Autonomía y teporochos

publicado el 22 de abril de 2013 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Estaba en último año de prepa, en Guadalajara, cuando un recién llegado del DF nos contó a sus asombrados condiscípulos que si en las cercanías de la Ciudad Universitaria de la UNAM te pasabas un alto o te perseguía por cualquier motivo una patrulla de la policía, bastaba con cruzar a terreno universitario para evadir la patrulla. Preguntamos con pasmo el motivo. "Porque la UNAM es autónoma y por eso la policía del DF no puede entrar...".

Otro tanto piensan nuestros diputados, senadores y toda autoridad que goce de fuero: puede romperle en la cara su amparo a un ciudadano, ya no digamos pasarse los altos, ya que para eso es el fuero.

Al parecer nadie les ha explicado que no es así, ni con la autonomía ni con el fuero.

En agosto del año pasado, alumnos del CCH Naucalpan cerraron el plantel en protesta por la instalación de medidas de seguridad: cámaras, personal que revisa credencial de alumno y mochilas. La explanada se había convertido en mercado: a la vista se encontraban pulseritas y otras chucherías, menos visible había narcomenudeo.

Los vendedores de droga, indistinguibles de los alumnos o alumnos ellos mismos, ingresaban al plantel para competir contra los vendedores de la explanada. Las autoridades implantaron métodos de revisión. No les gustaron.

El 5 de febrero pasado, un grupo lanzó petardos y bombas molotov para incendiar la dirección del CCH Naucalpan. Estuvo encabezado por José Luis Ramírez Alcántara, El Chómpiras. El mismo personaje había participado en los destrozos a comercios y mobiliario urbano el 1 de diciembre en protesta por la toma de posesión de Enrique Peña, por quien millones de mexicanos no votamos, pero quienes sí lo hicieron nos rebasaron por más de tres millones de votos.

Hubo detenidos y cinco expulsados, denuncia penal por los destrozos, por agresión física contra el personal de intendencia y quemaduras a una alumna. Entonces ocuparon la Dirección General del CCH.

El viernes 19 de abril, los cinco expulsados encabezaron su nano-marcha, un "contingente" de media cuadra caminó del Parque Hundido a la explanada de la Rectoría, donde exigieron la "instalación de una mesa de diálogo"... por supuesto. Como las autoridades se la pensaban, rompieron vidrios de la fachada y tomaron la torre de la Rectoría.

En las fotografías e imágenes por TV no se ven más de veinte, quizá jóvenes por la voz, pues tienen los rostros cubiertos. ¿Y qué piden? Un sólo punto es claro: reinstalación de los cinco expulsados por el incendio en Naucalpan, y suspensión de órdenes de aprehensión, retiro de la denuncia ante la PGR interpuesta por la UNAM, no denuncia por daños a un edificio declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Luego adornan con oposición a la reforma del plan de estudios del CCH. Como ya andan entre ellos normalistas de Ayotzinapa, quizá sea que los obligarán a tomar clases gratuitas de inglés y computación.

Esperemos que la toma de la Rectoría sea más breve que la del auditorio Justo Sierra (al que yo, con otros imbéciles, pusimos por nombre Che Guevara a la muerte del guerrillero), tomado hace ya 13 años. Desde el año 2000, las autoridades de la UNAM "analizan cómo recuperarlo, ya que el problema es delicado, por lo que debemos hacerlo mediante el diálogo", dijo a La Jornada Francisco Bolívar Zapata, integrante de la Junta de Gobierno... en 2009. Es que apenas se iban a cumplir 10 años de que el auditorio pasara a ser dormitorio, cocina y excusado de teporochos y en su exterior asesinaran a un narcomenudista. Nomás uno.

¿Y cómo ocurrió esa mutación? Tras los diez meses en que el Mosh y sus cuarenta rufianes (hubo hasta 50 algunos días) cerraron la UNAM, su auditorio más grande "lo ocuparon diversos grupos para convertirlo en un ‘espacio autónomo y rebelde’", dice nota de Emir Olivares en La Jornada del 10 de junio de 2009.

En la misma fecha y nota, señala Diego Valadés, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, que un solo grupo "no tiene derecho" a impedir que la totalidad de los universitarios disfruten de ese recinto: "Es un acto de exclusión que no coincide con la forma de ser de esta Universidad".

Ante palabras tan duras, los teporochos y narcomenudistas comenzaron a levantar sus cobijas, anafres, tendederos y colchonetas en aquel 2009. Si aunamos cuatro años de diálogo de Bolívar Zapata para resolver "el problema delicado", ya mero se van.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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