Ya hay receta para nanocables
columna: «se descubrió que...»
Mientras los legisladores mexicanos se la piensan acerca de si nos autorizan a producir energía con viento, para desconectarnos de la CFE, e hidrógeno a partir de agua para no depender de Pemex, ocurre que, como decía aquel noticiero de los cines con doble función: El mundo sigue su marcha. La falta de incentivos desmanteló el "valle del silicón" en los alrededores de Guadalajara. Y eso que los panistas eran los promotores de la libre empresa, la desregulación en los negocios y la apertura a los capitales. Pues nada: que sin agua ni trenes ni electricidad a precio y calidad atractivos, ni nada de nada, las industrias de los transistores y microcircuitos se fueron con sus capitales a esclavizar otros pueblos menos dados a defender su soberanía de tortillas con chile.
La nueva generación de transistores con nanocables se mide en millonésimas de milímetro. Un metro tiene mil milímetros; cada milímetro, mil micras o micrones o micrómetros, y cada micra tiene mil nanómetros. Si estiramos un milímetro al tamaño de un metro, veríamos las bacterias, pues medirían entre medio y 5 milímetros; pero el nanómetro, mil veces menor, seguiría siendo invisible a esa escala para el ojo desnudo.
El futuro de la electrónica está por llegar al mercado luego de que investigadores de IBM (una de esas transnacionales chupasangre que no deben invadirnos) logró un descubrimiento clave en la Universidad Purdue y en la de California sede Los Ángeles: universidades antidemocráticas donde se aplican impopulares exámenes rigurosos, exigen pago y lanzan a la calle a quienes no mantengan el ritmo, no hay huelgas estudiantiles en solidaridad con las luchas populares en Burkina Faso ni con sindicatos mexicanos revendedores de electricidad.
Los nuevos transistores, que pronto serán empleados en chips de computadoras, se integran con nanocables de silicio, germanio y una aleación de oro y aluminio. El artículo detallado lo publica Science del viernes pasado. Lo firman Cheng-Yen Wen, Eric Stach, Frances Ross, Jerry Tersoff y Mark Reuter.
Explican que mientras los transistores ahora comunes están hechos de silicio (o silicón en un anglicismo muy extendido) en capas horizontales, los nanocables hechos de materiales semiconductores se "cultivan" de forma vertical, lo cual permite conectar más transistores de un circuito integrado. La frontera entre las tres capas que componen el nanocable es crítica para poder controlar el flujo de electrones según se enciende o apaga el transistor. El equipo ha logrado una definición precisa a nivel atómico. Esa nitidez en el borde de los componentes no había sido posible hasta ahora y la transición entre una capa y otra era gradual, demasiado para que su desempeño como transistor fuera aceptable.
Lo que tanto nos desespera a los dueños de computadoras: que apenas desempacada y comenzando a dominar algunas de sus funciones de última generación… ya hay otra que hace obsoleta la nuevecita, se debe a la llamada ley de Moore: que el número de transistores en un chip de computadora se duplica cada 18 meses. Pero este ritmo se calcula que no podrá mantenerse, el transistor basado en silicio alcanzará su límite en menos de diez años. Ese límite volverá a ser rebasado con los nanocables, que permitirán mantener el ritmo de la ley de Moore gracias al equipo de IBM con participación de universidades.
Receta para fabricar nanoalambres semiconductores:
Ponga a calentar pequeñas partículas de una aleación de oro y aluminio hasta licuarlas en una cámara de vacío, luego introduzca a la cámara vapor de silicio. Añada cuanto sea suficiente hasta que la aleación de oro y aluminio se supersature de silicio. Hay supersaturación en una solución cuando ya no alcanza a disolver más material, por ejemplo, cuando el agua del bacalao se supersatura de sal ya no logra disolverla, se deposita en el fondo y el bacalao no libera más sal. La supersaturación del oro-aluminio con silicio hace que el silicio se precipite en forma de alambres. Ponga una gotita de aleación oro-aluminio sobre cada alambre en crecimiento de forma tal que la estructura parezca un champiñón cubierto de salsa bechamel.
Ahora reduzca la temperatura en la cámara de vacío lo suficiente para que la tapa de oro-aluminio se solidifique, lo que permite al germanio (perdón, pero, en la nota de Purdue, Stach no menciona cómo y cuándo entra el germanio... Hum, compló de la mafia) depositarse de forma precisa en el silicio y así crear una heteroestructura de silicio y germanio. El ciclo se puede repetir, alternando gases de germanio a silicio, según se desee. Así se crea un portón de germanio entre el silicio de base y el oro-aluminio que cubre el pastel. Eso lo convierte en un instrumento que se puede encender y apagar, o sea, en un transistor. Bon appétit.
Contacto: Eric Stach.
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