¿Puede civilizarse el Islam?
columna: «la calle»
El 26 de marzo va a morir apedreada, por "usos y costumbres", la nigeriana Amina Lawal, acusada de adulterio y sentenciada según la ley islámica. Alabado sea Dios. En México algo de eso sabemos: nuestra izquierda chic plaude la formación de gobiernos municipales donde la democracia se manifiesta a mano alzada (y a ver quiénes son los valientes que votan contra el cacique) y las mujeres son cambiadas por vacas; las jóvenes, claro está, las viejas no.
Dos reconocidos islamistas presentaron en la revista Free Inquiry de abril/mayo de 2004 sus posiciones divergentes. Ante la pregunta "¿Entrará el Islam al siglo XXI?" respondió Irfan Khawaja, profesor de filosofía y miembro del Instituto para la Secularización de la Sociedad Islámica: "¡NO! El Islam debe morir, no cambiar". En cambio, Ibn Warraq, autor del libro Por qué no soy musulmán, e investigador sobre secularización del Islam, respondió: "¡SÍ! El Islam puede ser reformado". A continuación una traducción y síntesis de ambas posiciones.
El Islam debe morir "y todos nosotros debemos trabajar para hacer que eso ocurra". Gran parte de la argumentación de Khawaja se aplica también al cristianismo y al judaísmo: las religiones que, con el Islam, plantean la existencia de un ser supremo que castiga o premia, vigila, ordena y pone a prueba nuestra virtud con pequeñas artimañas, por ejemplo la de ordenar a un padre que le sacrifique a su único hijo, como hizo con Abraham. Una reforma plantearía que el Islam es una religión esencialmente maravillosa (con algunos locos, como hay por doquier) a la que se debe buscar un pacífico acomodo con la modernidad; pero no tendríamos derecho a expresar que "no hay un Dios, Mahoma no es su profeta (y ningún otro lo es) y el Corán es una impresionante muestra de poesía árabe del siglo VII, pero no puede tomarse seriamente como guía para la vida del siglo XXI", como tampoco puede tomarse al pie de la letra la Biblia, ni en su parte judía ni en la cristiana.
El asunto es que ninguno de esos libros es sagrado ni fue dictado por ninguna divinidad. A quienes vivimos empapados en "el evangelio de Milton, Locke, Jefferson y Mill se nos permite, más o menos, decir lo que sea", pero tampoco podemos "empeñarnos en un asalto frontal contra la religión".
Ante el arrebato de cursilería que atosiga a México por la gripa del Papa, diga usted que ya debería morirse porque hace tiempo no entiende lo que ocurre a su alrededor... y verá las caras largas de los discretos y las muecas de furia de los menos discretos. Si es falso, como lo es, que existe un Dios personal, vida después de la muerte, que el Corán (o la Biblia o los Evangelios) son de inspiración divina, nuestra tarea no es adaptar esas creencias para que sobrevivan en el siglo XXI, sino arrancarlas de raíz. "Puesto que el Islam aspira a la verdad universal (como el cristianismo), pero no es verdadero, la única forma racional de manejarlo es atacar sus pretensiones de verdad. De ahí mi rechazo a la reforma. ¿No fue eso lo que dio a la cristiandad la reforma protestante? ¿Y fue realmente una mejoría sobre su predecesora?".
Hay una diferencia y la debemos no tanto a la Reforma, aunque influyó poderosamente, sino a la Ilustración: aquí ya no se lleva a la hoguera al autor de estas líneas. ¿Falta una Ilustración para el Islam? Warraq eso plantea: "Los líderes políticos, periodistas y eruditos occidentales necesitan sobreponerse a su cariño por proteger las tiernas sensibilidades musulmanas; no hacemos al Islam ningún favor al retrasar su encuentro con los valores de la Ilustración". Warraq supone que una reforma secular puede ocurrir en el mundo musulmán; para ello es necesario que, primero, desde los países donde existe libertad de expresión y de investigación científica se "aliente a los musulmanes a tomar una visión racional del Islam" (eso dice, pero me declaro incapaz de imaginar cómo); segundo, se proteja a los no musulmanes dentro de las sociedades islámicas para alentar el pluralismo religioso (no quisiera estar en el lugar del pluralista, que sería tratado como policía de Tláhuac mientras Occidente mira con más ineptitud que la de Ebrard); tercero, "podemos fomentar la racionalidad secularizando la educación por todo el mundo musulmán. Educación secular significará el cierre de las madrazas (escuelas de religión musulmana) donde los jóvenes hijos de familias pobres memorizan el Corán y aprenden sólo jihad (guerra santa): en síntesis, donde aprenden a ser fanáticos". Y cuarto, "una más amplia autocrítica y menos autocompasión, los países islámicos nunca progresarán mientras culpen de todos sus males a Occidente".
Pues bien: ya puede usted reírse. Usos y costumbres de AMLO. Cuando usted sea acusado por su ex esposa de no pagarle pensión alimenticia a los hijos de ambos, no se presente al juzgado con un alegato jurídico: junte a todos sus primos y amigos y hágale un mitin al juez. Ésa es la receta que López Obrador practica y le funciona muy bien. La viene perfeccionando desde que llenaba camiones de tabasqueños para ocupar el Zócalo en protesta por otro compló, el que lo había despojado de la gubernatura de su estado. Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, entonces priistas y salinistas, lo ayudaban como podían. Y podían mucho entonces. Así defendió también su candidatura a jefe de Gobierno del DF cuando quedó demostrado que no cumplía los requisitos de residencia. Las leyes pueden decir misa: lo que importa es movilizar a "la gente". ¿Y quién es "la gente"? Pues quién más: los cuates, los amigos, los afines, la clientela política, los beneficiados con prestaciones pagadas con nuestros impuestos y que ahora deben saldar la cuenta con el que parte y recomparte.
Guerrero
¿Quién ganó ayer las elecciones en Guerrero? Si fue el empresario tapatío Zeferino Torreblanca, ganó el desafecto por el PRD... bajo la franquicia del PRD. Así es esto del oportunismo en ese partido.
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