Va de nuevo: a los ciudadanos (y ciudadanas, dice Fox) que se levantaron en armas hace más de 20 años, la policía y el Ejército los persiguieron con métodos legales (responder al fuego, investigar, infiltrar) e ilegales (torturar detenidos, asesinarlos, desaparecer los cadáveres). La Fiscalía Especial constituida para investigar a los servidores públicos que pudieron haber cometido delitos contra militantes de movimientos políticos, tiene en su contra un factor y en su provecho otro. En su contra tiene el tiempo transcurrido a la fecha. A su favor, el tesón del doctor Ignacio Carrillo Prieto, el fiscal que encabeza esa agencia del Ministerio Público. El tiempo corre en contra porque las leyes mexicanas establecen que un delito prescribe cuando ha transcurrido la mitad de la máxima sentencia posible. Siendo el delito más grave el homicidio calificado y su pena 40 años, el que reúna todas las agravantes prescribe en 20 años. Todos los homicidios cometidos antes de abril de 1983 han prescrito al día de hoy. Hasta el de quien ahorcó a su madre.

Pero... la Suprema Corte de Justicia dictaminó que primero se investigarán los delitos y luego se calificará su vigencia. Buena oportunidad de revisar algunas condiciones excepcionales que rigen la cuenta para la prescripción. Que el homicida haya sido autoridad y la ejecución extrajudicial son dos elementos que cambian el marco de la prescripción. Este matiz no fue considerado por el presidente Fox cuando, desde España, puso un duro golpe a la Fiscalía al declarar que investigaba delitos ya prescritos. Una de tantas patas.

Sería ridículo suponer que la Fiscalía presentara a los tribunales, una vez concluidas sus averiguaciones, un caso fundado en delitos prescritos. Así que los trabajos del fiscal Carrillo Prieto avanzan en dos líneas: una es la investigación jurídica para determinar los delitos por los que, como agente del Ministerio Público, pedirá a los jueces su veredicto, digamos que es el marco de jurisprudencia que permita salvar los límites impuestos por el tiempo y la consecuente prescripción de los delitos; y otra línea es la investigación misma de las quejas presentadas, las averiguaciones previas, los interrogatorios, las reconstrucciones históricas y todo lo necesario para recabar los indicios de culpabilidad.

Entre las acciones informadas a la opinión pública por la Fiscalía Especial, no ha sido poco citar a dos ex presidentes de la república como indiciados de posibles delitos; interrogar a generales y altos jefes policiacos, abrir oficinas alternas en Acapulco, Atoyac y Sinaloa; entrevistar a familiares de las víctimas y de los desaparecidos. Los reportes del fiscal Carrillo Prieto son sustanciales.

Pero

Ahora bien: no es función de la Fiscalía a cargo del doctor Carrillo Prieto buscar indicios sobre la culpabilidad de las propias víctimas, los detenidos ejecutados en condiciones extrajudiciales. Fue nombrado para investigar los delitos cometidos por servidores públicos y sólo por servidores públicos. Pero tampoco es necesaria tal investigación, en primer lugar porque, arrojara los resultados que arrojara, los ex guerrilleros que depusieron las armas recibieron en 1978 los beneficios de una Ley de Amnistía. Ésta les permitió, a quienes así lo desearon, volver a la legalidad. Fue una magnífica solución encontrada por el entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, para romper el círculo vicioso que obliga al delincuente a seguir delinquiendo para conservar su libertad. Y los guerrilleros, no lo olvidemos, asaltaban, secuestraban y asesinaban.

El porqué lo hacían es otro cantar. Se puede narrar la misma historia diciendo que expropiaban instituciones capitalistas (los bancos) para comprar las armas con las que liberarían al pueblo mexicano de sus opresores, o se puede afirmar que asaltaban bancos para comprar las armas que dispararían contra soldados, policías, secuestrados por los que no se pagara la cantidad exigida y hasta contra militantes de izquierda contrarios a la línea armada y, ¿por qué no?: también contra camaradas guerrilleros que mostraran desviaciones pequeñoburguesas. Quien haya tenido la paciencia y curiosidad de guardar los volantes que los grupos guerrilleros distribuían en el CCH Oriente encontrará que aparecen sentenciados a muerte Eliezer Morales, Pablo Pascual, Rolando Cordera y otros fundadores del sindicalismo universitario. El motivo era claro: ellos y quienes peleaban por respeto al voto le hacían el juego a la burguesía represora y cruel. Al profesor Alfonso Peralta, joven militante de un grupo trotskista, lo asesinaron de un balazo por arrugar un volante y arrojarlo al suelo.

Quienes mataron a Peralta tenían derecho a un juicio imparcial y a una sentencia. Pero muchos guerrilleros detenidos fueron torturados hasta la muerte por sus captores y luego desaparecidos. Es un delito cometido contra delincuentes que tienen los mismos derechos que cualquier persona. La Fiscalía Especial está encargada de encontrar a estas autoridades abusivas que no entregaron al delincuente a un juez, sino que se hicieron justicia por propia mano y con violación no sólo de las leyes mexicanas, sino de los derechos humanos.

Pero, como decía el Pino cuando estábamos en la cárcel (nosotros sí injustamente, pues nada habíamos hecho): una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. O como dice mi amiga Rossbach: está bien que también, pero también tampoco: no podemos olvidar, en el curso de las investigaciones, que las víctimas no eran ejemplos a seguir y no pueden ser transformados en héroes. No lo fueron.

Como al parecer esto no está lo bastante claro, renuncié al Comité de Apoyo a la Fiscalía. No porque haya dejado de apoyarla. El fiscal sabe que, dentro o fuera, haré lo que pueda para colaborar con él, pues su trabajo es valioso, pisen o no pisen la cárcel los que algún día sean acusados; y así, como él mismo señala, "los hechos atroces y reprobables queden erradicados de nuestro porvenir". Será poco lo que pueda aportar quien, como yo, nada sabe de leyes y estaba en esa Fiscalía más bien en calidad de "intelectual florero", para emplear una expresión de Jesús Silva–Herzog.

la talacha fue realizada por: eltemibledani