En el pecado la penitencia
columna: «la calle»
El viernes 16 de enero por la mañana, el 5o. Juzgado de Distrito dio entrada a la demanda de amparo que interpusimos un grupo de ciudadanos contra la legislación electoral que nos prohíbe informar a la población, por medios electrónicos, de las objeciones que vemos en un candidato a elección popular o las ventajas de otro. La nueva ley o Cofipe (Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales), cortada a la medida de los tres partidos grandes, cede, contra todo uso democrático, el monopolio exclusivo de la información a los partidos, e impone dos restricciones aun para los partidos: la información debe ser positiva y en los tiempos oficiales repartidos por el IFE.
Sin duda, la calumnia es inadmisible, por eso ya está sancionada, con o sin Cofipe. Pero con semejante ley, el hoy presidente Barack Obama, nunca hubiera podido mencionar el desastre a que llevó el gobierno republicano de Bush la economía estadunidense, el inmenso déficit abierto en las antes sanas finanzas del país más rico del mundo; la ausencia de armas químicas en Irak, pretexto de la guerra, ni el pantano en que están hundidas sus tropas. Con nuestra ley electoral, estaría prohibido atacar a Bush por los prisioneros sin proceso ni apelación hacinados en Guantánamo, y ni siquiera sería posible mencionar el nombre Abú Ghraíb, mucho menos mencionar las torturas a que fueron sometidos los detenidos irakíes en ese campo de exterminio.
La ley electoral mexicana afecta la libertad de expresión y, más importante aún, la de información que todo votante necesita para entregar un voto razonado. Por eso la admisión de nuestro amparo contra esos aspectos aberrantes del Cofipe, "que parecería un simple trámite más, es un auténtico parte-aguas en la historia jurídica del país", señala el impulsor del amparo, Federico Reyes Heroles. "El asunto inicia un nuevo camino pero desde un punto de partida muy diferente del que teníamos hace un año. Como ustedes recordarán nuestro amparo argumentaba en varios sentidos. El primero y quizá más relevante es que las reformas constitucionales sí eran materia de amparo. Eso ya se logró."
Los tres partidos políticos mayores, en injuriosa colusión contra los ciudadanos, urdieron un magnífico trabalenguas jurídico: subieron sus aberrantes proscripciones a la Constitución y así, cuando alegamos que impedir la información a los votantes, y sobre todo la información sobre los motivos para no votar por cierto candidato, era anticonstitucional, respondieron que los contenidos de la Constitución no pueden ser anticonstitucionales. Con eso no podremos señalar al electorado por qué razones no debería votar por el panista Ramírez Acuña ni por el priista Mario Marín o por la perredista Padierna, cuya leche "Bety" la tendría, en China, ante al paredón de fusilamiento. Y los sentenciados chinos sólo contaminaron su leche con melamina, los Batres, Bejaranos y Padiernas de aquí la vendían con excremento. Este mismo párrafo, por medios electrónicos, dice la partidocracia que infringe la ley. Su ley.
Ya veremos. Por lo pronto, "la Suprema Corte de Justicia no puso ningún tipo de limitación a las discusiones en el juzgado de distrito, eso quiere decir que se deberá discutir desde la forma misma como se tramitó la reforma". Todo parece indicar que no habrá resolución antes de los procesos electorales de este año. Pero no habrá obstáculo para que, pasadas las elecciones de junio, el tema pudiera volverse a discutir incluso en la Suprema Corte.
En el pecado los partidos han llevado la penitencia: ya se han dado los primeros frentazos con su engreimiento: una multa por andarse titulando "presidente legítimo" (y muchos defendimos su derecho a anteponerse el título de su real gana), otra multa por señalar peligros. Y espérense, aún falta que arranquen las campañas. No oiremos únicamente las muy válidas acusaciones por calumnias, sino las invocaciones a mamá: "Me dijo chaparro, me dijo mariquita..." ¿Se acuerdan? Pues ahora será posible, si triunfa la partidocracia, elevar esas quejas ante el IFE, el Tribunal Electoral, Hacienda y quien las admita: "Me dijo feo, me dijo que me embolsé hasta las ligas, me dijo..." De candidatos agresivos, que se sacan los trapos sucios, a plañideras gemebundas.
Lo difícil va a ser establecer tarifas: ¿cuántos reglazos en las manos se llevará quien le diga a su oponente "mariquita sin calzones"?
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