Atenco

publicado el 05 de julio de 2010 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Lo vimos todos por TV: los líderes de Atenco que se oponían a la decisión mayoritaria de vender sus tierras para que en ellas se construyera un nuevo aeropuerto internacional, detuvieron a los funcionarios del Estado de México que, ingenuos, se presentaron a dialogar con ellos, los ataron al kiosco del pueblo y los rociaron de gasolina para quemarlos vivos; patearon hasta dejarlo inconsciente a un policía caído al suelo, quemaron patrullas y otros vehículos, bloquearon calles y carretera de acceso, secuestraron y ataron policías de tránsito que pretendieron liberar las vías, danzaron delirantes con antorchas y machetes en alto.

La mayor parte del pueblo se encerró en sus casas. Al momento en que la policía entró, vimos a la población de Atenco, sobre las azoteas, aclamar su presencia porque los libraba de los energúmenos que con armas imponían su voluntad minoritaria a la mayoría.

Lograron su objetivo: el aeropuerto no se construyó. Era, curiosamente, también el objetivo del PRD en el DF. El gobierno perredista cuidó a los que marchaban armados de machetes por las calles del DF: no permitiría al gobierno federal panista colgarse la medalla de una obra admirable y urgente. Fox reculó ante un escaso centenar de opositores a su proyecto, opositores de mala fe, sin razones luego de que la mayoría atenquense había aceptado un precio muy mejorado y un local comercial dentro del aeropuerto a cambio de sus tierras salitrosas.

Detenidos y sentenciados los criminales, ahora están libres. La Suprema Corte alega errores en el proceso, fallas en la integración del expediente acusatorio. En fin: lo usual en nuestro Ministerio Público incapaz de hacer su trabajo. Pero añade un elemento grave: como se dieron esos delitos en el contexto de una "protesta social" deben disculparse.

Todos lo hemos visto en cine y en TV producida en EU: un hombre joven, fuerte y con cara de vicioso asesina a hachazos a su anciana y tullida madre porque ésta no tiene dinero para pagarle su drogadicción. Una cámara oculta graba el horrendo matricidio. El jurado mira la escena con horror, dos damas se desmayan. El patibulario es detenido, además, por un policía que lo encuentra todavía con el hacha y la ropa ensangrentadas.

Pero viene lo emocionante: "Su Señoría: ese video fue grabado de forma ilegal, por lo que pido que se retire de las pruebas". Su Señoría acepta la moción. El fiscal presenta el hacha (en una bolsa de plástico y con una etiqueta). Reporte forense: es sangre de la víctima y algo de la del hijo porque se dio un hachazo en la rodilla cuando la viejita se le zafó, lo cual lo puso aún más frenético. Salta la defensa: "Su Señoría, a mi cliente lo encontraron con las manos en el hacha porque era sujeto de una vigilancia ilegal y ese policía no tenía derecho alguno a estar allí y por lo mismo tampoco debió encontrarlo con el hacha ensangrentada". Y su Señoría acepta la moción... ¿Hay más pruebas?, pregunta.

No las hay: el criminal, sonriente, queda libre. Al salir, les para el dedo central a los investigadores que encontraron el video (sin orden previa de allanamiento) y al policía que no debió estar donde estuvo porque no había motivo para que estuviera.

Pues así es como hemos aprendido leyes los mexicanos, pero no el MP. Los ministros de la Suprema Corte añaden justificaciones para su propio secuestro algún día: bastará con declararse parte de una protesta social que se indigna contra una decisión de la Corte, para que no sea delito atar los ministros al astabandera del Zócalo y rociarlos de gasolina. Han sentado jurisprudencia: cualquier delito se perdona a un movimiento social porque la protesta no debe ser "criminalizada", dice el ministro Silva Meza.

La SCJN no encuentra comprobación de amenazas ni de secuestro: las imágenes de funcionarios atados y rociados de gasolina fue simple estilo para exigir atención a demandas... que eran una: no construir el aeropuerto. El ministro presidente, Ortiz Mayagoitia, no ve amenazas en palos y machetes blandidos sobre las cabezas de los secuestrados y amarrados.

Los ministros se acaban de echar al cuello la soga de las "motivaciones sociales", tan legítimas como impedir una obra federal en terrenos salitrosos pagados a sobreprecio y con local comercial añadido. La Corte hace jurisprudencia. Y también deberá mandarse hacer togas nuevas impregnadas de retardante de fuego... para cuando una protesta social los alcance... Llegará, no lo duden: ustedes le abrieron la puerta.

 



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