Sois vosotros 'batos' muy 'gandayas'
columna: «se descubrió que...»
Con la silenciosa reforma educativa perpetrada en el sexenio de Luis Echeverría y la comandanta María Esther Zuno, la SEP desapareció de los libros de primaria el pronombre vosotros y sus formas verbales. La peregrina idea tuvo aires nacionalistas, como todo el echeverriato, y dejó a los niños mexicanos sin entender su Himno Nacional cuando dice: "el acero aprestad...", y a los jóvenes sin Ruiz de Alarcón ni Sor Juana pues no comprenden: "Hombres necios que acusáis... sois la ocasión de lo mismo que culpáis"; o juegos infantiles como Hilitos de oro: que manda decir el rey que cuántas hijas tenéis. Los niños, hasta 1973, aprendimos como pronombres personales: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos. Y el modelo de conjugación amar: amo, amas, ama, amamos, amáis, aman. Sin problema.
Pero la reforma educativa de Echeverría, a tontas y a locas, como todo lo que hizo el padre político de López Obrador, nos dejó sin comprender Himno y literatura mexicana de siglos anteriores al XX.
Urge una reforma ortográfica en Hispanoamérica, Canarias y Andalucía, donde no pronunciamos la zeta interdental ni las sílabas ce, ci. Estados Unidos escribe color e Inglaterra, colour: no pasa nada. Pero es más difícil un acuerdo internacional que uno mexicano para adaptar los mexicanismos. Sólo en México usamos la X con sonidos J, S, Sh: México, Xochimilco, Xola= Méjico, Sochimilco, Shola. Son derivados del náhuatl formados con las dudas españolas para dar escritura fonética a sonidos de otra lengua. Pero ya se oye decir, en México y sólo en México, jenofobia derivado griego de csenos, extranjero. Peor, tenemos un medicamento llamado jilocaína y un instrumento llamado jilófono. Xilos= csilos, es madera en griego. Xilocaína es csilocaína, y xilófono es csilófono: madera que suena: marimba.
Los derivados del náhuatl no tienen razón para ir con zeta: azteca, Moctezuma, si el sonido no lo tuvo el idioma original ni los pronunciamos los mexicanos (excepto para contar chistes de españoles en los que casi siempre cometemos faltas de ortografía sonoras).
Un mexicanismo regional norteño, bato, no tiene por qué dudar entre be y ve labiodental que no pronuncia ni ha pronunciado nadie en mil años de hispanofonía. Es un caso raro entre los idiomas modernos: los españoles dicen uvé y nosotros ve chica para distinguirlas porque suenan de forma idéntica. El sonido labiodental lleva la postura de la efe, pero sin sonido antes de la vocal inmediata: en fairy suena fff, en very, no: She's very fairy. En inglés, francés, portugués, italiano, ruso, griego, hebreo, alemán (con W) hay el sonido labiodental. No en español. Entonces resulta ridículo plantarle una letra que nadie pronuncia a una palabra regional como bato. La manía de pronunciarla es herencia, también, de la docena trágica que parió a López Obrador. López Portillo neceaba, empeñado en gritar: ¡Fifa México!
Con gandaya pasa lo mismo. El Diccionario de la Real Academia, DRAE, sólo trae gandaya (y acota que, en catalán, gandalla es redecilla para el pelo); el Diccionario del español usual en México, de El Colegio de México no trae ni una forma ni la otra. Me han dicho que hay otro donde sí viene y lo escribe con elle. De ser así es un error de ese diccionario porque escribe un mexicanismo con letra que nadie sabe pronunciar. No es raro: el propio DRAE tuvo entre sus errores chiíta, con tilde en la segunda i, descuido ya corregido porque es grave terminada en vocal y doble vocal no hace diptongo: oo, ee, ii. Jesús Silva-Herzog Márquez me señala que, si mi argumento es que no pronunciamos la elle y la hacemos ye entonces escribirá sapato con la misma lógica.
No estaría mal. Pero exige un acuerdo entre más de 20 naciones y regiones de España porque zapato no es un mexicanismo, gandaya sí lo es en su acepción de abusivo. En cambio, el sonido de la elle es tan desconocido que pocas personas saben que existe y casi nadie lo puede pronunciar, de ahí que la RAE llame yeísmo al vicio de decir la Caye Mayor.
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