La picazón Israel

publicado el 17 de septiembre de 2001 en «La Crónica de hoy»
columna: «la ciencia y la calle»

 

La maldición contra Estados Unidos y Occidente tiene un punto neurálgico: la defensa a ultranza de cuanto haga Israel. Los árabes trataron de impedir el surgimiento de ese Estado en tierras que han sido musulmanas por más de mil años. Fracasaron. Israel no admitió la partición salomónica del territorio ordenada por las Naciones Unidas y se ha ido apoderando de nuevos territorios porque cuenta con el apoyo incondicional de EU.

Durante cincuenta años de conflicto armado en tierras que son santas para judíos, cristianos y musulmanes, cada parte demostró que sólo buscaba la destrucción de la otra. Sería tiempo ya de que los cascos azules de la ONU impusieran a cada parte el respeto al territorio asignado en 1948.

En la prensa y en la calle, los mexicanos no han resistido la tentación de la sonrisa torcida ante la inmensa tragedia de Nueva York. Cada quien se ha dado a la tarea de recordar las muchas felonías del gran imperio: Vietnam, Chile, Irak, Granada... y un largo etcétera al que se ha añadido hasta el hambre y la enfermedad que padecen los países pobres.

En primer término, sería difícil encontrar un país del que nadie exprese agravios, y quien lo dude pregunte a los guatemaltecos su opinión acerca de México. Luego, Washington pocas veces ha actuado en otro país sin muchos y fuertes aliados internos: también era 11 de septiembre por la mañana cuando fue bombardeado el palacio de La Moneda. Pero, si bien contó en todo momento y sin duda con el apoyo de la CIA, el golpe lo dieron los militares chilenos y fue rabiosamente aplaudido por buena parte de la población que, todavía hoy, se manifiesta en las calles a favor de Augusto Pinochet. Muchos jóvenes, entre ellos Bill Clinton, salimos a las calles en los floridos sesentas para protestar contra la guerra de Vietnam, pero buena parte de la población vietnamita veía en esa intervención el único dique ante el avance del Vietcong. Y así podemos encontrar un ejemplo tras otro, sin por ello suponer que el Pentágono sea un blanco palomar.

El disparate

Pero lo que sí es un disparate es atribuir el hambre y la pobreza del mundo a los países ricos. Podemos culparlos de no haber sido lo bastante generosos con su dinero, pero no de ser los productores de la pobreza. Un empresario del siglo XIX, cuando no existía legislación laboral, sí era responsable por la pobreza de sus trabajadores. Las utilidades de una empresa pueden distribuirse con o sin equidad. Tenemos ahí un caso llamado de "suma cero": lo que alguien gana otro lo pierde. Si los salarios suben 25 pesos, el patrón pierde 25; de ahí 25-25=0; si los salarios bajan, pierden los trabajadores la misma cantidad que el patrón se embolsa.

Pero la riqueza del mundo no es, de ninguna manera, un bien de suma cero: si Estados Unidos produce mucho trigo no por ello Uganda produce menos; si Japón duplica su producción de cámaras fotográficas no arrebata producción de Nicaragua. En el mundo vemos pobres a los países que no han logrado tecnificar su agricultura ni acertado con la vía a la industrialización. ¿Por qué? Por razones culturales, por "usos y costumbres". Preguntémonos: el Congo, Etiopía, Libia, Cuba, Venezuela... ¿eran más ricas en 1901, cuando los Estados Unidos no eran una potencia? Para no lanzar culpas sobre otros imperialismos, vayamos más lejos: los habitantes de esos territorios ¿vivían mejor hace mil años, cuando los europeos padecían su Edad Media y su pobreza? No sus reyes, sino la gente, "el pueblo", ¿tenía en esos lugares más alimentos, mejor vivienda, más escolaridad, mejor medicina hace mil años? Europa inventó el capitalismo y la producción industrial: eso la hizo rica. Los demás no se empobrecieron, sólo siguieron la misma vida que mil años antes.

En la producción mundial de la riqueza es un disparate creer que lo producido por una nación lo arrebata a otra. Lo que hay es una enorme desventaja tecnológica: tenemos naciones que pueden alimentar, educar y dar salud a sus pueblos y otras que no pueden ahora y tampoco pudieron antes. Son sus culturas, nuestras culturas, las que nos han hecho pobres. Lo demás son lloriqueos y lamentaciones: Ay, las venas abiertas de América Latina!

El conflicto: Israel

Este rencor contra el rico es lo que tuerce la sonrisa ante el desastre cuando la gran mansión es incendiada. Hay un secreto regocijo interno. En México no ha sido tan secreto, según se ha podido leer en noticias y en comentarios.

¿Fue un rencor de la misma índole lo que el martes 11 abrió ese infierno? Nadie tiene pruebas y sí las hay en contrario: Los árabes musulmanes no habían visto en país alguno el símbolo del mal, como ahora ocurre con los extremistas tipo Osama ben Laden. Antes bien, extendieron su imperio desde España hasta la India sin imponer el Islam. Sus conquistas militares, en los tiempos en que todo país que podía conquistaba, no eran seguidas por el asesinato de los infieles. En España, el califato de Córdoba fue siempre respetuoso de cristianos y judíos, que pudieron practicar sus religiones durante siglos. Judíos y musulmanes han sido históricamente mucho más tolerantes que los cristianos. Aun los talibanes de Afganistán admiten que, quien ya tiene otra religión, la practique. Prohíben, bajo pena de muerte, el intento de cambiar la religión de un musulmán; pero no exigen, como la Santa Inquisición a indios y judíos, que se reniegue de una fe para abrazar la impuesta.

La maldición contra Estados Unidos y Occidente tiene un punto neurálgico: la defensa a ultranza de cuanto haga Israel. Los árabes trataron de impedir el surgimiento de ese Estado en tierras que han sido musulmanas por más de mil años. Fracasaron. Israel, alguna vez una hermosa utopía de kibutzim trabajados comunitariamente, no admitió la partición salomónica del territorio ordenada por las Naciones Unidas y se ha ido apoderando de nuevos territorios porque cuenta con el apoyo incondicional de Estados Unidos.

Durante cincuenta años de conflicto armado en tierras que son santas para judíos, cristianos y musulmanes, cada parte demostró que sólo buscaba la destrucción de la otra. Pero Yaser Arafat terminó negociando: tierras por tierras: existencia de Israel, pero también de Palestina. Perdió así el liderazgo sobre quienes no se conforman con menos que la ruina de la nación judía. Para esos fanáticos surgió la figura radiante de un profeta de la muerte: Osama ben Laden. Pero ben Laden no tendría mayor atractivo si Israel no avanzara, una y otra vez, sobre sus vecinos, pertrechado por el Pentágono. El principal enemigo dejó de ser Israel y los más exaltados voltearon hacia su defensor: Estados Unidos. Pero el conflicto, si bien cubierto por expresiones religiosas, es político, es con Israel. La envoltura religiosa es sólo para consumo del pueblo, para la formación de los futuros suicidas.

Sería tiempo ya de que los cascos azules de la ONU impusieran a cada parte el respeto al territorio asignado en 1948. Paz por la fuerza, antes que nos incendien a todos, como ya empezaron a hacer.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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