"El beso" de Luis González de Alba

publicado el 11 de octubre de 2008 en el suplemento "Laberinto" de «Milenio Diario»

 

El libro con que Luis González de Alba conmemora los 40 años de la masacre de Tlatelolco, Otros días, otros años (Planeta, 2008), esconde una bomba periodística que podría estallar en Argentina —y desencadenar una serie de reacciones a lo largo del continente literario latinoamericano.

González de Alba escribe una novela autobiográfica en la que un líder del 68, preso en Lecumberri, va relatando los pormenores del movimiento estudiantil a un presidiario común sentenciado por asesinato. A medida que el relato avanza, los personajes se acercan: lentamente se despliega entre ellos una historia de amor homosexual.

El libro se lee con inquietud. Hay ecos, resonancias que trazan un paralelismo extraño con la cuarta novela de Manuel Puig, El beso de la mujer araña (1976), en donde una cárcel de la dictadura militar argentina sirve de telón de fondo a la (paulatina) relación amorosa que habrán de entablar un preso político heterosexual, Valentín Arregui, y otro homosexual, Luis Alberto Molina, acusado de perversión de menores. Si en la novela de González de Alba la teleraña se construye con la crónica del movimiento estudiantil, en el libro de Puig la seducción se despliega a través del conjunto de relatos, de corte cinematográfico, con que Molina entretiene a su compañero de celda.

¿Estamos ante una novela ofrenda? Aparentemente, no. En el tramo final del libro, González de Alba entrega —simultáneamente esconde— la clave de estas resonancias. Cuando queda en libertad, el líder estudiantil que protagoniza su novela, y que a su vez guarda un paralelismo extremo con el propio González de Alba, conoce a un argentino llamado “Manuel”, al que recientemente le ha presentado un tal “Pelón Valdés”. El argentino pregunta: “Y vos... ¿escribís algo ahora?” El narrador dice que sí: tiene unas notas sobre su estancia en Lecumberri, un relato inacabado sobre el amor entre un preso político homosexual y un reo común heterosexual. “Manuel” guarda silencio, despojado por un instante de “su dejo de feminidad”. “Manuel” guarda silencio, observa al narrador, y al poco tiempo sale hacia a Nueva York, “¿o fue primero Río?”.

Manuel Puig decidió exiliarse en México en 1973. Su novela The Buenos Aires Affaire había sido incluida en la lista de libros prohibidos del peronismo. El encargado de recibirlo fue Fernando Valdés, de editorial Seix Barral, quien lo acercó a lo que Tomás Eloy Martínez iba a llamar “los raros escritores mexicanos a los que Manuel había frecuentado”.

Puig escribió en México una obra de teatro inspirada en José Alfredo Jiménez, Amor del bueno. Se hizo adicto al cine nacional (cinta favorita: Aventurera) y colaboró sin crédito en la escritura del guión de El lugar sin límites. Finalmente, partió a Nueva York, donde escribió la novela que en palabras de Cabrera Infante unió al cine con el siglo (El beso de la mujer araña). Tras una parada previa en Río de Janeiro, su exilio terminó en 1990, en el hospital de Cuernavaca donde lo encontró la muerte.

González de Alba es un tenaz guardador de secretos. Conservó durante años los detalles de escritura de La noche de Tlatelolco. Su nuevo libro deja la impresión de que calló, a lo largo de cuarenta, la noticia siguiente: un líder del 68 inspiró la obra que proyectó a Puig a la fama. Lo decía Ricardo Piglia: Manuel Puig cuenta vidas reales, ficcionaliza lo testimonial hasta borrar, en páginas de celuloide, cada una de sus huellas.

Héctor de Mauleón — demauleon@hotmail.com

 

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