Darwin
columna: «se descubrió que...»
Charles Darwin nació el 12 de febrero de 1809 en Inglaterra, y publicó su obra maestra acerca de la evolución de las especies en 1859... luego de pensársela por años, como le había ocurrido, unos 400 años antes, a Copérnico: otro aterrado por las implicaciones de su descubrimiento. Festejamos pues 200 años de su nacimiento y 150 de la publicación de El origen de las especies, la obra fundacional de la biología moderna.
Si la idea subyacente en la palabra "evolución" es el mejoramiento de una especie, su perfeccionamiento, entonces Darwin no propuso la evolución, no la así entendida. Su descubrimiento es molesto no sólo porque desecha la creencia de que el universo y en particular los seres vivos fueron creados por Dios tal y como ahora son. Eso resulta herejía sólo para quien se tome al pie de la letra los textos bíblicos: si el Génesis dice un día, es un día, con "su tarde y su mañana". "21. Y creó Dios los grandes monstruos marinos... Y fue la tarde y la mañana del día quinto." Luego creó los animales terrestres, incluido el humano, en el sexto día. Y el séptimo lo dedicó al descanso porque Dios, con todo y ser perfecto, también se cansa de tanto quehacer. Así está escrito y así es. Punto y a callar.
Cualquier persona creyente, pero sensata, puede admitir que la lectura literal conduce a simples tonterías. Lo que resulta aún más inquietante es saber que los seres vivos no vamos hacia una meta, no mejoramos para acercarnos a un modelo ideal: somos simples sujetos del medio y de mutaciones al azar. La voz "evolución" describe mal el cambio constante de las especies porque introduce una cierta teleología, una idea de meta y perfeccionamiento. Que los seres vivos hayan alcanzado su forma presente por pasos evolutivos no contradice la esencia del Génesis: aun la recalcitrante Iglesia católica ya admite que la evolución bien pudo ser el método elegido por Dios para crear la rica variedad de la vida. Un cura ilustrado aceptará que "La tarde y la mañana del sexto día" es lenguaje poético y pudo durar millones de años.
Pero... a partir de Darwin sabemos que las especies sólo cambian para adaptarse al medio cambiante, sin plan, proyecto ni objetivo futuro. Es "mejor" el individuo que mejor se ajusta, y ese ajuste ocurre por el azar de las mutaciones sobre las que la selección natural elige. Lo que hoy es un buen ajuste, mañana puede ser desventaja: el medio decide, y lo hace ciegamente. Si no hay de dónde elegir, ninguna mutación apropiada, la especie simplemente desaparece, como cientos de miles que ya no existen.
Suena horrible porque no deja lugar a la bondad divina. Es el imperio de la frialdad. El león joven mata al viejo y enseguida mata sus crías porque al hacerlo la leona entra en celo y se aparea con el asesino de sus hijos... visto desde una perspectiva humana, suena tan trágico que ni Sófocles lo intentó. La naturaleza no es siquiera cruel, es impasible.
El origen de nuestras quijadas
En el último número de Nature viene la descripción de un cráneo de pez que vivió hace 410 millones de años. Martin Brazeau, de la Universidad de Upsala, Suecia, lo considera clave para conocer el origen de los vertebrados con quijada, sean dinosaurios, delfines o humanos, es el Ptomacanthus anglicus. Los estudios de su cráneo indican que "es pariente muy cercano de los primeros tiburones o cercano al ancestro común de todos los vertebrados con mandíbula modernos", señala Brazeau.
El viaje fantástico
Científicos de la Universidad de Tel Aviv, Israel, están a punto de hacer realidad la fantasía hollywoodense de 1966: un "minisubmarino" que puede introducirse en el torrente sanguíneo para destruir células enfermas. Los planos del submarino y el mapa de su viaje inaugural dentro de un cuerpo humano fueron publicados en Science por Dan Peer, del Departamento de Investigación Celular e Inmunología de la Universidad de Tel Aviv.
Hecho de materiales biológicos, el nano-submarino podrá llevar drogas que ataquen células cancerosas. "Nuestro laboratorio está creando nano-máquinas biológicas que puedan dirigirse hacia células específicas", dice Peer. Por lo pronto, ya ha sido empleado en ratones con colitis ulcerosa: operando como los sistemas de localización GPS, activados por satélites, el nano-submarino localiza células inmunes hiperactivas en el intestino delgado del ratón y las destruye.
El equipo aprendió el método con el que nuestro sistema de inmunidad localiza y detiene infecciones. Ante el interés de grandes firmas farmacéuticas, la Universidad de Tel Aviv prueba las cargas que podrá transportar su nano-submarino con el fin de tratar cáncer, inflamación y enfermedades neurodegenerativas. Espera lanzar sus nano-submarinos en un plazo de tres a cinco años. Los primeros objetivos serán el cáncer de sangre, de páncreas, de pecho y de cerebro. Contacto.
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