El cerebro sabe lo que ignoramos

publicado el 02 de junio de 2013 en «Milenio Diario»
columna: «se descubrió que...»

 

Nuestro cerebro se pone en piloto automático en cuanto a gramática. Esta teoría ha estado en el aire por años, pero neurocientíficos de la Universidad de Oregón han capturado elusivas evidencias de peso acerca de que la gente en verdad detecta y procesa errores gramaticales sin percatarse de que lo hace". Los resultados aparecen este 8 de mayo en el Journal of Neuroscience.

En idiomas hablados por tantos países, como el español, lo que es error en uno, en otro no lo es y podemos discutir por horas. Alguna vez, un par de amigas catalanas me comentaron cuánto las distrae un doblaje o subtitulaje hecho en Latinoamérica. Dije que a mí también… dependiendo del país. Pusieron el ejemplo del pasado simple y cómo las desconcertaba. "Me pasa lo mismo", dije. Si me preguntan: ¿No fuiste a Roma?, me quedo mudo, no sé responder. ¿Cuándo? Es un uso argentino. Un mexicano, expliqué, preguntaría ¿Has ido a Roma?, a menos de que se trate de un tiempo ya concluido, cerrado: En este viaje a Italia, ¿no fuiste a Roma?

Pero los españoles también me confunden con un galicismo creo que recogido en el siglo XIX: el uso del pasado compuesto como en francés: Hemos ido a Roma y no hemos visto Villa Borghese. Como ya fueron y volvieron, y se refieren a una ocasión determinada, un mexicano usaría el pasado simple: Fuimos a Roma y no vimos Villa Borghese. Pero, si lo extiendo a mi vida, vuelvo a usar el pasado compuesto: Nunca he ido a Roma ni he visto Villa Borghese. Un mexicano, expliqué, jamás diría: Nunca fui a Roma, porque, al no estar muerto, aún puede ir.

En cine o TV: ¿No has visto Dexter? Es, para un mexicano, que la serie aún está pasando. ¿No viste Spartacus? Es que ya terminó. Un argentino usa el pasado simple: ¿No viste Dexter? Y entiendo que me pregunta por el capítulo de ayer, no por la serie.

En cambio, los mexicanos confundimos a todo el mundo hispanohablante con nuestra manía de no poner un no donde va: El doctor no está hasta las 5 (a las 5 llega) se transforma en El doctor está hasta las 5 (a las 5 se va, pero quien informa quiere decir A las 5 llega).

El estudio de Oregón se hizo con angloparlantes nativos de entre 18 y 30 años a quienes se registró la actividad cerebral con electroencefalógrafo, EEG. En particular se observó una señal conocida como Potencial Relacionado a un Evento. Escucharon 280 frases, algunas con sintaxis correcta y otras con errores: "Bebimos el brandy de Lisa junto al fuego en el vestíbulo" o "Bebimos el brandy de Lisa al fuego junto en el vestíbulo". En inglés Lisa’s brandy by the fire o Lisa’s by brandy the fire. "En algún punto de la frase sonaba un tono por 50 milisegundos, ya fuera antes o después de un faux pas. También sonaba en frases correctas".

Los participantes debían señalar, como distractor, si el tono había sido bajo, medio o alto, lo cual redundaba en que el error gramatical, plenamente escuchado, no alcanzara nivel consciente.

Con el tono después de los errores, los participantes detectaron el 89 por ciento de los errores. Si sonaba antes de los errores, los participantes detectaban sólo el 51 por ciento… Pero hasta cuando la persona no indicaba error, el cerebro lo hacía: el potencial relacionado al error saltaba en el EEG. El cerebro sabe lo que no sabemos.

Los autores concluyen que el cerebro procesa la información sintáctica aun sin actividad consciente. "Mientras otros aspectos del lenguaje, como la semántica y la fonología también pueden procesarse de esta forma implícita, los datos presentes son la primera evidencia directa de que los mecanismos implícitos tienen también un papel cuando el cerebro procesa sintaxis, el núcleo computacional del lenguaje".

El descubrimiento tiene inmediatas aplicaciones, en particular en los métodos para enseñar a adultos un segundo lenguaje, dice Helen Neville. Precisa que "los niños recogen las reglas gramaticales de forma implícita, en la cotidiana interacción con los padres y los iguales, al oír y procesar nuevas palabras y su empleo sin ninguna instrucción formal". Lo bien que construyen los niños hispanohablantes el pretérito: canté, y el imperfecto: cantaba, que los angloparlantes no tienen. Lo fácil que es, por lo mismo, aprender su equivalente en otro idioma. Y lo difícil que es explicarlo a un inglés que sólo tiene, para ambos, sang y debe buscar una forma perifrástica: I used to sing. Riqueza que nuestros malos traductores desconocen y nos asestan solía cantar y en vez de cantaba. Al emplear solía damos otro matiz: Solía cantar en su infancia.

DE:

Taza de café, copa de vino, botella de tequila, costal de cemento, plato de mole, cartón de cerveza y así vaso de agua: todo lo que está lleno se expresa en español, hace mil años, con la preposición DE. Todos los contenidos.

 


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