Los dictadores no cambian
columna: «la calle»
¿Dónde, dónde, dónde he oído lo mismo que dice el presidente de Venezuela, un tal Maduro? Ya hace tiempo y muchos lectores no habían nacido, pero se dijo lo mismo de nosotros, estudiantes mexicanos: Corea del Norte nos había entrenado en eficaces tácticas terroristas para, en 1968, desestabilizar el gobierno mexicano, producto de la Revolución de 1910. Según portavoces del gobierno de Díaz Ordaz, entre ellos Porfirio Muñoz Ledo, deseábamos imponer una dictadura comunista.
Por eso los estudiantes mexicanos hacíamos manifestaciones y mítines. Pedíamos, como pretexto, la solución de seis demandas, de las cuales cuatro eran simplezas que habría resuelto hasta Luis Echeverría, sucesor de DO, otra era una modificación al Código Penal (que acabó por hacerse) y otra era una tontería nuestra: desaparición del cuerpo de granaderos. En todos los países democráticos hay su equivalente porque las masas se descontrolan.
Escribe para MILENIO este 21 de febrero el colega Marco Antonio Coronel: El ministro del Interior venezolano, Miguel Rodríguez, “dijo el pasado 13 de febrero que un grupo de líderes de la oposición en Venezuela visitó México para recibir entrenamiento y conocer las tácticas para desestabilizar de forma violenta al gobierno venezolano, encabezado por el presidente Nicolás Maduro”.
Ya desmecatado, el venezolano asegura que también las movilizaciones en Ucrania han tenido los mismos asesores. No importa si Ucrania dejó de ser parte de la Unión Soviética en 1991, y no hay una revolución en marcha, como la “bolivariana” de Venezuela. En la capital de Ucrania, Kiev, hubo 39 muertos de entre los manifestantes que piden elecciones anticipadas. Pero… el presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich ha aceptado la exigencia de sus opositores, renunció, y habrá elecciones en mayo. La Unión Europea ha dicho que habrá sanciones para los militares ucranianos que “tengan las manos manchadas de sangre”.
En Venezuela no hay nada similar: Nicolás Maduro sigue agitando los bracitos, como los molinos de viento de don Quijote, y denunciando la operación Fiesta Mexicana, como la llamó su ministro del Interior. Hay otras diferencias: a Yanukóvich no se le aparece Stalin en forma de “pajarico chiquitico” o de cigüeña, pájaro abundante por allá, ni en las sombras de una piedra, que son las vías por las que el muerto Chávez sigue comunicándose con su ex chofer, hoy presidente de Venezuela. Solo pensemos en que nos gobernara Nico, que se ha limitado a entregar a su familia el negocio de alimentar presos en Cancún.
El embajador de Venezuela en México, Hugo José García Torres, suelta la misma vaina, como dicen por allá, y cita al ministro del Interior venezolano, quien ofrece como prueba de la Mexican Connection unos muñecos colgados de un puente, como aquí cuelgan los narcos a sus víctimas ahorcadas. Y recuerda el asunto de la avioneta mexicana… que deberían evitar, ya que el gobierno de Maduro destruyó la prueba de su existencia con todo y su cargamento de droga (que iba en sentido contrario: México-Venezuela), y de sus mexicanos ocupantes nunca más se supo nada.
La Unión Europea se la tiene sentenciada a los militares ucranianos que dispararon sobre manifestantes, pero los diputados mexicanos no logran sacar una condena al asesinato de manifestantes en Venezuela, como propuso la senadora Mariana Gómez del Campo, del PAN, porque el PRI se acordó de repente de su viejo pretexto: la política de no intervención. Y el PRD ha coqueteado con la “Revolución Bolivariana” como si no le fuera suficiente medio siglo de dictadura cubana.
Maduro va por más: la cadena de TV “CNN tiene el objetivo de provocar una guerra civil para justificar una intervención del ejército gringo”. Por lo pronto, Maduro sacó del aire a la televisora colombiana que transmitió en vivo los disparos que dejaron tres manifestantes muertos y 66 heridos el pasado 12 de febrero.
Hasta hoy, el “Comité 68” (sea eso lo que sea) no se ha manifestado. De seguro condenará el asesinato de estudiantes en Venezuela.
Chapo
El Chapo Guzmán detenido: papelón del PAN.
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