Cien millones de delincuentes

publicado el 05 de agosto de 2002 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Cada que usted enciende su auto viola flagrantemente la Constitución General de la República porque hay un generador eléctrico en su interior y usted no es "la nación", única autorizada a fabricar electricidad, sino un particular. Un motor de combustión interna trabaja por medio de gasolina o diesel y eso no infringe la ley, pero existe una banda de hule, absolutamente ilegal, que transmite el movimiento del cigüeñal a un rotor cuyo criminal fin es producir electricidad privatizada.

Quien no tiene auto es al menos cómplice de este crimen cada que sube a un microbús de propiedad particular, a un taxi o a cualquier transporte que, siendo de propiedad privada, lleve en su interior un generador eléctrico en funcionamiento: autobuses foráneos, camiones de carga, tractores, grúas. Peor aún si se trata de algún novísimo vehículo movido por energía eléctrica de origen solar: usted está generando electricidad privatizada. No infringe la ley el vehículo eléctrico que debe cargar sus acumuladores a una toma de corriente, pues usted sólo está guardando energía producida por "la nación".

Son criminales que atentan contra "el patrimonio de la nación" (o sea las empresas del gobierno) todos los propietarios y usuarios de cines, hospitales no del IMSS, escuelas no de la SEP, almacenes, centros comerciales, restoranes y demás lugares que posean plantas de emergencia para generar electricidad de forma privada durante los apagones. Los hospitales deberán, pues, dejar a oscuras sus quirófanos en plena operación de un corazón o un ojo y esperar a que "la nación" restablezca el servicio eléctrico. De no hacerlo así deberán ser sancionados y sus generadores destruidos.

De la Madrid

Cuando el presidente Miguel de la Madrid dio por concluidos 60 años de protección a la industria nacional y obligó a nuestros industriales a competir con los precios y la calidad internacionales, quebraron muchas industrias ineficientes, otras comenzaron a exportar y, dos sexenios después, con el presidente Ernesto Zedillo, México era un país exportador y con saldo a favor en su comercio. Pero las industrias que aún son propiedad del gobierno ("de la nación", según el estupendo eufemismo) nos siguen vendiendo productos malos y caros, como antes hacían nuestros industriales. La electricidad producida por el gobierno es pésima porque sus continuos altibajos destruyen en poco tiempo los aparatos, y es más cara, en números absolutos, que la producida en California; pero es todavía más cara si la vemos en números relativos, o sea en proporción del salario, pues siendo los salarios mexicanos al menos cinco veces inferiores a los estadunidenses, ya pagar lo mismo sería pagar cinco veces más caro, y todavía debemos añadir que el precio por kilowatt-hora es mayor aquí. Pongamos en la balanza la pésima calidad y tenemos una electricidad diez veces más cara en México.

Científicos criminales

También en los laboratorios de investigación se ocultan quienes atentan contra la Constitución: hay quienes se dedican a investigar métodos de producción eléctrica claramente delictivos, ya que sin duda está proscrito por la ley electrificar una casa por medio de energía solar si es el propietario, y no la CFE, quien instala los paneles solares en su azotea, o emplear la fuerza del viento para mover unas aspas. Puede hacerse esto último sólo si el movimiento de las aspas se transmite a un molino para hacer nixtamal, pero va contra la Constitución conectarlas a un generador de electricidad.

Quienes hacen ese tipo de investigaciones son como quienes buscan mejores variedades de marihuana o de amapola: encabezan el listado de criminales que ponen su mala ciencia al servicio de quienes eludirán la ley con sus delictuosos hallazgos. Todas las compañías que ya ofrecen paneles para la producción privada de electricidad solar en este soleado país están fuera de la ley y sus directivos, propietarios y vendedores deberán ir a la cárcel. Amén.

Et coetera

La canonización de Juan Diego, el santo nonato, trajo a pesar de todo un beneficio a la razón: se discutió tan ampliamente el tema de su inexistencia que no hubo católico creyente que no supiera que el asunto es, al menos, discutible, y no una verdad tan palmaria como la existencia de Cuauhtémoc o de Moctezuma. Para muchos debe de haber sido tan sorprendente como sería el escuchar que estos emperadores aztecas no existieron o que llueve de abajo para arriba.

Antes de que en el seno mismo de la jerarquía eclesiástica –y precisamente de quienes tuvieron a su cargo la imagen de la virgen de Guadalupe, como el abad de la Basílica, monseñor Guillermo Schulenburg y algunos canónigos de ese centro guadalupano por antonomasia– se expresaran las dudas que ya todo mexicano conoce, la existencia de Juan Diego era como la de Cuauhtémoc: un hecho histórico sin réplica alguna posible. Eso ya se acabó.

Ahora puede uno seguir creyendo en las apariciones, pero sabe que el principal testigo del estampado milagroso, el primer obispo de México, fray Juan de Zumárraga, publicó una década después de la fecha señalada por la tradición para el gran milagro: "¿Por qué ya no ocurren milagros? Porque piensa el Redentor del mundo que ya no son menester. No andéis pidiendo milagros para que no quedéis como Herodes, con el silencio por respuesta. No hay mayor milagro que una vida cristiana..."

Todo el mundo supo que el provincial de la orden franciscana, fray Francisco de Bustamante, se quejó ante el virrey y la Real Audiencia de que, luego de explicar a los indios que sus ídolos son de piedra y palo, ahora se permita decir que hace milagros la imagen pintada ayer por el indio Marcos. Se refería, apenas en 1556 y en esos términos, a la virgen de Guadalupe venerada en el Tepeyac.

La opinión de fray Bernardino de Sahagún quedó escrita en su monumental obra Historia de las cosas de la Nueva España, de 1570. En el tomo dedicado a las supersticiones dice que la devoción a la Guadalupana le parece muy sospechosa porque allí mismo estuvo el ídolo de la diosa Tonantzin, que significa, también, "nuestra madre", como llaman los cristianos a la madre de Jesús.

Todo fue dicho y repetido. Y así terminó, al menos, la creencia ingenua. Ahora es fe a contracorriente de las informaciones. Un triunfo de la razón.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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