La banda de los tres
columna: «la calle»
Para Héctor Aguilar Camín, por su Regreso a Acteal
Allá por los años en que el gobierno chino perseguía a dirigentes caídos en desgracia, y los apodaba "La banda de los cuatro", decía Pablo Gómez, a sus 22 años, que "el gusto de ser diputado dura tres años, pero la vergüenza dura toda la vida". Nunca tuvo tanta razón como ahora, cuando diputados y senadores de La banda de los tres (PRD, PRI, PAN) dan el espectáculo más bochornoso en décadas, incluidas las de la hegemonía del PRI. Ninguna institución del Estado mexicano carga un mayor desprestigio que la Cámara de Diputados, ninguna ha alcanzado los niveles de aceptación, prestigio y reconocimiento, nacional e internacional, que el IFE. Y ahora resulta que los peores descalifican a los mejores y se arrogan la facultad extralegal de cambiarlos fuera de toda norma.
En 2003 el PRD se retiró de las negociaciones al momento de nombrar un nuevo IFE. Puso un requisito intransigente: su gallo o nada. Tan infantil como ahora. Exigió la reelección de un consejero para luego hacerlo presidente del IFE. Soy de los millones de mexicanos convencidos de que debemos tener reelección en muchos cargos de elección popular. Para empezar, en diputados, para que gente con experiencia legislativa no deba pasar tres años en la banca o saltar de diputado a senador, luego a la inversa, en circo que a nadie engaña y nos podríamos ahorrar permitiendo reelección consecutiva, para no andar con disimulos. Los legisladores ni siquiera lo han planteado.
Hicimos una institución a prueba de fraude, el IFE. Y nadie ha logrado probar que lo hubo en 2006, ni mucho menos que fue alquimia del IFE. Por razones diversas, La pandilla de los tres lo decapitó. No han expuesto argumentos. Todo se limita a señalar que Fox hizo pronunciamientos indebidos, que Elba Esther movió a su gente. Bien, pues eso se llama grilla, no fraude.
Grilla hubo y de todos los contendientes. Lo cual es natural. El país vio que la campaña del entonces jefe de Gobierno del DF pasaba lo mismo en Hermosillo que en Mérida, donde no tenía sentido saber de obras enormes en el DF, menos aún cuando por acá son impensables. Era evidente que no estaba informando acciones de su gobierno a los capitalinos, sino haciendo campaña presidencial... o ¿creen que viven en un país de bobos?, ¿que nomás ustedes saben grilla y los demás nos chupamos el dedo?
Y ahora, los gobernantes peor evaluados por los mexicanos, los que cargan vergüenza para toda la vida, los diputados, con La pandilla de los tres al frente, rehacen la ley, la retuercen y luego, cuando no se ponen de acuerdo en el reparto del botín —como ocurre a todos los pandilleros— salen con retruécanos y cantinfladas para justificar lo injustificable: que no cumplen con el plazo que ellos mismos se pusieron. ¿Es un exceso verbal esto último? No, por desgracia. Esperábamos que entraran a asuntos tan importantes como la reelección consecutiva de diputados y senadores, para que se deban a sus electores y no al partido; a la urgencia de permitir inversión en la exploración petrolera y en la petroquímica; a la reingeniería de nuestros arcaicos sistemas judiciales; líneas de trenes, aeropuertos, infraestructura... Nada. Nadie los describe mejor que el visionario George Orwell en su pavoroso 1984:
- "El Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo. Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales. Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura."