Los partidos se bejaranizan
columna: «la calle»
Bejaranizo, bejaranizas, bejaranizáis, bejaranicé sólo un poquito, estoy bejaranizando de a madres... En muy poco tiempo, auguro, la Real Academia admitirá el nuevo verbo, como hizo con "cantinflear" y "cantinflesco". También tendremos "casos bejaranescos". Por lo pronto, es el verbo conjugado con furor inaudito por todos los partidos y, lo peor, admitido como natural a la política por un pueblo bejaranizado.
En Brasil marcharon centenas de miles contra la corrupción en el gabinete del presidente Lula da Silva. En México, por el contrario, marcharon contra la posibilidad de investigar, sólo investigar, al ex jefe de Gobierno del DF. He ahí un pueblo bejaranizado: le parece natural la corrupción. En Brasil todavía indigna, y tambalea a un presidente popular. Y eso que nadie vio en TV brasileña el momento en que los colaboradores de Lula se llenaran bolsillos y maletines con fajos de dólares, devueltos por un empresario que así obtenía contratos: pagándolos.
Pero la solución no ha sido poner remedio al bejaranismo, sino entrarle todos. Ya es clamor en los medios, en la calle: no podemos seguir manteniendo a los partidos políticos a los niveles actuales y menos podemos permitirles el feliz chapoteo entre recursos públicos ocultados en "cochinitos" para pagar futuras precampañas. Que el IFE nos cueste lo que sea, es correcto: pagamos seguridad en las elecciones, credenciales y padrones confiables. Pero, ¿por qué razón hemos de mantener los ciudadanos partidos que con felicidad veríamos esfumarse? Ya, ya... conozco la respuesta: porque los partidos expresan la diversidad social. Pero los altísimos financiamientos a los partidos, desde el orden de los cientos de millones de pesos hasta los miles de millones, los han convertido en uno de los mejores negocios después del narcotráfico.
Es obligación de los militantes de un partido, no de los ciudadanos ajenos, sufragar sus gastos. Si no tiene militancia propia que lo mantenga, ¿por qué darle vida artificial? El ideal sería un IFE tan caro como deba ser para darle los medios que hacen confiable una elección, y una pequeña ayuda, elemental, para fortalecer la expresión de la diversidad en partidos. Pero, así como los tenemos, sólo hemos creado un negocio que vela por sus ingresos: el PRI propuso, bajo Zedillo, la reforma eléctrica ya imprescindible; el PAN la vetó por razones electoreras. Con Fox los papeles se invirtieron. Resultado: los capitales se fueron a China, a construir la hidroeléctrica más grande del mundo, la de las Tres Gargantas, sobre el río Yangtzé.
Y ya que apareció China, veamos unos cuantos elementos. En los últimos 20 años, esto es, sólo del presidente De la Madrid a Fox, la producción china de acero se incrementó cinco veces, la de productos de acero siete veces, cemento diez, plásticos diecinueve, fibras artificiales 30 veces y la producción de lavadoras... ¡34 mil! veces. Y todo comenzó con las reformas económicas impuestas por el Partido Comunista Chino desde 1978 (allí no hay discusión).
Tras el fiasco de la Revolución Cultural, que puso a "trabajar de verdad", o sea con pico y pala, a matemáticos e ingenieros electricistas, y llevó al inmenso país al borde mismo de la quiebra y la hambruna, los "reformistas" tomaron el poder y, sin cambio de régimen, abrieron el país a los capitales en todos, todos, los ámbitos económicos. Más o menos cuando De la Madrid hizo algo similar en México, aunque apenas una pálida sombra. Por eso, por tímidas e incompletas, las reformas mexicanas fracasaron. Mientras tanto, la inversión extranjera en China, casi nula hasta 1980 y poca hasta 1991, cuando el gobierno de Salinas de Gortari profundizaba la vía iniciada por De la Madrid (y es el "error" del que ahora nos quieren rescatar el viejo PRI y el PRD, el PRID, pues), pasó a estar sólo detrás de Estados Unidos. Para 2002 la atracción de capitales hacia China obtuvo al primer lugar mundial, al recibir 53 mil millones de dólares. ¿A dónde se fueron? ¿A las áreas menores no monopolizadas por la burocracia china? No, se fueron a la electricidad, a la petroquímica, al acero: las áreas que crean infraestructura, para luego, sobre ella, levantar las industrias del vestido, la construcción, la electrónica... y la seguridad social, cimentada no sólo en palabras de la ley, sino en la producción que la hace real.
Los viajeros se admiran de que en el pueblo chino más pequeño se levantan grúas de construcción por todo el horizonte: China construye a paso nunca visto. Aquí pagamos caro a los partidos para que nos impidan generar riqueza. Por cierto, en la China comunista la educación superior no es gratuita: "Un año de colegiaturas cuesta el salario completo anual de un trabajador citadino y de tres trabajadores rurales" (Diamond, J. Op. cit.). Pero dispone de un sistema de becas regulado por exigencias tan estrictas que, en México, por una décima parte desatarían un "movimiento estudiantil-popular" encabezado por un nuevo CEU y sostenido por las hordas de panchosvillas, ambulantes aclientados con el PRD y demás bejaranismos.
Así pues, la solución no ha sido poner remedio al bejaranismo, sino entrarle todos. Y hay también un bejaranismo moral: el que permite a la dirección del PRD acusar a Demetrio Sodi de "saltimbanqui" por renunciar a ese partido, sin morderse la lengua, aunque el actual presidente nacional del PRD haya sido priista hasta ayer, cuando el PRI no lo hizo candidato, y aunque el candidato presidencial sin-elección-interna, por el PRD, sea autor del Himno al PRI, cuya letra, para tirarse al suelo de risa, fue localizada y publicada por Jaime Sánchez Susarrey: un "poema" con la calidad de las loas de Bejarano a López, escrito por Andrés Manuel López Obrador cuando pedía ser nominado por el PRI a la gubernatura de Tabasco (¿o era a la alcaldía de Macuspana o de Huipanguillo? Ya no importa).
Salvemos a Pekín
Las próximas Olimpiadas, en Pekín, llenan de dudas a locutores e informadores. La capital de China, en chino, pronunciada por un chino, se escribiría en español "Pe-e-yín", con la P suave del español, cercana a la B fuerte del inglés. Pero así como la capital de Inglaterra, en inglés, se oye "Lantn" (y se escribe London) y se llama en español Londres, en español, la capital de China (que tampoco se llama "China" en chino) es Pekín. La capital de Grecia es Athína (con Z madrileña) en griego; pero es Athens en inglés, Atenas en español y Athènes en francés. "Beijing" es la fórmula encontrada por los chinos para expresar, con caracteres latinos según suenan en inglés, el nombre que ellos dan a su capital. Como los griegos escriben "Athens" en sus carreteras para quien no pueda leer Alfa-thita-ita-ni-alfa. No por eso los hispanohablantes la vamos a llamar "Atens", si tenemos "Atenas". Fácil.
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