El plan básico de todos los animales tiene 600 millones de años
columna: «se descubrió que...»
El mismo gen que pide a un embrión de ratón poner costillas, pide a un embrión de mosca poner alas: "usted puede hasta intercambiar el gen entre especies. Nada había preparado a los biólogos para este shock. Significa, en efecto, que el plan corporal básico de todos los animales fue trabajado en el genoma de un ancestro común hace mucho extinto, vivió hace más de 600 millones de años, plan que ha sido preservado desde entonces en sus descendientes (y eso lo incluye a usted)", dice Matt Ridley en Nature via Nurture, un libro alucinante.
Es, dicho sea con franqueza, una gran humillación. La última, desde que comenzó Copérnico a quitarnos ínfulas. Pero al mismo tiempo de una gran belleza. Hay genes que son la receta para unas proteínas llamadas "factores de transcripción", que se encargan de encender otros genes. Lo hacen uniéndose a regiones del ADN llamados "promotores".
"En criaturas como las moscas y la gente (pero no en las bacterias), los promotores consisten de cinco trechos separados de ADN..."
El trabajo de los promotores produce pequeños cambios en la expresión de un mismo gen, así "la belleza del sistema es que el mismo gen puede ser reempleado en diferentes lugares y a diferentes tiempos simplemente poniéndole un conjunto de diversos promotores..."
Esto complica mucho el conocimiento del genoma. No basta con tener el mapa detallado de los genes, ni saber que humanos y chimpancés comparten el 98 por ciento de los genes... falta el cómo y el cuándo. La cabeza de ambas especies crece guiada por los mismos genes, pero en el chimpancé la mandíbula crece por más tiempo y el cráneo por menos. El resultado es otro pastel. Vemos así que los promotores expresan una cuarta dimensión del ADN: su timing lo es todo. No sólo qué hacer: tejido de hueso o de cerebro, si no cuándo y por cuánto tiempo. Cuándo empezar y cuándo detenerse.
Imagine las posibilidades de un sistema de este tipo, dice Ridley: un gen enciende la expresión de otro gen, que a su vez suprime, evita, la expresión de un tercer gen, y así sucesivamente. En medio de esta cadena usted puede encontrar cómo el efecto de una experiencia, algo externo: educación, comida, una pelea o un amor perdido, digamos, "puede influir uno de los termostatos. De pronto la cultura puede empezar a expresarse a través de la natura."
Algo que nadie esperaba. Fue como alcanzar una meta, descifrar el genoma, sólo para saber que más allá existe un abismo mucho mayor que el recién sorteado.
Dedo anular y masculinidad
El trabajo armónico de genes y ambiente, aun dentro del seno materno, lo demuestra una fácil observación: mírese la mano. El dedo anular será más largo que el índice si usted es hombre; serán iguales si es mujer. Al menos en la mayor parte de los casos.
"John Manning se dio cuenta de que esto era una indicación del nivel de testosterona prenatal al que las personas habían sido expuestas mientras estuvieron en el seno materno: a más testosterona, más longitud del dedo anular. Hay una buena razón biológica para esta relación. Los genes que controlan el crecimiento de los genitales también controlan el crecimiento de los dedos, y sutiles diferencias en el timing de los acontecimientos en el vientre probablemente conducen a sutiles diferencias en la longitud de los dedos."
Esto produce inmediatos resultados médicos: hombres con dedos anulares inusualmente largos tienen mayor riesgo de autismo, dislexia, tartamudeo y disfunciones inmunes; todo lo cual está relacionado con altos niveles de testosterona prenatal.
Por el contrario, hombres con dedos anulares inusualmente cortos tienen mayor riesgo de enfermedades cardiacas y de infertilidad. "Y porque en el macho los músculos también están parcialmente basados en la testosterona, Manning estuvo preparado para predecir en televisión, más bien temerariamente, que entre un grupo de atletas que correrían una carrera, ganaría aquél con el dedo anular más largo... predicción que rápidamente resultó cierta."
ADN
Así pues, la complejidad del genoma de cualquier animal, incluidos nosotros, es mucho mayor que la primitiva idea un gen-una proteína.
Las secuencias con sentido y sin sentido en un mismo gen pueden encontrarse en tantas versiones que, cuando el genoma completo de la mosquita de la fruta estuvo disponible en internet, subido por la Celera Corporation, Huidy Shu y Jim Clemens emplearon esa novedosa base de datos para leer un solo gen, el llamado Dscam durante el fin de semana inmediato.
"No podían creerle a sus ojos cuando salió el resultado de la investigación. No había unos pocos exones (secuencias de letras con sentido en un gen, otras secuencias no tienen sentido), había 95.
De los 24 exones en el gen, cuatro existían en versiones alternativas: el 4 venía en 12 diferentes versiones, el 6 en 48, el 9 en 33, y el 17 en dos. Esto significaba que si cada gen fuera repetido con cada combinación posible de sus secuencias, podría producir 38 mil 016 diferentes tipos de proteínas... ¡de un solo gen!".
Al dispositivo que organiza los genes del genoma completo, lo llama Ridley, con mucho humor, Genome Organizing Device, o GOD, por las siglas. Dios para los de pase automático.
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