Referéndum: "¿Traicionaría usted a la patria?"
columna: «la calle»
El pueblo mexicano es infinitamente sabio y no se equivoca, dicen las sirenas que le cantan al oído en plena tormenta mundial de precios enloquecidos, tanto en alimentos como en petróleo. Así que nada mejor que ir a preguntarle al pueblo cómo capitalizar Pemex para salvarla de la quiebra en que se encuentra: único caso en el mundo. Hay una magnífica respuesta que no requiere referéndum ni plebiscito: dejar de extraerle capital a la petrolera del gobierno.
Pero esa pregunta conduce a otra: esa extracción de capital a Pemex forma 40 por ciento del presupuesto federal para educación pública, carreteras e infraestructura, policía, Ejército, Marina. Si no lo tomamos de Pemex, ¿de dónde? La respuesta no es tampoco difícil: de una profunda reforma fiscal dirigida al consumo: que pague más quien más compre.
Eso implica que todo, sin excepción, pague el mismo impuesto: Fox propuso bajar el IVA de 15 a 10 por ciento, pero generalizarlo. Aullaron las enlutadas plañideras y se arrancaron con las uñas la piel de las mejillas: ¡Pagar impuestos en alcachofas, gruyere, filete, leche deslactosada! ¡Es un atentado contra los pobres!
Hagamos un referéndum más amplio que el propuesto por el obradorismo para Pemex. No lo limitemos a si quiere usted pagar impuestos en alimentos y medicinas (excepto canasta básica), sino en general: "¿Quiere usted pagar impuestos"? Sí o no. Les ahorro los cientos de millones que costaría la consulta y cobro la décima parte: la respuesta tumultuaria es NO. O sea que algunas decisiones de gobierno son y serán siempre impopulares, pero necesarias y, por lo mismo, impuestas, como los impuestos que de ahí toman su nombre: hay que pagar y se callan.
Ningún país, ningún Estado podría subsistir sin imponer normas que no nos gustan. En Oaxaca, me cuenta un buen amigo, vio a una mujer subir a un camión urbano con toda su familia y una sandía; con una llave de puerta, cerda por supuesto, partió la sandía sobre su minifalda estrecha, la hizo pedazos que repartió entre los chilpayates que la devoraron escupiendo las semillas al pasillo. La falda se le empapó de jugo rojo que le escurrió sobre los muslos. A otra le preguntó su niño qué hacer con el casco de Coca Cola: "Tíralo por la ventanilla". Ahora, vaya alguien e interrogue a esos sabios miembros del pueblo popular si la ciudad debe estar limpia. Responderán que sí… que otros deben barrer. No hay ciudades sucias, hay ciudadanos marranos. Pero la sabiduría popular del pueblo es indiscutible, nos dicen.
El mejor ejemplo de cómo la pregunta en un referéndum puede tener el mismo contenido y variar por completo los resultados se lo leí a Raúl Trejo Delarbre en La Crónica:
- "¿Está usted de acuerdo en que la Constitución mexicana sea transgredida y que el patrimonio de la nación y de nuestros hijos que constituye la riqueza petrolera sea entregado a manos extranjeras mediante la concesión a codiciosas empresas trasnacionales de las tareas de exploración de crudo en aguas profundas?".
O bien
- "¿Está usted de acuerdo en que a fin de contar con la inversión indispensable para aprovechar plenamente los yacimientos petroleros en aguas profundas Pemex se asocie con empresas internacionales que cuentan con capital, infraestructura y recursos suficientes para respaldar esa área del desarrollo energético en beneficio de todos los mexicanos?".
Se refieren al mismo asunto y con el mismo número de palabras. Los resultados serían diametralmente opuestos. Como López opina que llamar a inversionistas privados es traición a la patria, y por tanto lo son las leyes reglamentarias de la expropiación petrolera, la pregunta puede ser más sencilla: "¿Está usted de acuerdo en traicionar a la patria?" Sí o no.
López y sus paniaguados conocen la urgencia de abrirse a los contratos de riesgo, como ya hace Cuba y gana, tanto que en su Proyecto Alternativo de Nación lo proponen, pero se les da con pasmosa facilidad la más vulgar demagogia. Y hay todavía un 16 por ciento que, según encuestas, volvería a votar por ellos. Se puede ver el número como una caída estrepitosa. También como un escandaloso índice de resistencia a las evidencias y de conservadurismo en un pueblo atado a sus mitos más pedestres. Tanto que a diario la Virgen de Guadalupe se aparece en tinacos y paredes chorreadas. Lo dice el muy sabio pueblo mexicano al que también le debemos preguntar si perforar con barrenas W7R o WR3.
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