Pues no se descubrió nada
columna: «se descubrió que...»
No se descubrió y siempre se ha sabido, pero el título general de esta columna es en ocasiones una lata: El inicio del año es absolutamente arbitrario y no coincide con nada, ni en los cielos ni en la Tierra, la mitología ni la historia. Aun aceptando la tradición, y si en verdad Cristo hubiera nacido hace 2006 años, ¿no deberíamos celebrar con su nacimiento el inicio del nuevo año? Retrasarlo una semana es como decir que un niño de siete años, que haya nacido el 25 de diciembre, sigue teniendo los mismos siete por una semana hasta que, transcurrida ésta, cumple ocho.
¿Cómo es que le era cristiana cumple hoy años, si Cristo ya tiene ocho días?
El disparate ocurre porque la Iglesia primitiva, al sobreponer el nacimiento de Cristo sobre la fiesta pagana del nacimiento del dios Sol, como vimos aquí el domingo pasado, no hizo la corrección apropiada para el inicio del año. Y no lo hizo porque no podía. En los primeros cinco siglos de existencia del cristianismo, y a pesar de la conversión del emperador Constantino, el calendario civil romano siguió vigente. El primer día del año, en los tiempos de la república romana, se celebraba el 1 de marzo porque en ese mes ocurre el inicio de la primavera.
Mucho más sensato fue lo que hicieron los babilonios dos mil años antes de nuestra era: comenzar el año con la luna nueva inmediata al inicio de la primavera. Así coincidían la cuenta lunar y la solar.
Otra buena idea fue la de griegos y egipcios, que comenzaban el año con el solsticio de invierno: la noche más larga del año. Al partir del día siguiente, el lento crecimiento de los días, todavía breves, va ganando unos segundos cada día, así que comenzar el año con ese día tiene mucho sentido. Pero el imperio romano impuso su tradición y en el 153 a.C. la fiesta romana se trasladó al 1 de enero.
Al inicio de la Edad Media, Europa comenzaba el año el día de la Anunciación, el 25 de marzo, con lo cual podemos observar otro sincretismo pagano- cristiano: si los Evangelios no señalan el día en que nació Cristo, mucho menos dicen cuándo el arcángel Gabriel le dijo a María que iba a ser madre del Mesías.
Pero entre el 20 y el 22 de marzo ocurre que el día alcanza en duración a la noche, y al día siguiente la rebasa, dura un poquito más la luz que la sombra. Esto anuncia la primavera.
Los paganos celebraban una fiesta de origen solar, el triunfo del día sobre la noche, el anuncio de los buenos tiempos del verano con su comida abundante. Así que, como el natalicio de Jesús se había empalmado al del dios Sol, otro tanto se hizo con la anunciación de la primavera, que se volvió la Anunciación a María.
Luego el papa Gregorio, al reformar el calendario juliano porque ya no coincidían las celebraciones de solsticios y equinoccios con los hechos reales en el cielo, insistió en el 1 de enero como principio del año. Y así quedó hasta nuestros días ese raro desfase de una semana entre que nace Jesús y cambia el año de la era cristiana... que se cuenta desde el nacimiento de Jesús.
Una complicación añadida fue el número del año. Hasta el siglo VI, la Iglesia cristiana siguió llevando la cuenta de los años según el calendario romano, que comenzaba a contar "ab Urbe condita", desde la fundación de la Ciudad (o sea Roma). Fecha igualmente mítica.
En el año que hoy conocemos como el 525 (pero nadie le dio ese número entonces porque recibió la numeración romana), el papa Juan I le encargó la tarea de localizar el año del nacimiento de Jesús a un monje llamado Dionisio y apodado "el Exiguo" por chaparrito.
El buen monje tenía reputación de teólogo, astrónomo y matemático. Así que cumplió su tarea y entregó sus resultados: Jesús, el Mesías, había nacido en el 753 "de la fundación de Roma". No observó que la muerte de Herodes, bien conocida por ser la de un rey, bajo la nueva datación iba a quedar en el año 4 antes de Cristo... como dicen ahora todas las enciclopedias. ¿Y la matanza de inocentes que ordenó este pérfido rey para acabar con la vida del "rey de los judíos" anunciado por los magos?
Pues resulta que, si hubiera ocurrido en el último año de la vida de Herodes, tuvo lugar en el 4 a. C. Lo cual significa que en ese año nació Jesús.
Así pues, debe uno decir que Cristo nació en el año 4 "antes de Cristo" o que Herodes murió 4 años antes de nacer Cristo y no hubo tal matanza.
En cuanto a los motivos que condujeron al buen monje a error, conozco dos versiones: una, que voluntariamente eliminó cuatro años del reinado de Diocleciano por haber sido este emperador el más feroz productor de mártires.
Otra, que suena más aceptable, que Dionisio no tuvo en cuenta que el emperador Augusto gobernó cuatro años con su nombre original, Octavio. Y así fue como la era cristiana extravió cuatro años o más.
En resumen: el 1 de enero no hay hecho astronómico, ni histórico ni mítico para comenzar el año. Jesús ya tiene una semana de nacido (aceptando esa tradición), el invierno ya lleva una semana (aceptando el calendario solar), y tampoco son 2006 años desde el nacimiento de Cristo porque hace 2010 de la muerte de Herodes.
Pero bueno, tengan ustedes Feliz Año lo que sea.
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