La lengua de Belisario Domínguez

publicado el 31 de diciembre de 2007 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Ha calado hondo la tesis de Jorge Alcocer, según la cual sólo quien es Gastón Billetes resulta afectado por las recientes imposiciones de censura urdidas en el Congreso para afianzar la dictadura de los partidos. La Región Más Estúpida de la Ciudadanía le cree a pie juntillas. Esto comprueba que el peor mal que nos heredaron los 70 años de PRI no fueron las presidencias imperiales sucesivas, algunas no tan malas, sino infiltrar la idea en los mexicanos de que la política es asunto de dirigentes políticos y no de ciudadanos.

La Banda de los Tres (PRD, PRI, PAN) pretende hacernos tragar, por la fuerza de su mayoría, las reformas al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), adobadas en su caldero de brujas. Y nuestro arcaico infantilismo aún crea convencido de que sólo se afecta a "los riquillos", a quienes pueden pagar tiempos en radio o tv y "desplegados en Reforma", según ejemplo del propio Alcocer. Es la expresión más acabada del triunfo histórico del pensamiento Made in PRI.

Algunos ciudadanos nos hemos amparado contra una legislación que, sin duda, afecta la libertad de expresión y la de asociación, al dejar en manos de los partidos, y sólo de los partidos, los medios de expresión. Y, hasta entre aquellos, con severas limitantes, por ejemplo: cuando Madrazo vuelva a buscar un puesto de elección popular, nadie, ni los partidos contrarios, le podrá recordar que hace trampa hasta en los maratones; será ilegal buscar citas de Lydia Cacho si Mario Marín es candidato a la Comisión de Igualdad de Género. Afectar "el buen nombre" de quien se sepa que ordenó asesinatos para encubrir lazos con el narcotráfico es ya ilegal, por mandato del Congreso, si del nombre de un candidato en campaña se trata.

Para establecer tan ignominiosa censura, los legisladores debieron pasar sobre el artículo 6 de la Constitución que dice: "La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado."

Hasta allí un artículo que ha costado guerras civiles, sangre de atrevidos, periodistas muertos y la lengua de Belisario Domínguez. Ahora La Banda de los Tres, constituida en Gran Hermano que nos cuida de nosotros mismos, dice que usted no tiene derecho a la información que decidiría el sentido de su voto si tal información es negativa. Si un candidato repartió, en puesto anterior, obra pública sin concurso a sus amistades, si el narcotráfico tuvo en un gobernador su mejor aliado, si no hubo demandantes que no apaleara ni inconformes que no asesinara, será delito refregárselo en campaña. ¡Vaya que se cuidan las pisables colas! En el PRD no es de extrañar, si ya hizo senador al mismo a quien acusaba de mandar asesinar campesinos perredistas, el priista experto en fraudes José Guadarrama, hoy del brazo y por la calle con Rosario Ibarra, que en el otro brazo lleva a Arturo Núñez. "Ya somos todo aquello contra lo que estuvimos."

El sancocho de los legisladores no sólo atenta contra derechos de primer orden en la Constitución, sino contra los derechos humanos al inhibir la expresión de las ideas con el viejo ardid (aprendido del PRI, por cierto) de controlar los medios. Pero es aún más grave el silencio en que han caído estas limitaciones a la vida democrática del país y este arrebato de valores constitucionales. Al parecer es el rencor más vil quien dicta la sentencia: "Que callen a quienes odio, aunque me callen a mí." Y lo dice desde la que limita con el retraso mental y la histeria, hasta el intelectual que no logra superar el trauma de la inesperada derrota y la volatilización del puesto para el que ya había mandado hacer hasta las tarjetas de presentación.

Una jueza desechó la petición de garantías que interpusimos algunos ciudadanos contra estos actos de la autoridad, claramente violatorios de nuestros derechos. Deberemos recurrir a la Suprema Corte de Justicia. Y, de fracasar, a la táctica de Gandhi: ¿Me prohíben los ingleses producir sal? Pues voy al mar y me pongo a hacer sal. ¿Me prohíbe La Banda de los Tres decir en campaña que Madrazo es tramposo, Marta frívola y Guadarrama criminal? Pues lo digo, y me siento a esperar la "policía del pensamiento" del Big Brother. Ni que fuera la primera vez...

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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