Medios y ciudadanía
columna: «un vaso de agua»
Los medios de comunicación, que podrían formar ciudadanos, no lo están haciendo. Pasaron del silencioso vasallaje, la callada sumisión ante el poder anterior a Carlos Salinas, a la gritería histérica de hoy.
Los periodistas suponen que la libertad de expresión les otorga pleno derecho a todo, y así es como sentencian culpables antes que los jueces y luego, en abierta contradicción nunca reconocida, jamás permiten que con ellos se emplee la misma moneda. El ejemplo extremo lo tenemos en la destrucción de la candidatura de un gran hombre, un gran panista y un católico inteligente, porque también los hay aunque sean minoría. Me refiero por supuesto a Carlos Castillo Peraza.
Alguna vez tuvo el atrevimiento de emplear el lenguaje común en la actualidad y responder a una reportera que había lanzado una de esas preguntas venenosas, las preguntas antiperiodísticas que llevan en sí mismas el insulto: "Señorita, esas son chingaderas". Allí se acabó su candidatura: todos los días todos los diarios compitieron por hacer escarnio de lo que dijera y pronto crearon el mote con el que se refirieron a él sin descanso: Leperaza.
Y allí vimos a moneros y escritores que se desgarrarían la toga y se mesarían la barba si alguna vez su director les eliminara una grosería de un texto, llamando "lépero" a quien hablaba como ellos exigen que se les permita hablar por escrito so pena de clamar al cielo que la libertad de expresión está en riesgo. Contra lo que dice el refrán: que se haga la voluntad de Dios en las mulas de mi compadre, nuestros periodistas exigen libertad sólo para sí mismos.
Partidismo vs. Objetividad
En otro extremo de la actividad por la que los medios impiden el crecimiento de la actitud ciudadana está el partidismo. Un ejemplo lo tenemos cuando las noticias desaparecen. La Crónica publicó que el gobierno perredista del Distrito Federal había puesto en la Secretaría de Seguridad Pública al teniente coronel Rodolfo Debernardi, ex colaborador de un procurador denunciado por sus nexos con el narcotráfico; que el jefe de la judicial, Jesús Ignacio Carrola estaba acusado de torturar al joven Fernando Jordán; que Francisco Castellanos de la Garza, jefe de Recuperación de Vehículos, estaba acusado de extorsión, homicidio, tortura y venta de droga; que el subsecretario de Seguridad Pública, Héctor Careaga, había sido miembro del Batallón Olimpia, el grupo militar que comenzó los disparos contra la gente el 2 de octubre de 1968.
Éstos y muchos otros nombramientos habrían sido noticia bajo un gobierno priista, pero lo eran más por tratarse de un gobierno del PRD. Los políticos respondieron, como era de esperarse, que se trataba de una campaña contra su gobierno, pero no desmintieron ninguna de las investigaciones del diario. Los medios de comunicación afines al PRD ocultaron la información.
Ocultamientos
En días recientes y de acuerdo con notas de Reforma y La Crónica sobre Rosario Robles, ahora presidenta del PRD, durante su gestión al frente del gobierno del Distrito Federal contrató como "asesor en globalización" (sea eso lo que sea) a un fontanero, una asesora en otro tema igualmente sofisticado era maestra de corte y confección, rentó un palco en Bellas Artes por casi medio millón de pesos mientras el tren ligero chocaba por falta de presupuesto para reparar sus vías, otro medio millón lo pagó a una gringa ecologista sin permiso para trabajar en México, hubo contratistas que no existen y su domicilio fiscal es una casa habitación donde ni el nombre de la compañía conocen, otros se dedican a ramos diversos a los que supuestamente exigía el contrato. Y la perla: 50 mil pesos mensuales fue el salario de doña Pureza Personificada, o sea doña Rosario Ibarra de Piedra, como asesora en desarrollo municipal. Qué tal. Nadie ha negado los datos, pero en otros diarios ni una palabra: así es como la prensa crea la realidad nacional.
El psicólogo rumano—francés Serge Moscovici acuñó la expresión "construcción social de la realidad" para referirse al proceso por el que la atención selecciona, la memoria filtra, la categorización organiza y clasifica, y así en grupo creamos las verdades de nuestro tiempo. La prensa no podría escapar a ese proceso. Pero podría al menos hacer el esfuerzo y no sólo no lo hace, sino que se regodea en sus vicios.
0 animados a opinar:
Publicar un comentario