La ciencia en Octavio Paz
columna: «la ciencia en la calle»
Divulgación de la ciencia
Para divulgar ciencia se puede ser periodista o científico. Los periodistas ignoran la ciencia a grados vergonzosos, como se vio hace poco cuando varias decenas demostraron desconocer que ya los griegos y pueblos anteriores se consideraban los únicos humanos y que lo mismo ha hecho la cristiandad más civilizada y las tribus del Amazonas. Centenares de exalumnos de este redactor tienen esa anotación en sus apuntes de clase y pueden asesorarlos.
Los científicos son regularmente pésimos divulgadores de sus propias ciencias porque, ensimismados en ellas, suponen que el lector comprenderá lo que a ellos les parece clarísimo. No hace mucho que una persona, quizá brillante en su área, al hablar de cometas mencionó la sublimación como parte del proceso que produce las bellas caudas. El lector común se quedó en blanco, pues se le da un sinónimo de exaltación y elevación; el informado en psicoanálisis cayó en corto circuito, pues la sublimación es un proceso del inconsciente. En la física es el paso del estado sólido al gaseoso sin pasar por el líquido, dato especializado cuya explicación no puede obviarse. A pocas líneas, en cuanto salió de su área, comete un error epistemológico (o de la manera en que conocemos), al atribuir el final de un período geológico a cierto hecho, sin observar que los periodos en que dividimos la historia son obra humana. No podemos decir "se cree que la caída de Roma marcó el inicio de la Edad Media", sino "la caída de Roma marca el inicio de la Edad Media porque así han convenido los historiadores". Igualmente hacen los geólogos con los periodos de la historia terráquea, como el Cretácico o el Terciario.
La burla y el incentivo
Algunas mentes brillantes se deleitan en señalar las tonterías ajenas. Otras prefieren, como Octavio Paz, poner al alcance del lego, y en palabras de lego, los mayores logros del pensamiento ajeno en este fin de milenio. El último tercio de La llama doble es un compendio de filosofía, metafísica, cosmología y neurología de la conciencia que despierta en Paz reflexiones propias, dudas y entusiasmos con tanta calidad como la de los textos revisados. Entre quienes nos sentimos solitarios admiradores de Steven Weinberg, confundidos observadores del submundo en que reina el principio de incertidumbre, descubrir esta faceta de Paz resulta alentador. ¿Así que también él se pregunta qué es la conciencia desde un punto de vista fisiológico? Su revisión de la postura de G. M. Edelman, cuya concepción de la conciencia ha sido expuesta en semanarios accesibles, echa mano de un bagaje filosófico del que carece el propio Edelman: "El constructor del yo, para el budista, es el karma; para Edelman, el sistema nervioso". Para el neurofisiólogo citado "el yo es una construcción y depende de la interacción de las neuronas. Es un artículo necesario e indispensable: sin él no podríamos vivir. Aquí aparece la gran cuestión: el día en que el hombre descubra que su conciencia y su ser mismo no son sino construcciones, artificios, ¿podrá seguir viviendo como hasta ahora? Parece imposible"
De Hawking a Plotino
Al hablar de big bang, las reflexiones de Paz abren terrenos a otras reflexiones. Dice: "Todo lo que ha pasado en el cosmos desde hace millones de millones de años es una consecuencia de ese fiat lux (¡Hágase la luz!) instantáneo". Pero esta hipótesis de "un universo que brota repentinamente de la nada, sin causa y movido por sí mismo", lleva a Paz hacia Hawking y su planteamiento de que antes del big bang (gran sonido) el universo era una singularidad, "una suerte de agujero negro primordial" que, no estando regido por las leyes del espaciotiempo, recuerdan de inmediato el caos de la mitología. "El caos de los neoplatónicos es una hermosa premonición de los agujeros negros de la física contemporánea". Y continúa: "La hipótesis de un agujero negro primordial es más consistente que las otras; en el principio había algo: el caos". Así se resolvería el "enigma lógico y ontológico" que exige definir la nada, "pregunta insensata y cuya única respuesta es el silencio... que tampoco es una respuesta". Aquí Paz recoge un uso brahmánico y lo acota. También se resuelve la duda: "¿Cómo sin un creador todopoderoso pudo emerger el ser del no ser?". No siendo la reflexión de Paz un texto propiamente científico, sus "millones de millones" de años deben tomarse como hipérbole poética, pues los cosmólogos atribuyen al universo un mínimo de 12 y un máximo de 20 mil millones de años.
Regreso a las preguntas
"La gran lección filosófica de la ciencia contemporánea consiste, precisamente, en habernos mostrado que las preguntas que la filosofía ha cesado de hacerse desde hace dos siglos —las preguntas sobre el origen y el fin— son las que verdaderamente cuentan. Las ciencias, gracias a su prodigioso desarrollo, tenían que enfrentarse a esos temas en algún momento: ha sido una bendición para nosotros que ese momento haya sido nuestro tiempo". Son estos señalamientos metacientíficos y el constante enlace que realiza Paz con la filosofía occidental y oriental, lo que hace del final de La llama doble (Seix Barral) una importante reflexión acerca de la ciencia.
Y por cierto
Hablando del big bang, transcribo lo publicado por La Jornada en 1992. El Gran Pum. No habrá lector que no haya escuchado hablar de big bang. El término fue acuñado originalmente como una burla por Fred Hoyle, quien con Hermann Bondi y Thomas Gold propuso por los años cuarenta la teoría contraria, la del estado estable, según la cual la materia se crea y se destruye constantemente (...) La burlona frase no fue The Big Explotion Theory, que no habría sido chistosa, sino The Big Bang Theory. Bang por supuesto no es explosión sino el sonido, la onomatopeya de una explosión. Lo que en español decimos pum. Era una pulla, una mofa, un choteo: Ah, vaya, no me digan, así que la nada hizo pum y aquí estamos.
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