Nuestro ADN llegó de las estrellas
columna: «se descubrió que...»
Que estamos compuestos de materia formada en estrellas lo sabemos por la cosmología hace decenios: el carbono, hierro, calcio y otros elementos de nuestros cuerpos, sólo pudieron formarse por fusión de átomos de peso medio en el interior de estrellas que, al concluir su ciclo, explotaron y lanzaron al espacio ese polvo. Luego esas nubes, y el hidrógeno primitivo interestelar, se condensaron, por gravitación, en el Sol y los planetas.
La novedad publicada este 15 de junio por científicos de Europa y Estados Unidos es que las partes más antiguas de nuestro material genético, el ADN, contienen elementos encontrados también en meteoritos de origen extraterrestre. En Earth and Planetary Science Letters presentan evidencia de que precursores del ADN y ARN llegaron de las estrellas.
Zita Martins, del Imperial College London dice: "Creemos que la vida primitiva pudo haber adoptado nucleobases [los elementos del ADN] de fragmentos meteoríticos para emplearlos en la codificación genética que los capacita a transmitir sus rasgos exitosos a las generaciones siguientes". El equipo encontró esas moléculas en el meteorito Murchinson, caído en Australia en 1969. Cuando la vida comenzaba a surgir, hace cuatro mil 500 millones de años, la Tierra era bombardeada por meteoritos similares.
Mark Sephton, también del equipo, añade: "Como los meteoritos representan los materiales sobrantes de la formación del sistema solar, los componentes clave para la vida –incluso las nucleobases— pudieron esparcirse por el cosmos". Contacto: Colin Smith.
Un telescopio tendrá el diámetro terrestre
Una red de telescopios en Norte y Sudamérica, Europa y África, a la que se acaba de unir el enorme radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico, al observar las mismas regiones celestes crea un solo telescopio de unos 11 mil kilómetros: casi el diámetro de la Tierra. Una nota de Lauren Gold, de la Universidad de Cornell, la institución encargada de Arecibo, ofrece la noticia a los medios.
Los telescopios enlazados son miembros del proyecto EXPReS que el pasado 22 de mayo realizó una demostración con su e-VLBI (electronic Very Long Baseline Interferometry). "El VLBI emplea múltiples radio telescopios que observan simultáneamente la misma región del cielo, con lo que crean un instrumento gigante tan grande como la separación de sus discos". Los radio telescopios captan señales por medio de discos semejantes a las antenas parabólicas alguna vez de moda en nuestras azoteas. El disco de Arecibo es tan enorme que se apoya en el cráter de un volcán apagado.
Unas palabras al respecto: los telescopios ópticos captan luz en el registro visible para nuestro ojo. Otros revisan longitudes de onda como el infrarrojo, el ultravioleta y los rayos X, que no vemos. Pero eso que llamamos "luz" o radiación electromagnética puede alcanzar longitudes de onda enormes, en el orden de los centímetros, metros o kilómetros. La llamamos radio.
Las ondas de radio procedentes de estrellas puedan atravesar nubes de gas y polvo que impiden la observación con telescopios ópticos. También cruzan sin mayor distorsión la atmósfera terrestre, que es la principal barrera para la astronomía óptica: si a ojo desnudo vemos cintilar las estrellas a causa de los movimientos del aire en la atmósfera, imaginemos lo que ocurre a la precisión de un gran telescopio.
El Very Large Array, conjunto de 27 radio telescopios con antenas de 25 metros, en Nuevo México, equivale a una antena con 47 kilómetros de diámetro: es el límite en telescopios conectados por cables. Sin cables y sincronizados en una computadora por medio de relojes atómicos, no hay límite para el tamaño de la red. El Very Long Baseline Array (VLBA), la red de radio telescopios que se extiende entre Nueva Inglaterra, en la costa atlántica de Estados Unidos, hasta Hawaii, crea un radio telescopio de ocho mil kilómetros de diámetro.
Con principios similares se diseñó el VLBI, la red mundial más grande posible porque es el diámetro de todo nuestro planeta. Radio telescopios sincronizados en la Luna y Marte nos darán antenas en el orden de los centenares de miles y los millones de kilómetros de diámetro.
Los resultados obtenidos a fines de mayo, dice Huib Jan van Langevelde, director del JIVE (Joint Institute for VLBI in Europe), "muestran no sólo que los telescopios del futuro pueden construirse en colaboración mundial, sino que también se pueden operar como verdaderos instrumentos globales". Los astrónomos reciben ya datos del cosmos con una radio antena de tamaño planetario… por lo pronto.
Muy mala noticia para los enemigos de la globalización: cuatro continentes se enlazan para operar un telescopio que extiende su diámetro por todo el globo terrestre. Ya irán a gritar consignas y sabotear la próxima conferencia de astrónomos. Y como les darán de palos, se quejarán ante sus respectivos vigilantes de los Derechos Humanos, que de eso viven y viven muy bien.
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