Los límites de la democracia
columna: «la calle»
A Paco Calderón (como prueba de que entendí)
La encuesta de GEA/ISA que demuestra la oposición de los mexicanos a reformas urgentes, aunque no siempre comprendidas, y la oposición de Provida a votar la despenalización del aborto, nos muestran los límites del mandato de las mayorías. Provida tiene razón: no se someten a la mayoría los derechos irrenunciables, y ellos creen que un óvulo fecundado es ya una persona, por tanto su vida no es negociable.
Otros pensamos que el embrión es una persona como un piñón es un pino, así que no vemos en el aborto temprano un homicidio. Pero tampoco aceptaríamos poner a votación derechos hoy negados por ley: el derecho a casarse con la persona amada sea del género que sea, a morir con dignidad, no son temas que aceptemos votar: los exigimos en plena minoría. De ahí que en lo personal considere la ley de convivencia como un matrimonio de segunda y rechace las leyes especiales para indios o para mujeres. Si me quisiera casar con un amigo exigiría nuestro derecho a simplemente presentarnos ante un juez y cumplir los mismos requisitos de una pareja heterosexual. Jamás pondría a debate de la población mis derechos democráticos esenciales porque eso me obligaría a reconocer el resultado, moldeado por los prejuicios.
La encuesta de GEA/ISA, comentada en "trascendió..." de la cadena MILENIO, se explica porque los mexicanos que hoy tienen 80, 60, 40 y 20 años son cuatro generaciones sometidas a cien años de adoctrinamiento, de lavado de cerebro para implantar dogmas intocables que son los localizados y medidos por la encuesta. Los infunden la escuela obligatoria, los discursos políticos, las celebraciones patrias, hasta el cine y la TV, y como el Credo define al cristiano, los dogmas derivados de la Revolución y de nuestras taras definen al mexicano de todos los colores políticos.
Añadamos la histeria con que el PRD y sobre todo López Obrador ha tratado el asunto particular del IVA generalizado y no sorprende que sólo uno de cada diez mexicanos lo apruebe. Al parecer hemos olvidado que la propuesta es REDUCIR el IVA a 10 por ciento, bajarlo del actual 15 en que lo pusieron, con alardes triunfalistas y señas obscenas, varios dirigentes priistas hoy senadores por el PRD. Por supuesto que, quienes festejaron la famosísima "roqueseñal" al aprobarse el aumento a 15, hoy desde el PRD se oponen a que vuelva a 10 por ciento.
Se grita que afectará al pueblo porque incluirá alimentos y medicinas. Pero se oculta mañosamente que hoy no pagan IVA alimentos como el filete, el pato, el roast-beef, las verduras hidropónicas, los quesos importados, el jamón español, las leches deslactosadas para adultos y otros elementos abundantes en la despensa de nuestros diputados perredistas o priistas, pero totalmente desconocidos en la de los pobres que dicen defender, desconocidos aunque no paguen IVA. Tampoco lo piensan los encuestados: repiten el estribillo "No a... bla, bla, bla..." que han venido oyendo.
Al bajar el IVA a 10 por ciento, los pobres se ahorrarían 5 por ciento en productos que sí compran y pagan ahora 15, como ropa, enseres domésticos, zapatos y herramientas de trabajo. Seguirían sin pagar IVA en el Roquefort y el magré de canard que no compran ellos, pero sí Pablo Gómez (y él sí ahorra). En medicinas, los pobres seguirían sin pagar IVA, ni alto ni bajo, porque se atienden en el IMSS, en dispensarios y en el foxista Seguro Popular, uno de los programas exitosos del pasado sexenio.
Pero nadie lo explica, ni siquiera la Presidencia de la República, nadie hace cuentas a la población: cuánto ahorra el herrero al pagar 5 por ciento menos en sus tornillos y metales, el carpintero en sus clavos y martillos, todos en su ropa y la de sus hijos; cuánto ahorra la modista en ese 5 por ciento menos de sus materiales y equipos. Y cómo, aunque comiencen a pagar IVA en sardinas entomatadas y verduras, acaban pagando menos con tasa general de 10 que con 15 llena de exenciones.
Otras reformas, como la fiscal, no pueden ser tampoco puestas a votación en plebiscito porque ni siquiera los que tenemos estudios superiores las entendemos bien. "La gente" hará lo que digan los líderes en los que cree. Si AMLO hubiera ganado la Presidencia, estaría haciendo una reforma fiscal. Es seguro. Y los hoy renuentes la aceptarían porque la propone él. De ese calibre es el daño que ha hecho al país con sus gritos y manotazos.
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