¿Cúal es el enemigo?
columna: «la ciencia y la calle»
Escribo esta nota (adelantada porque estaré fuera de México un par de semanas) cuando los diarios traen en sus primeras planas al enorme portaviones que los Estados Unidos envían rumbo al Mediterráneo. Cuando la nota aparezca ya habrá llegado, así como un centenar de cazas y bombarderos. Gran despliegue militar, justo, pero... ¿cuál es el enemigo? ¿Cómo harán para lanzar sus bombas sobre los terroristas que planearon los criminales atentados del martes 11? El mundo entero espera que no haya nuevas víctimas inocentes y que el terror no se pague con terror ni la barbarie con barbarie. Las naciones civilizadas no pueden rebajarse al tú por tú con los terroristas.
También tenemos por estos días el inexcusable intento de algunos intelectuales de izquierda por justificar las masacres ocurridas en Estados Unidos. A nombre de los pobres del mundo, algunos intelectuales hablan con el lenguaje de adolescentes obtusos y adoctrinados. Nadie con mínima sensatez ha negado las muchas ofensas que algunos pueblos pueden reclamar a la nación más rica y poderosa; pero, no es una de ellas la pobreza que sufren. Afganistán vive como hace mil años; la población de Uganda, el Congo, Honduras o Chiapas vive, con todo y miseria, mejor ahora que los habitantes de esos territorios hace mil años. Y no había Estados Unidos ni Europa que culpar.
Entre los reportes científicos publicados a raíz de los atentados en Nueva York y Washington, se encuentra uno de la Universidad del Estado de Ohio, presentado en los primeros días de septiembre ante el congreso anual de la American Political Science Association, que tuvo lugar en San Francisco. Lo transcribo por su interés profético: Mientras el gobierno federal considera posibles reacciones militares a los ataques terroristas del 11 de septiembre contra los Estados Unidos, la mejor respuesta podría ajustarse más a trabajo policial, según experto en seguridad nacional de la Ohio State University.
"Tratar con terroristas es más un problema de policía que militar", dice John Mueller. "Los Estados Unidos no pueden simplemente declarar una guerra o bombardear algo para tratar con estos terroristas. Debe haber vigilancia, infiltración de grupos, recolección de información y arresto de los responsables". Este ataque ocurrió en un momento de la historia en que hay un declive general de la guerra tradicional entre países. La mayoría de las guerras hoy día son realmente actos de grupos criminales que usan la guerra para enriquecerse. Estas guerras criminales, tanto como el terrorismo, forzarán a los Estados Unidos y a otros países a adoptar diferentes estrategias, fuera de las militarmente tradicionales.
Buenos ejemplos de estas guerras criminales de nuevo tipo se encuentran en la ex Yugoslavia. "Mucha gente dijo que estas guerras tenían motivos étnicos, pero han estado lejos de ser expresión de un profundo y permanente odio entre vecinos. Quienes las han perpetrado emplearon retórica étnica y nacionalista, pero en realidad eran criminales que actuaban como mercenarios bajo la dirección de líderes políticos débiles y desesperados.
Los señores de la guerra
Otras guerras, como las de África durante años recientes, son esencialmente conflictos violentos conducidos por señores de la guerra y pandillas de bandidos. "En algunos casos, el crimen exigirá organización importante y por lo mismo se verá como guerra".
Al mismo tiempo, la guerra convencional: entre ejércitos disciplinados que representan a sus países, ha declinado por causa de un cambio en las actitudes y creencias. Las dos guerras mundiales desacreditaron la noción de que la guerra era benéfica para las naciones. "Este proceso ha seguido, grosso modo, el patrón por el cual la antigua y fuerte institución de la esclavitud se volvió desacreditada y obsoleta". Como resultado, las mayores fuentes de violencia que aún restan son la guerra criminal y el terrorismo. Y mientras estos dos tipos de violencia son diferentes en algunos aspectos, ambos requieren una respuesta similar: "Debemos tratar con los terroristas y los guerreros criminales por medio de trabajo policiaco, no de acción militar.
Controlar el terrorismo exigirá paciente, triste, constante, rutinario y con frecuencia frustrante trabajo policiaco, no guerra". Y los estadunidenses deben aceptar el hecho de que nunca habrá una victoria decisiva sobre terroristas y guerreros criminales como la hubo sobre ejércitos tradicionales. "No hay victorias decisivas en el trabajo de la policía; las guerras podrían terminar, pero nunca el trabajo de la policía". (Ni el trabajo político que desmonta las causas abanderadas por el terrorismo, añadiríamos otros, como ha hecho España con la autonomía de los vascos. El terror vasco perdió raigambre con la autonomía y la democracia de esa región).
Dilemas morales
Algunas veces la gente dice que es correcto sacrificar una vida para salvar muchas. En otras circunstancias no lo acepta, dice un artículo de Science en su edición cibernética: "Por décadas los filósofos han debatido por qué dilemas morales hipotéticos, que son lógicamente idénticos, despiertan respuestas diferentes. Ahora, un estudio con imágenes cerebrales sugiere que las respuestas emocionales guían el razonamiento en estos casos". Así se ha comenzado a estudiar, por medio de resonancia magnética que permite ver al cerebro en plena acción, cómo decidimos lo que es correcto o no.
Ejemplo de dilema moral es el bien conocido de la balsa llena de náufragos. Resulta curioso que, ante dilemas idénticos desde el punto de vista de sus resultados, se obtengan respuestas distintas: no es lo mismo desviar un tranvía que matará a cinco personas y al desviarlo matar a una, que arrojar una persona a las vías para detener el vehículo y salvar a cinco. Si bien el costo es el mismo: una vida humana por cinco, la gente rechaza la segunda opción. Las áreas cerebrales encendidas en un caso y en otro son distintas y en el segundo se encienden más áreas emocionales.
En la guerra ocurre otro tanto: el hombre bondadoso que no podría disparar ni contra un asaltante, tiene menos conflicto si debe apretar un botón para soltar una carga de bombas sobre una ciudad enemiga. "Ojos que no ven..."
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