El negocio de ser víctima
columna: «la calle»
Ser víctima se ha convertido en una forma de vida y de buena vida: siempre aparecen defensores profesionales. El travesti al que no dejan mear en el excusado de mujeres, la transgénero tenista contra quien las tenistas se niegan a competir porque les lleva ventaja como ex varón; el palestino que ve de lejos el kibutz lleno de olivos y hortalizas, cree que eso le perteneció alguna vez y niega que es culpa de sus líderes musulmanes si lleva tres generaciones en campamentos de lona esperando el prometido exterminio de los judíos "en una semana" y luego, santas pascuas: retorno a sus dunas de arena.
Los indios que impiden a una mujer asumir el puesto de alcaldesa porque los "usos y costumbres" propios, no neo-liberales, anticapitalistas ordenan que muelan nixtamal en metate; los gays que van al congreso de Estocolmo y corren de regreso al de Río denunciando la "homofobia" ("temor al igual", eso significa, pero quieren decir lo contrario); los normalistas rurales que "son antisistema" y por eso los persigue Peña Nieto, pero sus escuelas reciben presupuesto federal que incluye hospedaje y alimentación; los papis que van de Nueva York a Montreal a Ginebra a San Francisco llorando "ay, mis hijos" sin tener que sudar en la milpa ni pelear con el principal producto de Guerrero, los alacranes.
La ONU que exige liberación y pago de indemnizaciones a secuestradores y torturadores flagrantes. Los appos de Oaxaca que exigen la liberación de secuestradores de dos niños menores de 8 años, descubiertos por la policía en un pozo donde comían y cagaban mientras los appos pelean por recuperar el multimillonario reparto de la nómina para educación.
Y el mejor botón de muestra: Liópez Obrador y su queja repetida 118 mil veces al día: "La mafia del poder me quiere callar", pero no se calla. Anuncia que "cuando sea presidente en 2018 venderá el avión presidencial" y se molesta porque autoridades electorales consideren que decir eso es "propaganda electoral adelantada".
Medalla BELISARIO DOMÍNGUEZ a Gonzalo Rivas Cámara, quemado vivo —con nobles fines— por los normalistas de Ayotzinapa: #LaBelisarioParaGonzalo
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