el canciller Castañeda encontrara tantos sinónimos para decirnos que nada se había pedido al visitante cubano. Ni que presidente y canciller mantuvieran esa versión ante el propio Congreso de la Unión en sus comunicados oficiales.
Lo peor no fue que Fox tutee a un jefe de estado que le responde con un cortante "usted" y no enmiende el tratamiento en las siguientes frases.
Tampoco que no descubra hacia dónde lo está llevando su interlocutor ni sospeche ante sus insistencias y repeticiones.
Ni que titubee y pierda piso y responda con un disparate a la pregunta "¿Y a dónde quiere us-ted que me regrese, se-ñor pre-si-dente?" "Pues a donde tú quieras", pues uno solamente regresa al lugar de donde vino. Si va a otra parte, no regresa.
Tampoco fue lo peor reconocer que el presidente de México es tonto.
Lo peor de todo, lo peor en la conversación grabada y hecha pública por Fidel Castro, es que Fox, un presidente elegido por el voto de la mayoría de los mexicanos, el presidente del cambio, el primero sin sombra de duda en los comicios desde Francisco I. Madero, llame "amigo" a un dictador, a un tirano. Nadie llama "amigo" a Pinochet y, pensemos, no duró en el poder ni la cuarta parte de lo que lleva Castro. En Cuba no puede abrirse un periódico, no puede formarse un partido político, no puede crearse un sindicato: no puede hacerse nada de lo que hemos hecho quienes hemos combatido al PRI. Quien lo intenta paga con la cárcel o con la muerte. Pero, en fin, que sirva de consuelo que también Chabelo y Marcos son considerados por Fox sus amigos.
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