El córtex lateral órbito-frontal “debe funcionar de forma adecuada para que los votantes hagan elecciones combinando fuentes diversas de información acerca de candidatos [...] Un nuevo estudio realizado por investigadores del Instituto Neurológico de Montreal y del Centro para Estudio de la Ciudadanía Democrática, ambos en la Universidad McGill, Canadá, ha arrojado luz sobre los mecanismos cerebrales que soportan las decisiones de la gente en cuanto al voto”.

La sobrecargada legislación de México al respecto trata, inútil y dañinamente, de evitar la información contraria a un candidato: se enriqueció de forma inexplicable, puso en nómina a toda su parentela, se asignó tres plazas, usó a sus vigilantes para mandarlos al súper, los puso a recortar el pasto y a regar el jardín.

Son minucias ante los grandes desfalcos de presidentes y de gobernadores; alcaldes que en tres años pasan de vender huaraches en un mercado a dueños del mercado y de plazas comerciales, como el caso notorio de Abarca en Iguala... hasta que detuvo y entregó a muerte segura, y terrible, a 43 normalistas.

El equipo de McGill descubrió que gente con daño en la región de la corteza arriba mencionada “basa sus votos en información más simple, por ejemplo el buen aspecto del candidato”: dan ejemplo quienes votaron por el PAN porque Fox les parecía guapo y por la misma razón cambiaron hacia el PRI por imágenes de Enrique Peña.

Así que, en el laberinto barroco de nuestra legislación electoral que decide cuánta verdad se puede afirmar, con pruebas, de un candidato, se deberá añadir que todo votante o votanta pase por un estudio neurológico: electro antiguo, tomografía de positrones, resonancia magnética, de forma que señalemos en el padrón a quienes muestren daño en la corteza lateral órbito-frontal. O, más barroco todavía, y más de acuerdo con nuestra legislación, dar menos peso en casillas a votos de los cerebralmente dañados que votan por AMLO porque grita mucho “contra la corrupción”, pero se olvidan de Bejarano y Ponce, sus secretarios en el GDF, de los 15 años de campaña presidencial con fondos inexplicables y el sostenimiento de casas de campaña, por centenares, para levantar el partido de un solo hombre, o... sin lesión cerebral: ¿a que iba Gustavo Ponce, tesorero de López Obrador, cada tres semanas a Las Vegas, ciudad del juego, la droga y las reproducciones a escala de la torre Eiffel, los canales de Venecia y las pirámides de Egipto?

“El nuevo estudio provee la primera evidencia de que esa región cerebral es crítica para integrar los diversos tipos de información que permiten a la gente llegar a una preferencia”.

¡Qué más quieren: Bejarano y Ponce acabaron en la cárcel! Pues queremos saber cómo fue que no te enteraste de lo que hacían cuando uno desaparecía de su oficina cada tres semanas y otro extorsionaba empresarios mientras tú redactabas el Nuevo Proyecto de Nación dictado por Luis Echeverría en forma de pajarico chiquitico. Queremos saber por qué acabó en la cárcel el productor de la “leche” Betty, en la que la secretaría de Salud encontró excremento; pero el vendedor, Martí Batres, está en la punta del candelero, “dirigiendo” Morena (carcajada sonora) sin haber pisado el bote.

“Recientes estudios de conducta política sugieren que las decisiones de los votantes pueden ser influidas por primera impresión y la atribución social (de méritos) basada en la apariencia física”. Ya lo dijo Platón mucho antes, hace 2 mil 500 años: bondad y belleza van juntas.

“Cómo se combinan múltiples atributos en la toma de decisiones y cómo se construyen los valores es un importante campo que apenas comenzamos a considerar”, dice Lesley Fellows, autor principal del artículo en el Journal of Neuroscience.

Los participantes sin daños tomaron decisiones, en el experimento, con base en el atractivo y, también, la competencia. Los dañados sólo usaron el atractivo. Éste puede no ser belleza, sino otro atractivo superficial: “Es que les dice unas cosas horribles a los del PRI”. Lo he escuchado... con horror.

la talacha fue realizada por: eltemibledani