Fortaleza y debilidad de la UNAM
columna: «la ciencia en la calle»
Las 26 iniciativas
Este artículo se publicó en esta misma sección el 3 de noviembre de 1986. A continuación un extracto.
Las veintiséis iniciativas en el planteamiento del rector Jorge Carpizo, según sus palabras, "persiguen sencillamente que los estudiantes estudien, que los profesores realmente enseñen y que los investigadores realmente investiguen". Eso es todo, pero es mucho. En buena parte los cambios son el retorno a normas que existían cuando los hoy profesores éramos estudiantes. Tales normas fueron siendo cambiadas en diversos momentos, pero siempre bajo la perspectiva de facilitar la conclusión de las carreras profesionales y por esta vía hacer lugar a las nuevas generaciones. Las dichas facilidades no llevaron a una mayor titulación y sí abatieron los niveles académicos. El descenso académico no se debe a la UNAM por completo, sino en buena medida a la eliminación o reducción de los filtros que necesariamente deben existir para el ingreso a la educación superior y al abandono de la escuela pública en los últimos años, lo cual ha traído a la Universidad alumnos que no saben si Juárez fue anterior o posterior a Hidalgo. Ejemplo real.
Punto por punto
De allí que la primera iniciativa proponga el pase automático de las preparatorias a la UNAM únicamente para los estudiantes que no hayan repetido año y tengan promedio mínimo de 8.
La segunda y tercera restringen el número de exámenes ordinarios y extraordinarios. Son correctas en una institución pública y gratuita.
La cuarta, que plantea el retorno a la calificación numérica, es una aceptación de la realidad, ya que los profesores hemos seguido calificando siempre con números y luego traducimos a las tres letras de pase. Absurdo.
Las iniciativas 5, 6 y 7. Nadie puede estar en contra de que se preparen materiales de ayuda para cursos difíciles, se impartan cursillos sobre hábitos de estudio o se determine bibliografía básica en cada materia.
La 8. Un máximo de reprobación de materias. En una universidad privada se puede esperar a que un alumno tenga a bien aprobar alguno de estos años una materia, para eso paga. En una pública no, porque hay alumnos mejores que se quedarán fuera. La iniciativa 8 obliga a ceder un lugar a estos alumnos.
La 9. Exámenes departamentales. Cuando hay más de un profesor impartiendo un curso resulta obvio la necesidad de, sin perjuicio de la libertad de cátedra, fijar un mínimo de conocimientos compartidos por los diversos grupos.
10, 11, 12 y 13. Orientación vocacional para alumnos, cursos de actualización para profesores, publicación de antologías y formación de docentes.
Otras más
Propuestas 14 y 15: revisión de las materias seriadas y de los planes y programas de estudio con frecuencia obsoletos.
La 16. Baja del personal académico que cobre sin trabajar.
La 17. Cumplimiento del número de horas de trabajo.
La 18. Evaluación real de los informes de labores.
La 19. Incremento en las cuotas que pagan los alumnos de maestría y doctorado.
La 20. Incremento al costo de exámenes extraordinarios. Es una forma de devolverle a ese examen su carácter extraordinario. Hoy día, dada su gratuidad, resultan una tercera, cuarta, o quinta vuelta del ordinario. Hasta el infinito.
La 21. Que los investigadores impartan clases también.
La 22, 23 y 24. Revisión de los estudios de posgrado.
La 25. Elección directa y secreta de los consejeros.
La 26. Elección del Patronato por medio de ternas que presente el Consejo Universitario.
Nueve años después
Como puede observarse, todas las iniciativas eran de simple sentido común. Pero el rechazo estudiantil llevó a una huelga que duró meses. Nada aceptaron. Ni siquiera que los exámenes fueran elaborados por los departamentos y no al arbitrio de cada profesor. ¿No se dan cuenta de que puedo redactar uno sólo para reprobarlos a todos? Decía cuando aún era profesor por esos tiempos. Respondía el silencio. No había argumento alguno. El escollo principal fueron las cuotas. Cuando el dólar estaba a 12.50, lo cual duró decenios, el pago anual era de 200 pesos, 16 dólares. Con la gran inflación del 85 y 86, esa cantidad quedó reducida a centavos. Es más caro un cigarrillo, uno sólo, que un año entero de universidad. Resulta más caro cobrar esas ridículas cantidades que nada. La UNAM planteó por entonces que no aumentaba sus cuotas, quería simplemente recuperar aquellos 16 dólares. Hoy serían 50 pesos por semestre. Pero, remataba esta columna, "ninguna clase privilegiada ha cedido jamás sus ventajas sin pelear por ellas, y los estudiantes defenderán sus privilegios como cualquiera. Incluido el privilegio de que los más pobres y alejados de la educación les paguen una profesión".
Meses antes
A fines de marzo de ese año, los alumnos del último semestre de Psicología, tras 17 años de escolaridad, afirmaban que el primer presidente de México había sido, según los más nombrados: a) Juárez b) Madero c) Díaz d) Huerta e) Maximiliano f) Carranza.
Uno de estos estudiantes del último semestre de Psicología no sabía por entonces qué es una neurona, otro escribe "Sigmur Froy", otro dice que El llano en llamas lo escribió Pedro Páramo (¿y no es así? Responden los "rechazados" de hoy). ¿Una obra de Octavio Paz?: Cien años de Soledad. Los proyectos de tesis dicen sublimarón, reforzarón, introyectarón, porque acaban en on.
Imagine el lector cuando la tarea es un poco más compleja. De 36 estudiantes de Dinámica de Grupos sólo dos consiguieron vislumbrar algo raro en un paciente que habla sobre el convento del siglo doce que hay en su pueblo (o se equivoca o nació en Europa). Sólo seis observan que la madre de un paciente de 20 años no pudo haber muerto en Hiroshima.
Aquí puede verse que hace mucho este redactor está obsesionado con el tema y piensa, sin muchos tecnicismos ni psicología, que "rechazados" es un eufemismo para lo que antes llamábamos "burros" y era motivo de vergüenza, no de algarabía y discursos acerca de la democracia. Así es esto de las modas.
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