¿De qué sirve la CNC?
columna: «la calle»
Tres fueron los poderosos pilares que sostuvieron al régimen priista: la CNC, para controlar a los campesinos; la CTM, para someter a los obreros, y la CNOP para meter en cintura a ambulantes y todo cuanto se denomina "organizaciones populares". Fue un sistema que llamamos "corporativista": el Estado crea corporaciones fieles que le permiten intervenir para resolver sus conflictos internos y le ofrecen apoyo incondicional a cambio de beneficios económicos.
Entonces, ¿por qué tantos campesinos, obreros y otros trabajadores se encuentran en la miseria o al borde de ésta? Porque los beneficios obtenidos por las corporaciones llegan con cuentagotas a sus afiliados y, en cambio, llenan las arcas de los líderes que negocian con el gobierno. Así se construyeron enormes fortunas, como la de La Quina, cuyo salario de trabajador petrolero no explicaría sus mansiones, no por kitsch menos multimillonarias.
Otro aspecto del corporativismo que ha mantenido en la miseria a la parte más atrasada de nuestro campo son los propios burócratas encargados de repartir los fondos que el gobierno destina a subsidios. Y no sólo porque roben, que también lo hacen, sino porque, en primer lugar, la propia institución repartidora de los subsidios consume la mayor parte en salarios de los burócratas, vehículos, instalaciones, prestaciones, aguinaldos, avionetas, viáticos con sus notas de restoranes y hoteles, etcétera. De tal manera que los subsidios jamás llegan al productor: se esfuman en el camino, como el agua de riego en canales permeables que sólo alimenta la hierba de los bordos.
Si tanto nos quejamos de que la agricultura en Estados Unidos y Canadá está subsidiada, más efectivo resultaría copiar los sistemas de subsidio en estos países y dejar de clamar al cielo por la injusticia de que, con peores climas que nosotros, tengan una agricultura eficiente.
Cuotas de poder
La CNC ha tenido por principal objetivo, más que el bienestar campesino, la negociación de su cuota de diputados y senadores. Las cuotas de poder en los estados y en la Federación se traficaron por años de acuerdo a los apoyos brindados por las corporaciones al régimen: el número de acarreados al mitin del candidato priista, las votaciones obedientes en el Congreso, la reducción de las demandas de sus afiliados y su adecuación a las concesiones del régimen, la aceptación de límites preseñalados. El buen comportamiento de los líderes eran los vales que luego, llegado el momento, canjeaban por diputaciones —donde no harían nada sino levantar el dedo para aprobar las iniciativas presidenciales—, por puestos en las instituciones encargadas de los subsidios, por cargos públicos. Su lema parecía ser: "No quiero que me den, nomás que me pongan donde hay".
El mismo caso ha sido el de las demás organizaciones corporativas del viejo régimen priista. Sólo pensemos en la CTM de Fidel Velázquez y sus pistoleros internos encargados de la solución final para todo intento de organización independiente. Y en esa CTM brilló con su más sórdido fulgor el sindicato de los trabajadores de Pemex. La Quina llegó a poner precio a cada plaza del sindicato petrolero, con lo cual la pinza quedó cerrada: no se podía trabajar en Pemex, y aún no se puede, sin tener plaza en el sindicato: las leyes mexicanas fueron hechas para hacer de empresa y sindicato dos ruedas de molino que funcionan al parejo en despojar al trabajador de toda opción de organización independiente. Y el ingreso al sindicato estaba cotizado en tablas de precios bien conocidas por todos los trabajadores eventuales y desamparados por la ley (y pensar que por este forajido marchó la "izquierda", pidiendo su liberación inmediata cuando Salinas lo hizo encarcelar: fue el pago por el apoyo que la Quina dio a la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas. En todas partes se cuecen habas).
El cambio que falta
El presidente Fox nos recuerda constantemente que México está entre las primeras diez economías del mundo: desde una punto de vista es la octava, desde otro es la séptima (y deberíamos asistir a las cumbres de "los siete grandes", ¿o no?). Pero la pobreza y la miseria no se han abatido en buena medida porque Fox no ha tocado al viejo régimen: el ejido sigue produciendo su especialidad, que no son tomates de exportación ni hortalizas empacadas, sino braceros que cruzan ríos y desiertos huyendo de una legislación agraria que los condena a los cultivos de subsistencia precaria, a "apoyos" que se quedan en la burocracia, a "subsidios" que nunca reciben porque se transforman en oficinas y papeles.
El cambio no ha llegado a las corporaciones medulares del régimen priista, no han sido desmontados los mecanismos de reparto en las cuotas de poder, base del corporativismo que sostuvo al PRI y a sus ancestros en el poder.
Esa es la tradición que nos hace pobres en un territorio rico en plata, petróleo, gas y climas. Si lo dudamos, bastará con ver el reparto de la riqueza en nuestro territorio: el norte desértico produce la mayor parte de nuestras exportaciones; el sur, con agua abundante y buenas tierras, muere de hambre aplastado por caciques, "usos y costumbres" y violencia entre comunidades. El sur sigue siendo priista en su voto. Dato significativo.
¿¿¿???
La PGR, carabina de Ambrosio, no ha solicitado órdenes de aprehensión contra los macheteros de Atenco que desnudaron, vejaron e iban a quemar vivo a un policía, incendiaron patrullas, cerraron carreteras; tampoco contra quienes prendieron fuego a una puerta de la Cámara de Diputados y forzaron entradas; tampoco contra quienes cerraron ambas carreteras a Cuernavaca y causaron el desbarrancamiento de un autobús y la muerte de pasajeros; ni ha solicitado la aprehensión del comando de TV Azteca que secuestró de madrugada la antena y la señal de CNI aunque son, todos, delitos que se persiguen de oficio. Pero la PGR ya consignó "por robo de flujo electromagnético", ¿al dueño de TV Azteca, Ricardo Salinas? ¿A su comando de asalto? No... ¡al dueño de CNI! Sí que ha habido cambio.
0 animados a opinar:
Publicar un comentario