Las matemáticas de una mente brillante.
columna: «la ciencia y la calle»
Quienes alguna vez nos dedicamos a la psicología de los grupos y empleamos como una de las herramientas la teoría de los juegos, conocíamos el nombre de John Nash y algo de su caída en la esquizofrenia, así que la película A beautiful mind (Una mente brillante) era doblemente atractiva. Más todavía lo fue al saber, por un buen artículo en Science, nada menos, que, si bien la película mezcla hechos reales y ficción, las matemáticas que vemos desplegadas por todas partes, de pizarrones normales a vidrios de ventanas, son reales y referidas a áreas que Nash ha trabajado alguna vez.
Relata el autor del breve ensayo que aquí seguiremos, Dana Mackenzie, que las matemáticas le fueron encomendadas a Dave Bayer. En una escena capital, Nash se presenta en camiseta ante sus alumnos, vestidos con saco y corbata como se usaba en los años cincuenta, malhumoradamente pasa hojas de un enorme libro de texto, resopla, lo arroja a la basura y escribe tres líneas en el pizarrón mientras dice que el curso consistirá en resolver ese problema, lo cual a algunos les llevará meses y a otros "su vida entera", dicho lo cual, sale. Una de sus alumnas será su esposa, Alicia Larde, y lo cuidará durante las tres décadas de su enfermedad mental. Es verdad que Alicia Larde tomó clases con Nash, aunque la anécdota sobre el reto es ficticia.
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