¿Alguien entiende a Peña Nieto?
columna: «la calle»
Desde los tiempos en que Echeverría armaba su Tercer Mundo ningún presidente mexicano había hecho una visita oficial a Arabia Saudita: es que vende petróleo y nosotros también, arena tenemos de sobra. A diferencia de Arabia vendemos autos, televisores, computadoras y toneladas de alimentos producidos con tecnologías novedosas. Los príncipes árabes compran sus autos a Rolls-Royce y Ferrari... que no producimos.
Para ir a venderle refris a los esquimales el Presidente Peña aceptó condiciones ignominiosas para su esposa: que debía vestir según exige la norma musulmana y llevar velo. La desobediencia a las normas religiosas todavía se expía con decapitación a espada. Un video clandestino muestra a una mujer envuelta en trapos negros, arrastrada por la calle, gritando su inocencia hasta que el verdugo la degüella sobre el suelo vil. ¿Cadalso? ¿Para qué?
Arabia se rige por la sharía o ley musulmana por la que la apostasía, o abandono de esa fe, se castiga con la muerte, y la muerte es a degüello por espada, casi siempre a varios golpes antes de cortar la cabeza. Las mujeres no pueden estudiar, trabajar, practicar deportes ni conducir sin permiso de un hombre. Mucho menos ser actrices como lo fue la primera dama de México, obligada a llevar velo. ¿A cuenta de qué empresas árabes o exportaciones de qué aceptó esa humillación para su esposa y para todas las mexicanas?
Según Amnesty International, cita El Mundo 28.08.15, de enero a agosto de 2015 hubo 130 decapitaciones; una cada dos días. En Arabia los clérigos dictan las sentencias de muerte. Entre los ejecutados hubo menores de edad y discapacitados, además de extranjeros que no hablaban árabe y no tuvieron abogado defensor (AI).
Es una monarquía abominable que subsiste porque flota en petróleo, su riqueza la ha dilapidado sin crear ciencia ni tecnologías propias.
Y el Presidente de México le otorga la más alta condecoración posible al rey de ese engendro cavernario.
Medalla BELISARIO DOMÍNGUEZ 2016 para Gonzalo Rivas Cámara, quemado vivo —con nobles fines— por los normalistas de Ayotzinapa: #GonzaloRivasParaBelisarioDominguez
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